Y si acaso no brillara el sol

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A sus 44 años, Lionel consideraba que llevaba una vida medianamente normal. Tal vez no había cumplido con las expectativas que le habían planteado sus padres, ya que nunca se había casado ni había tenido hijos, pero eso era algo que ya no le quitaba el sueño. La única novia a la que le hubiese gustado proponérselo, una chica bien de su Pujato natal, lo había dejado por su jefe luego de tres años de relación. Con el corazón roto y la vergüenza apoderándose de su nombre, se había trasladado a la capital santafesina. Allí vivían también sus dos hermanos, quienes lo acompañaron y lo contuvieron, y fue ahí donde supo reunir los pedazos y volver a armarse una nueva vida. Había permanecido soltero desde entonces y se sentía bien de esa manera.

Trabajaba de lunes a viernes en la pequeña imprenta que se había ido construyendo poco a poco a través de los años, jugaba al fútbol con sus amigos dos veces por semana, algún que otro sábado salía a tomar algo con alguien (pero nunca nada serio) y los domingos solía salir a andar en bicicleta por la costanera. Una vida normal y tranquila que lo hacía feliz.

Ese lunes de septiembre, como tantos otros, estaba yendo al trabajo en su pequeño Peugeot 308, escuchando en la radio el programa de La negra Vernaci que lo hacía reír a carcajadas. Le encantaba ese programa, amaba la frescura y la ocurrencia de cada uno de los locutores, eran su compañía matutina desde hacía años y aprovechaba a escucharlos en este tramo entre su casa y el local porque no era un programa exactamente apto para escuchar delante de los clientes. En el trabajo solía poner la Aspen o alguna otra radio que tuviera una programación no tan subida de tono.

Pasó por la panadería de Rosita, a media cuadra de su propio local, a comprarse un par de medialunas de manteca y lo primero que hizo al llegar a la imprenta, como era costumbre, fue poner el agua para el mate. Apenas se había cebado el primero, mientras ponía a imprimir unos libros que le habían encargado el día anterior, cuando su celular personal comenzó a sonar. Frunció el ceño cuando vio un remitente desconocido, era raro que alguien que no sea familia o amistad lo llame a ese número.

- ¿Hola? - preguntó con un dejo de curiosidad en la voz.

- Buenos días, ¿hablo con el señor Lionel Scaloni? - respondió del otro lado una voz dulce pero firme.

- Si, el mismo - contestó ya sintiéndose un poco extraño. Había algo en el tono de voz de la persona del otro lado del teléfono que no le agradaba mucho.

- Mi nombre es Alejandra Muñoz, soy trabajadora social. Lamento mucho informarle que su hermana Corina y su esposo fallecieron este domingo por la madrugada, tuvieron un accidente fatal en ruta 9...

Lionel seguía oyendo palabras, pero estas ya no formaban ningún sentido para él. Esto no podía ser verdad, tenía que ser un mal chiste. Alejó el celular para mirarlo y ver si mágicamente había aparecido algún cartel que dijera "jaja, caíste". Una broma pesada, totalmente de mal gusto, de parte de alguno de los tarados de sus amigos. No, realmente no podía estar pasando. Las manos comenzaron a temblarle y el teléfono se le cayó al suelo, pero no podía importarle menos. Sentía que todo transcurría en cámara lenta, la cabeza le daba mil vueltas y el cuerpo no le respondía. Corina. No, esto no podía estar pasando. Sus rodillas perdieron estabilidad y cayó de bruces al suelo, temblando como una hoja y sintiendo que perdía todo el aire de los pulmones. Esa voz que nunca antes había escuchado y que nunca más quería volver a oír seguía saliendo del teléfono. Cómo pudo, lo volvió a tomar en sus manos y se lo acercó a la cara.

- Señor Scaloni, ¿se encuentra bien? - preguntó la mujer ahora con un aparente dejo de preocupación en la voz.

- ¿Qué? - fue lo único que le salió decir.

- Señor Scaloni, ¿me escuchó lo que le dije? ¿Tiene alguna pregunta?

- N-no entiendo. ¿C-con quién hablo? ¿Qué pasó? - la voz le temblaba y las preguntas le salían casi en automático, sin pensarlas. No estaba seguro de poder entender las respuestas aunque se las dieran.

Educando a Lio [Scaloni x Aimar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora