1 - Noche de Disfraces

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En la oscura noche, mi corazón está confundido,

Como un laberinto, mi alma se ha perdido.

Tú eres mi luz en esta desesperación,

Mi salvación en esta oscuridad, mi única razón.

Tus ojos brillan como estrellas en el cielo,

Llenos de pasión y amor, sincero anhelo.

En este sentir profundo y eterno,

Je t'aime, mi amor, por siempre, mi único y verdadero deseo.


Je T'aime


El salón del castillo estaba decorado con luces parpadeantes y telas de colores que creaban un ambiente mágico y festivo. Músicos tocaban melodías alegres en la esquina, mientras los bufones entretenían a la audiencia con sus chistes y acrobacias.

El maestro de ceremonia, un hombre elegante con una capa de terciopelo rojo, alzó su voz con solemnidad para anunciar al príncipe Neteyam. Los invitados, vestidos con trajes extravagantes y vestimenta de la época, se inclinaron y realizaron reverencias ante él como un gesto de profundo respeto y lealtad a la monarquía.

Neteyam, con la cabeza en alto, devolvió cada reverencia con gracia y agradecimiento. A pesar de su juventud, sabía que esta celebración no era solo por su cumpleaños número 18, sino también un recordatorio de su destino como futuro líder de Francia.

Neteyam, vestido con un traje de azul brillante y una máscara dorada que ocultaba su rostro, caminaba entre la multitud. Su mirada inquieta se desviaba constantemente hacia las conversaciones que se desarrollaban a su alrededor. Sabía que, aunque era su fiesta de cumpleaños, también era una oportunidad para que los nobles y políticos presentes lo evaluaran como futuro rey.

Se detuvo junto a una mesa repleta de manjares y deliciosos platillos. La comida era exquisita, pero apenas probó un bocado. Sus pensamientos estaban ocupados por las expectativas que recaían sobre él y las responsabilidades que le esperaban.

Una damisela con un vestido de época se acercó a él, sonriente. "¡Mi príncipe Neteyam!", exclamó con entusiasmo. "¡Feliz cumpleaños!"

Neteyam asintió con una sonrisa forzada y agradeció a la dama. Ella le ofreció su brazo, invitándolo a unirse a la danza que se estaba llevando a cabo en el centro del salón. Con reticencia, aceptó y se sumergió en el baile. La música animada y los movimientos gráciles de su pareja lo ayudaron a distraerse por un momento de sus preocupaciones.

Pero la fiesta continuaba, y Neteyam se sentía cada vez más atrapado en un remolino de responsabilidades y expectativas. La presión de ser el heredero del trono pesaba sobre él como una pesada capa de terciopelo.

La música seguía inundando el salón de baile, pero para Neteyam, el verdadero suspiro de alivio llegó cuando se retiró al balcón. La noche estaba serena, y las estrellas brillaban en el cielo oscuro. Con un suspiro profundo, retiró su máscara y dejó que la brisa nocturna acariciara su rostro.

La tranquilidad del balcón le permitió sumergirse aún más en sus pensamientos, y parecía que el peso de las responsabilidades reales se hacía más llevadero. Sin embargo, sus reflexiones se vieron interrumpidas por la llegada de un apuesto caballero de la corte real. Vestido con una capa elegante y una mirada gentil en sus ojos, se acercó a Neteyam con un pañuelo en la mano.

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