Siempre nos quedará París...

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Mundo de oportunidades, variedad de colores, personas con sueños, vidas diferentes, perfecta imperfeccion, armonia del caos, brillos en las miradas de diamantes en bruto, nieblas frias, palacios de cristal, ciudades subterraneas...
Millones de luces visten de vida la ciudad, la Torre Eiffel ilumina caminos mientras el Arco del Triunfo le sigue de cerca, cauteloso, su belleza. Diganme si nunca han soñado con estar allí, con una foto de París, con cientos de me gustas en las fotos que subas...
Pero no, se equivocan si eso es lo único que les va a hacer sonreír ante la pantalla del móvil.
Sonreír ante la pantalla es ver una foto, aunque sea la foto que te hiciste en el bus, y que millones de recuerdos como dardos de fuego invadan tu mente.
Sonreír es recordar que, a pesar del frío, cada día te levantabas con una preciosa vista de los altos pisos, inundados por el tímido Sol de las 7 a.m.
Es recordar el olor a tierra mojada de las calles o el del pan recién hecho al atardecer, es recordar la maravillosa voz de aquella cantante del metro y la chispa en sus ojos ante la mirada atónita de los espectadores...
Es montarte en el avión y gritar mientras va ganando velocidad, es correr por las calles porque llegas tarde pero quieres poner un candado en el río Sena. Es llorar de emoción porque, por un momento, has vuelto a tu infancia, como cuando éramos héroes y ganábamos cualquier batalla, o como cuando éramos princesas esperando a que alguien nos rescatara...
No crean que lo más importante en la vida quedará plasmado en un marco, sino en la sonrisa que tendrás al recordarlo.

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