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Luciano Todavía no había encontrado una sola camara, ¿Dónde demonios las tenía? Tampoco es que el departamento estuviera forrado en plantas, libros y cosas electrónicas, no, todo estaba ordenado, ¿Acaso estaba entre las paredes? Era frustrante  no saber desde donde lo veía ella, porque estaba seguro que veía cada lado que daba.

Luciano se preguntaba que tanto lo había visto.

Ella había dicho que lo veía viendo sus programas de tv, y haciendo sus rutinas, ¡Demonios! Sus rutinas, a él le gustaba hacerlas desnudo.

No iba a negar que se había molestado mucho con su intruso en este caso era una mujer, así que mejor dicho, una intrusa, pero llevaba unos días en su departamento y ya la extrañaba, es más quería verla en persona unas imágenes no le eran suficientes.

No aguantaba las ganas de que ella llamará nuevamente, el no podía llamarla, estaba apagado su teléfono, y ella solo llamaba de teléfonos desechables,  de esos que no puedes devolver llamadas menos rastrearlos.

Estaba revisando la vasta colecciones de libros que tenía ella en su departamento cuando tomo uno que le llamo la atención, fue a sentarse, saco una caja de cigarro de su bolsillo, pero cuando lo iba a encender la vibración de su teléfono lo detuvo.

—Ni se te ocurra —Es lo primero que escucha al atender la llamada — como enciendas ese cigarrillo los aspersores se activarán y mis libros se dañaran.— y no es como que se molestara que fumara, no, esos eran sus pulmones, lo que la preocupaba era otra cosa.

No le preocupaban tanto sus equipos tecnológicos, porque bueno, a fin de cuentas toda su información tenía más de tres respaldos y fácilmente podía recuperarlo, además si el dañaba sus máquinas se las tenía que pagar, como dice el dicho, si lo rompes lo pagas.

Lo que le preocupaba eran sus libros, esos que unos cuantos estaban firmados por el autor, otros que eran tan antigüos que sus páginas amarillas se desprendían con facilidad.

Eso era lo que más la tenía agonizando, porque los libros no los puedes hackear, ¿Si se los dañaba como los recuperaba? Dudaba mucho que con todo su dinero pudiera conseguirlos, ya habían un par de autores que habían muerto así que sus autógrafos no los iba a conseguir.

—Es solo un cigarrillo, los aspersores no se encienden solo por eso.

—Los de mi hogar si... por favor, por favor, no lo enciendas— rogó, casi llorando.

Luciano frunció el seño, lo que menos quería era hacerla sentir mal, suficiente con haberla echo salir huyendo de su departamento para resguardarse por su vida.

No quería hacerla llorar, por alguna extraña razón quería tenerla entre sus piernas, no, menor no, quería tenerla entre sus brazos, y hacerla sentir cómoda y segura.

A Través De La Red #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora