Capítulo 30 | FINAL |

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Día treinta, y es así como concluye este diario que he escrito para ti.

Mis ojos se cierran, pero sé que no puedo parar de escribir.

Si quiero morir necesito terminar.

Sé que este día no es importante para ti. Me lo dijiste ayer. Ahora que ya no estoy perdiendo nada y solo me queda el no sentir nada, mi historia ya no te importa. Mi historia ya no te parece interesante. Mi historia se ha vuelto tu historia.

También me dijiste que querías que lo redactara como si de una novela se tratara. Como si no supiera que este diario sería leído por ti... Espero haberlo hecho bien. Lo intenté.

He estado durante horas arrastrando firmemente la pluma sobre el papel, solo deteniéndome para comer un poco.

Quedan cuatro horas para el final del año, y también para la llegada del día de mi liberación.

El día de mi muerte debe ser hoy. Me lo has dicho.

¿Tengo miedo?

No. En realidad, debo agradecerte.

Me has dado lo que era muy cobarde como para pedir.

No sé tu nombre y tampoco recuerdo tu rostro, pero estoy agradecida por lo que me has dado.

En este corto tiempo perdí a Nam, a Noey, a Irin y a Freen. Demasiadas personas marchándose, lo sé. Y yo había perdido la esperanza en la vida hasta que apareciste tú.

Gracias por regalarme la muerte que la vida desea negarme.

***

Rebecca Armstrong suspiró, frotó las manos contra su camiseta ensangrentada y sonrió al ver el diario. No había dejado ni un espacio en blanco. Incluso la
portada tenía un par de párrafos
escritos.

Se sentía casi liberada, y en ese
momento pensó que cualquier muerte que el hombre decidiera darle la complacería.

Rebecca Armstrong jamás pensó que la idea de morir le parecería esperanzadora.

Tan milagrosa.

Por supuesto, no había escrito todo lo sucedido en sus treinta días de aislamiento. Habría sido imposible en tan poco tiempo.

Solo escribió lo importante, eso que al hombre tenebroso pensó podía encantarle.

También había cosas que prefería
conservar en su memoria, así que solo dijo que las había olvidado. Sabía que el hombre no dudaría de ella. La mente humana suele ser increíblemente inútil si de recuerdos hablamos y eso lo había comprobado, pues la sonrisa de Nam y las carcajadas de su pequeño hermano comenzaban a ser borrosas en su mente.

Miró hacia su alrededor, como si aún tuviera la esperanza de que aquel lugar fuera una ilusión, pero la realidad era más que perceptible.

Se preguntó en silencio si Nam habría encontrado su cielo, y si Noey estaría hablando con los ángeles sobre nuevas decoraciones en sus alas. También pensó en si Irin finalmente había logrado perdonarla, y si Freen había encontrado las respuestas a sus
dudas sobre la muerte.

Una débil sonrisa se dibujó en sus labios, pues tal vez pronto sabría todo esto y más.

Se sentó sobre el suelo y esperó a que su muerte llegara, aunque no sabía de qué forma debería enfrentarse a ella.

Tampoco era como si le importara.

Esperó tanto que comenzó a cansarse.

¿Realmente aquel desconocido de siniestra mirada cumpliría su promesa? ¿No había sido muy estúpido creerle?

Virus Letal || Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora