Capitulo 8

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Despido a mis compañeras con la mano y pierdo de vista el coche. Cuando abro la puerta del portal me encuentro con un hombre mayor que ocupa el lugar de Jorge y le doy los buenos días. Mi amigo también se habrá tomado unas merecidas vacaciones. Todos se habrá ido de vacaciones menos yo, que me quedare hundida en un terrible aburrimiento durante este mes. Menos mal que tengo a Cesar y a su gran capacidad para idear planes de un momento para otro. Me tiro en la cama y comienzo a mirar mi lista de contactos, tal vez debería llamar a mama y preguntarle que tal les va todo. Aun sigo pensando si irme con ellos unos días pero se que eso y no ir es lo mismo. Están tan sumergidos en su dichoso trabajo que no sabrían disfrutar ni de un momento de tranquilidad con su hija. Odio tanto que no sepan hacer otra que no sea trabajar.

-Bufete Rodríguez ¿Dígame?

-Mama te estoy llamando a tu móvil personal.

-¿Emma eres tu? Lo siento hija es que ya no se donde tengo la cabeza.

-Ya veo, ¿Que tal estais?

-Se que estas saliendo con un chico.

-¿Que? ¿No me estarás espiando de nuevo verdad?

-No cariño, no. No es espiarte, es solo saber a que te dedicas tan lejos de casa.

-Para eso no hace falta que contrates a nadie, puedes llamarme y preguntarme que tal me va todo.

-Lo se hija, lo se. Pero ya sabes que..

-Que si, que tienes mucho trabajo.

-Así es hija, me alegra mucho que lo entiendas.

-¿Y que sabes de el?

-Nada hija, nada. No se nada de el, solo que sales con un chico. Prometo que esta vez no mirare sus datos ni nada parecido.

-Eso espero, no quiero que salga corriendo como todos los demás.

-¿Corriendo? ¡Ni que yo estuviera loca!- dice soltando una carcajada -¿Piensas traértelo de vacaciones?

-La verdad es que no pensaba ir a veros este verano.

-Bueno, si así lo prefieres.

-¿Si así lo prefiero? ¿Pero tu te das cuenta de como me tratas? Cualquier madre en nuestra situación suplicatoria a su hija que fuese a verla en vacaciones.

-Pero yo no soy cualquier madre Emma, soy una mujer que lleva su propia empresa y que necesita las veinticuatro horas del día para trabajar.

-Lo se, por eso no me dedicaste ni un minuto de tu atención cuando era niña.

-¿Otra vez con esas? Estas donde estas por mi señorita, así que deberías ser mas agradecida.

-Vale mama, no pienso aguantar que me sueltes el royo de siempre. Hazme un favor y pasale el teléfono a papa.

-No quiere ponerse.

-¿Como que no quiere ponerse?

-Hija tenemos un nuevo juicio muy importante y esta ocupado, ya te llamaremos.

Y antes de que pueda decir nada, cuelga. Cada día me sorprende mas lo pasota que puede ser. Soy su hija, no uno de sus muchos clientes. Me niego rotundamente a veranear junto a ellos, no se merecen ni que les dirija la palabra. Me preocupa que haya vuelto a investigar sobres mis relaciones, no quiero conocer cual seria su reacción al enterarse de todos los años que me saca Cesar. La ultima vez que hizo algo parecido con mi ex novio me daba vergüenza salir a la calle, ser hija de una maníaca puede pasar factura. No quiero que ocurra lo mismo, así que Cesar y yo debemos hacer planes en los que seamos vistos lo menos posible. Decido invitarlo a pesarle el día aquí y le mando un mensaje. A los segundos me contesta preguntándome la hora y quedamos a las dos de la tarde para almorzar. Son las diez de la mañana así que aun tengo un poco de tiempo para limpiar la casa y prepararme. A las dos horas tengo la casa limpia y me meto a darme una buena ducha, me la merezco. De pequeña papa y mama contrataron a Rosa, una dulce señora que nos limpiaba la casa y nos cocinaba mientras ellos se pasaban las horas en el despacho. Yo en lugar de jugar como todas las demás niñas de mi edad, me dedicaba a ayudarle en las tareas del hogar. Me pasaba las tardes limpiando el suelo o ayudando a quitar el polvo de los muebles. Hacia todo lo que estaba a mi alcance, menos cocinar claro, eso se lo dejaba a ella. Me pongo un vestido fresquito, unas sandalias cómodas y dejo mi pelo suelto. Tal vez hoy Cesar se atreva a dar el paso y me bese, no quiero parecer una desesperada pero es que a veces una necesita muestras de cariño. Me paso la hora que queda hasta que llegue mi chico en las redes sociales y a la una en punto el telefonillo suena.

Recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora