~Cap 1~

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"Si quieres alejar, no prohibas. Lo prohibido llama, lo prohibido excita, lo prohido es mortal"

***

Lunes: El Peor día de la semana
Estaba en el baño de chicas con las de mi salón y algunas del último año -cambiándonos para el turno de Deporte-.

𝐴𝑚𝑎𝑟𝑔𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑟𝑔𝑢𝑟𝑎

Y, si.

—Escuché decir al profesor de Biología que entró un nuevo alumno a la escuela— comenta Claudia. Una de las chicas que está en mi grupo para esta clase.

—¿Carne fresca?— pregunta que no recuerdo su nombre

Menudas hormonas las de esta gente.

—Tal vez— le responde.

Salgo del cuarto de baño a paso apresurado y riéndome entre dientes sobre sus comentarios. Me miro de cuerpo entero una última vez. Repasando mi conjunto que consistía en unos short negros de mezclilla algo cortos con una sudadera gigante -algo holgada- de color blanco que me llegaba hasta medio muslo, con mis converses altas. Y unas medias de mayas q llegan hasta el borde de la sudadera. Y mi pelo rojo -sí, es natural- que llegaba un poco más abajo de los hombros, recogido en una coleta alta, con alguno mechones rebeldes sueltos.

Lo sé, no es la mejor combinación para vestir. Solo quería estar en mi casa y dormir hasta morir. Ok no.

Mientras caminaba al área deportiva me di cuenta de que mi elección de ropa hacía un contraste demasiado notable con las cortas blusas de las demás chicas de la clase debido al caluroso clima, pero ya estaba acostumbrada a ello.

𝑌 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠 𝑟𝑎𝑧𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢𝑓𝑖𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒.

Me dirigí a las gradas, y me senté en la última -que era la más alta- y comencé a escanear el lugar en busca de Lianna,  mi mejor amiga. Era delgada, con el pelo negro bastante largo y ojos verde esmeralda -sin duda eran hermosos-. Con unas pecas esparcidas que decoraban sus mejillas.

Vi una figura masculina, que no logré identificar. Por lo que deduje que era el nuevo. No le pude ver bien el rostro, pues debido a mi 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑖𝑡𝑎 𝑣𝑖𝑠𝑢𝑎𝑙, no veo mucho de lejos y mis lentes no cumplen muy bien su trabajo últimamente.

–Madre de las abdominales, está rebuenísimo– sentí el chillido a mi lado y reconocí la voz de Lianna junto a mí.

–No puedo con tus hormonas. Deberías limpiarte la baba sabes. – le sonreí burlona

Ella no se molestó por mi comentario. Estaba consentradísima en su maquillaje terminando el delineado.

– Así es la vida, querida– comentó –Mientras algunas estamos muy ocupadas  usando  pestañas postizas –se señala– Otras las tienen larguísimas y naturales, pero les da igual–acusadoramente me señaló.

–Seguro que cuando seas maquillista profesional podrás hacerle un embrujo a cualquier cliente para que tengas pestañas largas– y comencé a reírme de ella.

Lía se limitó a asesinarme con la mirada así que decidí guardarme mi ataque de risa para después.

–Oye, Al.

–¿Hmh, sí?– respondí distraída jugando con algunos hilos sueltos de mis shorts. 

–Tienes ojeras muy 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑎𝑠– dijo haciendo énfasis en esa última palabra– Tu humor estos días está algo a la defensiva, quiero decir, siempre lo está, pero últimamente ahora más. Estás usando sudadera, con este calor infernal. Y por no mencionar el hecho de que a cada rato te quedas en las nubes y no prestas atención si estamos hablando.

𝗡𝗲𝗯𝘂𝗹𝗼𝘀𝗮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora