Aviso: La portada no me pertenece, ha sido realizada por la artista @fery_dds.
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La primera semana en la tripulación se había pasado en un suspiro. Poco a poco, se iba sintiendo más a gusto con ellos.
Habían parado en una isla para comprar provisiones y tomar el aire, pero ella prefería quedarse dentro descansando, pues Trafalgar había continuado examinando su salud y le había mandado una dieta para coger peso, incluso hacer ejercicio en cubierta cuando el submarino salía a la superficie.
Aún no tenía los resultados de los análisis de sangre, pero sabía que algo ocurría con la chica, se mareaba a la más mínima señal.
Bepo se había ofrecido a enseñarle artes marciales para defenderse, pero el médico le reprochó que hasta que no se recupere del todo, no haría ejercicio intenso. Así que ella pasaba la mitad del tiempo en su habitación, leyendo algún que otro libro que se encontraba lleno de polvo en la estantería más cercana a su cama.
Esa noche pretendía ser como otra cualquiera. Terminó un capítulo sobre la historia de un pirata famoso llamado Roger y decidió que era momento de cerrar un poco los ojos. Dejó el libro en la mesa y abrió la cama para meterse dentro, no sin antes quitarse las botas y el mono naranja, quedando en una camiseta blanca y ropa interior.
Se hizo un ovillo abrazando sus piernas, apagó la lámpara de la mesita de noche e intentó descansar hasta que las pesadillas volvieron a invadir sus sueños como otra noche cualquiera.
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–Arrodíllate ante tu amo, escoria.
Volvía a tener ocho años, todo a su alrededor estaba en llamas. Se escuchaban gritos y súplicas de fondo, bebés llorando y críos buscando a sus padres.
Volvía a sentirse débil, inútil. Caminó algunos pasos con los pies y manos encadenados, siguiendo una fila de varias personas hacia su futuro incierto.
Se tambaleó, tenía frío y hambre, tenía miedo. No veía a su madre ni a su padre, no reconocía a nadie.
Un guardia la tomó del brazo bruscamente y la lanzó al suelo, hiriendo sus rodillas por el golpe contra el pavimento, apenas tuvo tiempo de quejarse porque alguien golpeó su espalda con un látigo.
La pequeña Serah gritó, gimió y suplicó que el dolor parase, notaba el líquido recorrer su espalda y gotear al suelo, pero solo recibió unas carcajadas. Aquel noble se paró frente a ella y le pateó la cara.
–Nadie te ha dado permiso para hablar, ser inferior.
La niña se quedó callada, solo pudo ver horrorizada como dos hombres la agarraban bruscamente para ponerla contra el suelo, sin que pudiera moverse o huir. Todo acabaría pronto, cuando notó aquel hierro al rojo vivo marcar su pequeña espalda, y luego perder el conocimiento por el dolor.
Aquello era el inicio de las muchas desgracias que había vivido hasta su adultez.
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Serah se levantó en medio del llanto, otra vez había tenido ese sueño sobre su pasado. Era horrible cuando intentaba bloquear un recuerdo pero tu mente lo repite una y otra vez.
Después de haber soñado aquello, le era imposible dormir de nuevo, así que se le ocurrió la brillante idea de ir a molestar a la única persona de la tripulación que seguramente seguía despierta a esas horas.
Toc, toc.
Llamó con cierta timidez al camarote del capitán, esperando intranquila en el pasillo. Había una alta probabilidad de que le mandase a paseo. Pero el médico abrió la puerta de metal y se quedó en silencio esperando una explicación a su intromisión.
–No puedo dormir –dijo, encogiéndose de hombros– ¿Puedo entrar?
El capitán suspiró pero se apartó de la puerta y volvió a tomar asiento para seguir con su lectura nocturna a la luz de una pequeña lamparita en el escritorio.
Serah entró rápidamente, antes de que se arrepintiera de sus acciones. Era la primera vez que entraba en su cuarto, sin duda se lo imaginaba igual de soso. Una cama, estanterías con libros, un escritorio, aunque a diferencia de su habitación, él tenía baño privado propio, la puerta se encontraba medio abierta. La espada que solía usar estaba apoyada en una esquina de la habitación, era casi tan alta como ella e igual de imponente que él.
–Procura no hacer ruido –le avisó Law dedicándole un rápido vistazo de reojo a tres de pasar página en el libro.
La mujer le respondió con una sonrisa irónica, aunque no la estaba mirando. Como no había nada de interés, decidió acomodarse en la cama con total tranquilidad. Se apoyó en la almohada, no son antes descalzarse, y se acomodó sobre sus brazos mirando al techo.
–Me lo llevo preguntando varios días... ¿Por qué me salvaste?
El capitán no le dedicó más miradas, pero igualmente respondió.
–Porque soy médico, a eso me dedico.
No era la respuesta que esperaba de él, necesitaba indagar un poco más.
–Pero podrías haberme dejado en la primera isla que encontramos... –siguió analizando, ladeando la cabeza un poco para ver la espalda del hombre.
–Estabas y estás enferma –se defendió.
No le pegaba ir ahora con el rollo de médico preocupado por la gente. Su tripulación más que nadie sabía de sobra lo egoísta que podía llegar a ser aquel hombre, solo miraba por lo que generaba interés para la banda, y ella no cuadraba en ese plan.
–No te creo.
–Pues no lo hagas –pasó otra hoja en mitad de ese silencio.
–Tiene que haber algo más detrás.
Y ella tenía razón, claro que lo había. Trafalgar Law se veía reflejado en ella, en sus ojos ardientes cada vez que nombraban el plan contra Doflamingo. Se veía a sí mismo de niño, suplicando perdón mientras veía a la persona más importante de su vida morir ante sus ojos. Pero era obvio que no iba a nombrar aquello en alto, no tenía esa necesidad de abrirse aún.
Así que el intento de mantenerla con vida era una demostración a la familia Donquixote de que podía arreglar lo que habían roto hacía tantos años atrás.
–O que simplemente no quiero cargar en mi conciencia con tu muerte –la cortó.
Se giró hacia ella, que seguía en la cama mirando al techo, estaba a punto de pedir que se marchase de su habitación hasta que la cara de Serah se retorció en una mueca de dolor.
–Mi estómago... –dijo en alto, antes de llevarse la mano a su bajo vientre.
Law se levantó de la silla al instante de ver las manos de ella empapadas de sangre. Los ojos de ella se abrieron de golpe antes de caer desmayada por la impresión y el dolor.
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All eyes on me [Law x OC]
FanfictionSerah es una joven recluida en un burdel de la familia Donquixote desde niña. Law la rescata sin saber muy bien como aquella mujer influiría posteriormente en su vida y decisiones. No es ningún héroe, aún así le promete acabar con su doloroso pasad...