Epílogo 1 Rojo atardecer como salsa de tomate

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[La mañana apenas iba aclarando y en el fondo de la calle había una casa de vieja madera, con tablones en las ventanas y algunos grafitis recientes, dentro, una cama desgastada y un pequeño buró al lado de estas, iluminados por una tenue y tintineante luz]

-Se que es difícil que te comuniques conmigo por este medio, pero me gustaría saber que las cosas están bien -en la cama, una chica de cabello rojizo murmuraba lo que escribía cuidadosamente- sabes, mamá y yo te extrañamos mucho, la casa no es lo mismo sin ti... -repentinamente la luz que hasta ese momento parecía luchar por mantenerse encendida, se apagó- tienes razón mamá, eso solo la hará sentirse mal. Con amor y ansiosa de una pronta respuesta, Agatha -finalizo su carta.

Dio un brinco de su cama y busco en el pequeño buró un sobre, lleno de polvo. A su vez tomo unos audífonos y un walkman y lo encendió, sonaba Do You Realize, tomo un bolso deportivo y salió de la casa.

Había empezado a tomar ritmo en su caminata cuando una voz rasposa la llamo desde la penumbra de un pórtico, apenas iluminado por los primeros rayos de sol un hombre con un cigarrillo apagado sonrió burlonamente
—Tan temprano la gata perdida abandona su hogar ¿Que te traes entre manos? -cuestiono mientras se dejaba hundir más sobró un cojín bastante roído cuando se percató de la carta mal guardada en los bolsillos de la joven- ¿De nuevo insistes en comunicarte? Ya te dije que es un desperdicio de dinero y energía, ella te olvido y ahora vive mejor.

La joven apretó enojada la carta en su mano, no podía caer ante las provocaciones de ese viejo gruñón.

—Lo que haga o deje de hacer no es de tu incumbencia, así que deja de entrometerte y mejora tus recetas de una vez -acelero el paso sin siquiera oír la réplica a ese último comentario- como puedes siquiera intentar que me olvidé de mi propia hermana, viejo tacaño.

No muy lejos de una vacía avenida coloco su carta en el buzón y retomo su camino con dirección a la única preparatoria ubicada en ese barrio en decadencia, por el camino lograban verse negocios cerrados, tenían el aspecto de llevar años abandonados, pero algunos habían cerrado apenas hacia unas semanas, la delincuencia y rapiña de la gente pobre de aquel lugar se habían encargado de llevarse hasta lo último que pusiera serles de utilidad para sobrevivir en ese mundo, era lo único que podías hacer si naciste ahí -No puedo aspirar a más. -se repitió en su cabeza la chica.

Al llegar a la escuela, con un aspecto no mejor que el resto de la ciudad, se dirigió al fondo del edificio y entro a lo que parecía un gimnasio sin usar, en el centro había un costal de boxeo parchado innumerables veces, la joven cubrio sus manos con vendas y se dispuso a entrenar.

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Unas horas más tardes, ya con el bullicio de la comunidad escolar en pleno apogeo, ella descansaba sobre la banca de su salón, su largo y pelirrojo cabello destacaba de un ambiente tan gris, había grupos de gente por donde fuera, murmurando, riendo, viviendo una vida lo más normal que podían.

De pronto se escuchó un estruendo, y los gritos que habían empezado a lo lejos se acercaban cada vez más por los pasillos, culminando en un estruendo causado por una puerta metálica azotandose en el salón.

—Capturaron a dos de primero -jadeaba una jovencita con el cabello tan rosa como sus mejillas- tienes que ayudarlos, esa preparatoria lo está haciendo de nuevo.

No, no tengo que hacerlo, seguramente se lo buscaron y es lo que merecen -pero no podía negarse a la petición de Sayori, la única persona en la escuela que aún se atrevía a dirigirle la palabra y pasear con ella como si lo que paso el año pasado nunca hubiera sucedido- ¿Donde estan? -dijo, con fastidio en su voz.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2023 ⏰

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