Lirios y golondrinas

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Hay cosas que sé, otras que no, personas que extraño y se de situaciones que considero injustas, se que te has ido y que tras de ti dejaste una familia incompleta un corazón roto y un jardín lleno de melancólicos momentos, siento y me pesa que ya no estés, a diario camino entre una multitud de flores esperando escuchar de nuevo la voz que llegó a mí, como el trinar de un ave migratoria.

Odiaría creer que el cielo en el que creías no exista, odiaría saber que aquel paraíso al que deseabas emigrar no sea real, pero estoy seguro que ahora eres aquella ave de hermoso plumaje y melodioso canto que siempre soñaste ser. Quiero pensar que aquellos deseos de surcar el cielo y de poder tocar las nubes se han vuelto realidad, imagino que has visitado cientos de jardines tan hermosos como el que dejaste en mis incompetentes manos, ven y cuéntame que has venido a verme mientras duermo, que eres esa golondrina que ahora hace su nido en el pórtico cerca de la puerta , sosiega mis días, llena de ti mis tardes amargas y devuélveme  el color. Deja de ser un ave fantasma, no seas el espectro de los momentos más felices de mi vida, tu voz se ha convertido en murmullos, tus abrazos en desoladas noches de invierno, y tu olor en un recuerdo borroso.

Durante mucho tiempo desconocía el abismo que ocultaban tus palabras de soledad y tristeza, me creía capaz de borrar toda lágrima de tus ojos y me sentía suficiente para hacer que el brillo en tu mirada volviera, pero me equivoqué.

Una vez me dijiste que estabas cansada de ser una flor sin aroma, sin espinas, sin nada bonito o interesante para ofrecer. Nunca entendí lo vacía que te sentías y poco a poco te vi marchitarte.

La casa se siente tan sola y tu jardín se cae a pedazos, ¿por qué creíste que yo podría hacerme cargo de el?, si ni siquiera pude salvarte a ti, le grito al olvido y le lloro al pasado, porqué sé que me depara un futuro sin ti.

De vez en cuando viene Karen, tu mejor amiga y me ayuda a quitar la hierba, ya me enseñó a usar el fertilizante y el anti plagas, incluso hace días me trajo una maceta con lirios, ya sabes, tu flor favorita. Ella llegó a la casa, tocó el timbre y golpeó la puerta tres veces, hace eso para que yo sepa que es ella, no tengo ánimos de ver a nadie, pero no debo despreciarla, te quiere tanto como yo.

Salí y estaba frente a la puerta con la mirada baja, mientras abrazaba la maceta con lirios y no pude, simplemente rompí en llanto y ella después de mi; Imagínanos, dos adultos de 34 años llorando en la calle a las 6 y algo de la tarde, un par de minutos después le di el pase a la casa, nos saludamos mientras nos limpiábamos los lágrimas, me dió la maceta y nuevamente comencé a llorar, no dijo nada, solo me vió a los ojos y se fue al jardín. Intenté dejar de llorar, pero me era muy difícil, dejé los lirios sobre la repisa de la ventana y salí con ella, me dijo un par de cosas que hacer y nos pusimos a trabajar. Durante la plática era común que a alguno de los dos se nos quebrara la voz, pero seguíamos hablando. Ese día se fue pasadas las 8, por lo regular me visitaba 2, máximo 3 veces por semana. Nos despedimos y me daba nuevas instrucciones para evitar que tu jardín se marchitara.

Ambos nos sentíamos impotentes por no haber podido hacer algo por ti, pero todos nos dijeron que no debíamos castigarnos así, incluso pienso que cuidando de tu jardín nos hacía sentir mejor y un poco menos culpables.

Hay días que te extraño más y otros en los que platico contigo cómo si me escucharas, entiendo la situación, pero no quiero, no me hago a la idea, no puedo simplemente hacer como si nunca te hubiera conocido. La maceta con lirios se quedó en aquella repisa en la ventana, una mañana muy temprano escuché escándalo en la cocina, eran aleteos, vasos y platos cayendo y de pronto escuché como la maceta con lirios se rompía, corrí ta rápido y brusco que casi tropecé varias veces, llegué y vi como un gato perseguía a una golondrina, corrí y lo espanté manoteando y gritando para asustarlo, salió corriendo por la misma ventana por la que entró, pero dejó mi maceta rota y a la golondrina herida, ver eso me llenó de odio y tristeza, me devolvió el sentimiento de culpa que hace días me atormentaba. Me tire de rodillas al suelo, otra vez estaba llorando, y comencé a juntar la tierra con las manos, salí al patio tomé otra maceta y ahí puse el lirio y la volví a llenar de tierra, busqué la golondrina, tenía un ala muy herida, la tomé entre mis palmas aun llenas de tierra y revisé que no tuviera mordidas o rasguños en el torso, pero solo había sido el ala, graznaba muy fuerte, tenía miedo e imagino que le dolía mucho, no dejaba de aletear y picarme los dedos. Busqué una caja de zapatos y la llevé a un veterinario, afortunadamente no fue grave y se recuperaría. Toda la mañana tuve los ojos vidriosos y no pude evitar revivir aquel día en el que tomaste aquel frasco completo de pastillas para dormir, llegué del trabajo, te busqué por toda la casa y no te encontré, te llamé y no contestaste, con el celular al oído y cada vez más preocupado salí al patio y estabas tirada en el suelo entre las flores, corrí gritando tu nombre, pero no te movías, te levanté entre mis brazos pero no abrías los ojos, te sacudí, te toqué la cara, grité tu nombre, pero no te movías, no respirabas, no abrías tus ojos, ya no los volviste a abrir...

Un par de semanas después la golondrina se recuperó, nunca dejó de comer y afortunadamente los polluelos del nido ya se habían ido, todo el tiempo la tuve en una jaula, hasta que llegara el momento que pudiera valerse sola, una tarde abrí la puerta de la jaula para darle de comer y de la nada salió volando, se paró en la repisa de la ventana junto al lirio y luego salió por la ventana. Me gusta pensar que eras tú y que el universo me dio la oportunidad de hacer algo por ti, me tranquilizo repitiéndome que se cumplió tu deseo de surcar el cielo y de poder tocar las nubes, quiero pensar que has visitado cientos de jardines tan hermosos como el que dejaste en mis incompetentes manos, quisiera saber que ahora ya estás mejor, que la tristeza se fue y que ya estás en paz.

Vuelo a un jardín distanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora