𝚜𝚗𝚘𝚠 𝚘𝚗 𝚝𝚑𝚎 𝚋𝚎𝚊𝚌𝚑 (♡)

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En un prado encantado, lleno de flores de colores deslumbrantes y árboles que susurraban secretos, vivía una hada llamada Lila. Era conocida en todo el reino por su alegría, su risa contagiosa y su habilidad para hacer reír a todos con sus travesuras.

A pesar de ser tan querida y divertida, Lila se sentía sola en su interior. A menudo volaba hacia el cielo estrellado por la noche y miraba las estrellas, preguntándose si había alguien ahí fuera que realmente la entendiera. Alguien que quizás también estuviese viendo las estrellas a lo lejos y preguntándose lo mismo que ella. Aunque hacía reír a todos, nadie veía más allá de su sonrisa y era eso, aunque ella misma escondiera sus sentimientos, era eso lo que ella deseaba: que vieran a través de la divertida superficie.

Por otro lado, en un castillo cercano, vivía la princesa Cleobelle. Era conocida en todo el reino por su belleza, pero su verdadero encanto residía en su corazón. Isabella era delicada, risueña, dulce y amable con todos a su alrededor. Sus súbditos la adoraban por su bondad y ternura. Ella no tenía ese tipo de incógnitas en su cabeza porque su vida siempre había sido linda, siempre había tenido la dicha de sentirse a gusto realmente con su vida. Pero había noches en las que una incertidumbre desconocida se apoderaba de su cuerpo, ¿podría gobernar todo un reino el día que su padre muriese? ¿Lograría cumplir las expectativas tan grandes que todos tienen de ella? No podía darse el lujo de descansar, tenía que trabajar duro a cada momento para lograrlo. A veces las estrellas eran su único lugar feliz.

El prado encantado era algo prohibido para la realeza, siempre se había dicho que los ogros, las hadas y las demás criaturas viviendo por allí eran una carga para el reino, como parásitos que vivían del trabajo de "gente digna". Nunca nadie supo porqué, pero los ciudadanos se odiaban. El reino jamás le administraba un poco de alimento y capitales a esa parte del reino, así que los seres míticos viviendo allí debían abastecerse por sí mismos. Por lo cual siempre le habían prohibido cruzar a ese lado, sin embargo, la princesa siempre encontraba una forma de escapar allá cuando se sentía abrumada por sus responsabilidades sin que nadie lo supiera.

Un día, mientras exploraba el prado encantado, la princesa Cleobelle se encontró con Lila. El hada estaba bailando en medio de las flores, haciendo que brillaran aún más. Cleo quedó cautivada por la alegría de Lila y su risa resonante. Se acercó al hada con una sonrisa cálida.

"¡Hola! Soy Cleobelle, la princesa del castillo cercano", dijo la princesa con amabilidad.

Lila, sorprendida por la presencia de la princesa, bajó los pies al suelo y miró a Cleobelle con curiosidad. "¡Hola, Cleobelle! Soy Lila, el hada del prado. ¿Qué te trae a este rincón mágico?"

Cleo rió y respondió, "He oído hablar de este prado encantado y quería verlo por mí misma, el día en que lo encontré no dejé de venir nunca, me parece un lugar tan calmo y pleno... Pero ahora que te he encontrado, estoy más interesada en conocerte a ti."

A partir de ese día, Cleobelle y Lila se hicieron inseparables. Pasaban horas juntas cuando Cleo lograba escaparse a escondidas, riendo, explorando el prado y compartiendo sus pensamientos y sueños más profundos. Lila descubrió que, por primera vez en su vida, alguien realmente la veía, entendía y apreciaba por quien era en su interior. Lo cual le asustaba pero al mismo tiempo le emocionaba. Jamás en su vida había sentido algo así y era raro pero al mismo tiempo bonito. ¿Era amistad? ¿Era amor? ¿Qué es lo que estaba sintiendo? A menudo que pasaban tiempo solamente se confundía más en sus propios pensamientos. Tenía miedo de arruinarlo todo, su amistad con ella, sus miradas de amor, no quería perder nada de eso.

Fue así. Una noche, bajo un cielo estrellado, sus caminos se cruzaron en el pequeño prado. Cleo, con su belleza etérea, se movía entre la multitud como una luz titilante. Lila, cautivada por su presencia, sintió una chispa de curiosidad, ¿que pasaría si la veía realmente y la "alegría" que la había cautivado desaparecía? ¿La seguiría queriendo? Temía su futuro todo el tiempo. La vida siempre había sido impredecible, pero esa noche se sentía diferente, como si el universo hubiera conspirado para reunirlas. La luz de la luna proyectaba sombras encantadoras, y la risa de Lila resonaba como una melodía. Una noche todo cambió y la conoció. En una noche también, todo podía desaparecer. Esa noche... ¿Esa noche? Sus sentimientos podrían descubrirse esa noche.

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