𝙍𝙤𝙧𝙤𝙣𝙤𝙖 𝙕𝙤𝙧𝙤 𝘉𝘰𝘰𝘬'𝘴

𝙊𝙣𝙚

Era de noche en el Going Merry y el beso apagado del horizonte poniente flotaba perezosamente a través de la única ventana de tu habitación. Estabas acostado en tu cama, apoyado contra la cabecera mientras hojeabas un libro que habías cogido la última vez que el barco estuvo atracado. No era demasiado interesante, pero era algo para pasar el tiempo, así que reprimiste un bostezo y pasaste a la página siguiente.

Alguien llamó a tu puerta y levantaste la vista y observaste cómo las bisagras de metal de mala calidad se abrían lentamente con un chirrido. Zoro estaba parado en la puerta, su ancha figura bloqueaba casi toda la luz que entraba desde el pasillo. Todavía estaba vestido con su ropa de día, lo que te recordaba que necesitabas cambiarte la camisa holgada y los pantalones que llevabas, aunque limpios, no eran ni mucho menos ropa de dormir.

"¿Zoro?" preguntaste, observando mientras él entraba en la habitación. Sin embargo, chasqueaste la lengua antes de que pudiera poner otro pie dentro. "Si vas a entrar, quítate los zapatos".

Zoro se burló pero obedeció, deteniéndose en la entrada de la habitación para quitarse sus pesadas botas. Camina suavemente hasta donde estás acostado y trepa para sentarse en el borde de la cama a tu lado. "¿Qué pasa?"

"No puedo dormir". Respondió Zoro. Te hiciste a un lado para dejarle más espacio, centrándote en la cama. Sin embargo, Zoro no se movió.

Levantaste las cejas. "¿Eso es posible?™

No parecía impresionado, apoyando sus brazos debajo de su cabeza e inclinándose hacia atrás para que su cabeza quedara extendida contra tus muslos. Sus tres pendientes a juego brillaban a la luz. "Luffy y Nami están haciendo ruido. Tu habitación es la más alejada".

"Tu codo se está clavando en mis entrañas", dijiste, girándote hacia tu libro. Zoro puso los ojos en blanco, pero reajustó su posición, bajando los brazos para quedar doblados sobre su estómago. "¿Vas a tomar una siesta allí?"

Zoro se encogió de hombros y tuviste que reprimir una risita, la sensación era vagamente cosquilleante. Él nunca había sido un hombre de muchas palabras, así que bajaste nuevamente el libro y continuaste leyendo. Sin embargo, la luz de la habitación era tenue; Después de unos minutos, el brillo de la luz junto a tu cama ya no era suficiente y estabas demasiado cansado para forzar la vista y entrecerrar los ojos ante la página. Por supuesto, podías simplemente encender las luces de la cabina, pero Zoro ya estaba dormido y, de todos modos, ni siquiera te había gustado mucho el libro.

Lo dejaste en tu mesa de noche, mirando al hombre dormido en tu regazo. A pesar de la mirada que tan a menudo exhibía, Zoro parecía casi angelical mientras dormía, su rostro era todo planos suaves y líneas rectas. Esos ojos oscuros suyos estaban ocultos así, pestañas negras extendidas sobre sus mejillas mientras las sombras enfatizaban los huecos de su estructura ósea.

Realmente era hermoso, una presencia siempre reconfortante dentro de los de Sombrero de Paja que

tus ojos siempre se habían desviado. Había un cierto tipo de cariño que sentías por él con el que ninguno de los otros miembros de la tripulación podía compararse, aunque si expresabas esos pensamientos, Luffy probablemente terminaría dándote una reprimenda alegre. Ya podías imaginar las burlas de los otros miembros del equipo, Usopp y Sanji en particular, burlándose de tu pequeño amor platónico, razón por la cual mantuviste tus labios firmemente sellados. Un secreto era un secreto y esto era tuyo para guardarlo.

"Oye", dijo con cuidado, como si estuviera probando la palabra en su lengua. Tu mirada se posó en sus labios. Él pareció darse cuenta, pero no dijo nada; más bien, levantó una de sus manos, presionándola contra tu costado hasta que sus dedos se apretaron contra tu cintura, una ráfaga de calidez presente y siempre pulsante. "Creo que mi pecho es más grande que el tuyo".