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Isaiah no paraba de pasearse y respirar agitadamente mientras la sangre manchaba sus manos. Las lágrimas se formaban y goteaban de sus ojos. Estaban en un hospital de su propiedad, donde muchos miembros de la manada eran médicos. Darren y Emilia también estaban con él mientras los demás miembros de la manada esperaban fuera del hospital para vigilar o mantener a raya a los cazadores. Arturo y algunos de los cazadores estaban en el hospital. Arturo estaba sentado en una silla inmóvil, mirando al suelo.

Rafael no paraba de aullar de dolor. "¡ALYARA! ¡ALYARA! ¡NUESTRA COMPAÑERA! ¡NUESTRA VIDA! ¡ELLA NO PUEDE MORIR! NO PODRÍA VIVIR SIN ELLA!"

El Alfa no dijo nada a su loba; su corazón estaba hecho trizas; el recuerdo parecía casi borroso.

"¡Isaías, Alyara, cuidado!" gritó Marco. Corrió hacia la pareja usando su velocidad de cazador. Alyara vio a Tristán apuntándoles con un arma; sus ojos se abrieron de par en par. Con todas sus fuerzas, empujó a Isaías al suelo. Se oyó un disparo. Isaías cayó al suelo y oyó el disparo. Para su horror y el de Rafael, vio a Marco de pie ante Alyara. La bala los atravesó a los dos.

Marco fue alcanzado en la espalda y Alyara en el pecho. La sangre brotó a borbotones. El impacto los conmocionó a ambos; cayeron al suelo. Isaías tenía los ojos muy abiertos y parecía que se le iban a salir. "¡NOOO!" Isaiah se acercó a Alyara y la abrazó. Darren, Emilia y los demás salieron de la prisión y presenciaron lo ocurrido. Emilia gritó horrorizada. Darren se giró y miró a Tristán, que estaba conmocionado por lo ocurrido. El anciano quiso disparar a Isaías, pero disparó a su hijo y a Alyara.

Su corazón latía rápidamente, al darse cuenta de lo que había hecho. Arturo estaba horrorizado. "TRISTÁN, ¿QUÉ HAS HECHO? HAS DISPARADO A TU HIJO!" Se acercó a su sobrino y lo agarró. "¡Alguien, llame a la ambulancia! ¡Ya!" Uno de los hombres lobo llamó a la ambulancia de su manada. "¡Mia nunca hubiera querido esto, hermano! SIEMPRE HAS FALLADO EN VER ESO!"

Tristan cayó de rodillas al ver a su hijo inconsciente; su sangre se derramaba lentamente como un río. Lágrimas se formaron y gotearon de sus ojos. Se miró las manos y la pistola. Tristán recordó el cumpleaños de Marco y lo felices que estaban él y Mia. Mia lloraba de alegría mientras abrazaba a su hijo. "Quiero llamarle Marco como mi padre. ¿Te parece bien, mi amor?", preguntó.

Tristán sonrió y besó a su mujer. "Por supuesto. Sé que Marco llegará a ser un hombre fuerte algún día".

"Tristán, lo único que quiero es que sea un buen hombre, con moral, valores y fuerte también". Mia soltó una risita. "Prométeme que lo guiarás y protegerás si es necesario. Pase lo que pase".

Tristán miró a su mujer y la besó en la frente. "Te lo prometo".

"No pude cumplir mi promesa, Mia. Maté... a nuestro hijo... fracasé como marido, como Padre". Se puso la pistola en la cabeza.

Uno de los cazadores vio esto. "¡Señor, no haga esto!"

Apretó el gatillo y la bala le atravesó la cabeza, matándole al instante. Arturo lo vio todo; llegó la ambulancia. Lo único que podía hacer era llorar.

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Todos esperaban noticias. Isaías no paraba de pedir información a los médicos. Darren tuvo que involucrarse. "Alfa, por favor, tienes que calmarte. Vamos a saber cómo está Alyara. Ella no querría verte así".

"¡Cálmate! ¿¡Que me calme!? Cómo puedo estar tranquilo sabiendo que mi compañera está herida o muerta!". La voz de Isaías se quebraba. Rafael también estaba inquieto. "¡No podemos perder a nuestro compañero! No podemos!"

Isaías miró furioso a Arturo, pero había perdido a un hermano y no sabía si su sobrino saldría adelante. No podía enfadarse del todo con Arturo. Momentos después, un médico entró en la sala de espera. "¿Cómo está? ¿Cómo está Alyara?", preguntó Isaías.

"Está viva, pero ha perdido mucha sangre. Por suerte, su grupo sanguíneo estaba en el sistema. Los resultados podrían haber sido diferentes si hubiéramos esperado un minuto más".

Todos dejaron escapar un suspiro de alivio. Isaías quería gritar de alegría, pero también estaba agotado física y emocionalmente. "¿Cuándo podré verla?"

"La meterán en su habitación dentro de una hora. Hay que hacer algunas cosas".

Arturo se adelantó. "¿Cómo está mi sobrino?"

"También está vivo y tuvo suerte de que la bala no le diera en un punto vital".

"Gracias, doctor. Le visitaré cuando me lo permitan".

El doctor siguió su camino y todos se sentaron en sus asientos. Isaías temblaba y no podía contenerse más; lloraba. Lloraba de alegría porque Alyara estaba viva y volvería a estar en sus brazos.

El Amor del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora