Educando a Lio [Scaloni x Aimar]

Corazón delator

- Y llamalo, boludo - le dijo con tono resolutivo su amigo a sus espaldas, sentado cómodamente en una silla mientras comía bizcochitos y lo observaba trabajar.

- No sé cabeza, ¿vos decís? - le preguntó Lionel con indecisión en la voz mientras se ocupaba de programar la impresora.

Últimamente se sentía en una encrucijada respecto a su vida personal. Una catarata de emociones lo habían atravesado estos últimos días y sentía que su mente era una bomba de tiempo que en cualquier momento estaba por estallar en un torbellino de sentires. Por un lado, el tener que tomar el rol de figura de autoridad para sus sobrinos, que lo desautorizaban y lo desafiaban constantemente, lo estaba drenando tanto física como mentalmente, y por el otro, los nuevos lugares hacia los que su corazón lo estaba llevando, lo hacían sentir confundido y exhausto.

Sentía que todo lo que sucedía a su alrededor le afectaba más de lo normal y le estaba comenzando a afectar en las pequeñas cosas de su vida diaria, por lo que había decidido dejar de torturarse solo y hablar con Walter, su amigo íntimo y su voz de la razón en estos momentos donde su propia mente no era su mejor aliada.

- A ver gringo, esto es fácil – le dijo el otro, inclinándose levemente hacia adelante, tomando una postura totalmente seria.

Lionel se giró hacia él, ocultando una mueca mientras sorbía el mate asquerosamente dulce que su amigo le había cebado.

- Te gustó el chabón, ¿sí o no? – le preguntó Walter levantando las cejas, atento a su respuesta.

Mirando hacia su dirección, pero aun rehuyendo a su mirada, como había hecho desde que esta conversación había iniciado, Lionel hizo un gesto con la cabeza, entre un sí y un no, para terminar asintiendo.

- Y bueno, si el flaco te dio su número y te dijo explícitamente que lo llames, es porque claramente vos también le gustaste. - continúo su amigo - esto es fácil gringo, los chabones no somos tan complicados como las minas. Llamalo y fijate qué onda, de última, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Lionel dejó salir un suspiro pesado, sopesando esas últimas palabras mientras le pasaba el mate y volvía a darle la espalda a su amigo, ocupándose con la impresora.

Walter había sido una de las primeras personas que había conocido cuando llegó a esta ciudad y habían conectado desde el primer momento. Lo quería y confiaba en él como si fuera su hermano, o incluso más, porque ni siquiera en Mauro confiaba tanto como en el hombre que portaba esos ojos claros que parecían leerle el alma y una sabiduría que a veces no parecía corresponderse a su edad. Walter era la primera persona a la que Lionel llamaba cuando necesitaba un consejo, una mano o un hombro para llorar y, al otro hombre, Lionel le resultaba increíblemente transparente. No fue necesaria una gran salida del clóset, ni siquiera tuvo que decírselo directamente. En cuanto le comenzó a hablar de un hombre que había conocido, trabándose con las palabras mientras buscaba como dar con el tema de la mejor manera, su amigo supo perfectamente a qué se refería y, con su parsimonia característica, lo había dejado hablar, haciendo las preguntas justas como para dejarlo expresarse sin incomodarlo.

Lionel sabía perfectamente que el otro hombre jamás lo iba a cuestionar ni a juzgar, pero el pujatense aun no había logrado hacer las paces con su sexualidad ni con su corazón. De hecho, no estaba muy seguro de como etiquetar todo esto que volvía a resurgir desde lo más profundo de su ser y lo volvía a hacer sentir desorientado e indefenso, como si todavía fuera un adolescente confundido, después de intentar mantenerlo reprimido durante tantos años. Había vivido toda su vida repitiéndose a sí mismo que lo que sentía estaba mal, que no era correcto, que no era normal, y desde que era un joven ingenuo e influenciable, había intentado a toda costa tomar cualquier tipo de afecto hacia las personas de su mismo sexo que pudiera llegar a sentir y apretujarlo en lo más profundo de su corazón, lejos del alcance de cualquier persona. Si nadie se enteraba lo que Lionel era realmente, entonces todo estaba bien.