Hotel Paraíso

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Salió de la redacción sobre las cinco de la tarde y, aunque iba con bastante prisa, leyó atenta el folleto de publicidad que encontró sujeto en el parabrisas del coche. Después, lo dejó en el asiento del copiloto, junto al bolso y a la agenda. Tras una hora de camino, estacionó el vehículo enfrente de una verja negra y descascarillada. La vecina, como siempre, miraba desde la ventana, pero ella ignoró su presencia y, sin dejar de contestar a los correos que le llegaban al móvil, tocó el timbre. Esperó un par de minutos mientras respondía al mensaje de su asistente y lo pulsó de nuevo, esta vez con más intensidad. Bufó alterada cuando tuvo que volver de nuevo al coche para coger de la guantera la copia de la llave. Mientras tanto, la vecina no le quitaba ojo.

En el vestíbulo, el jarrón de margaritas, que estaba encima de la consola, tenía el agua verde, con decenas de pétalos sumergidos. Desde abajo se oía el sonido del televisor. Llamó a voces a su madre, pero nadie contestó. Subió a la primera planta. La anciana, sentada en una butaca en mitad de la sala de estar, dio un respingo al verla en el umbral de la puerta.

-¿Es que no sabes llamar?
-Eso he hecho -dijo sin levantar la vista del teléfono. Cuando lo hizo, miró la habitación, se acercó a su madre y le quitó el mando de las manos para bajar el volumen de la televisión-. ¿Qué clase de pocilga es ésta? ¿Dónde está Stephanie?
-Jennifer. Y la eché porque se pasaba el día comiendo y con el teléfono en la mano. Así, como tú.
-Yo tengo mucho trabajo. Y ¿desde cuándo no te cambias de ropa? Hueles fatal, mamá. Ignoró la respuesta de su madre y se centró en el correo de negociación con Kave Home para la publicidad en la revista. Confirmó la hora de la reunión y se dirigió de nuevo a su madre, que se colocaba un pañuelo de flores de la cabeza.
-Si no puedes valerte por ti misma, te tendré que internar.
-Sé cuidarme sola. Lo he hecho siempre. Incluso te crie a ti.
-No creo que lo hicieras sola -dijo con una sonrisa sarcástica-. Si mira cómo está la casa. Da asco. Ni siquiera eres capaz de cambiar unas flores -y pasó por delante de su madre para abrir la ventana.

-Me alegro de verte, hija -contestó su madre mientras cogía el mando de la televisión de encima de la mesa para subir el volumen de nuevo.
Una vez en el coche, marcó el número de teléfono que venía en el folleto: Hotel Paraíso. Una nueva forma de vida para la tercera edad.

Una mujer contestó enseguida y le explicó muy amable todas las instalaciones que tenía la residencia y los cuidados que recibían los ancianos. Ella miró la hora varias veces en el reloj del coche, pero después de veinte minutos, quedó satisfecha con saber que había gimnasio, hidroterapia y peluquería. La mujer que estaba al otro lado del teléfono pasaría por su despacho al día siguiente para entregarle la documentación. Ella preguntó al final si el traslado estaba incluido porque ya le parecía demasiado el precio mensual. La mujer, muy complaciente, le dijo que lo dejara todo en sus manos y que no se preocupara de nada más.


Como de costumbre, tuvo una reunión tras otra durante toda la mañana, y mientras repasaba las preguntas para la entrevista que tenía a continuación, su asistente aprovechó el momento y entró en el despacho. Le dejó un sobre de lino encima de la mesa con la documentación para la residencia de su madre. Ella miró el teléfono y leyó un mensaje de un número desconocido: Se me complicó la mañana, discúlpeme. Le he enviado un mensajero que le hará entrega del sobre donde está toda la documentación para que pueda agilizar el proceso. En el momento en que la tenga lista, puede hacer la transferencia. Por favor, si es tan amable no se olvide de enviarnos el justificante. Ponga también dentro del sobre la copia de la llave. Si todo está en regla, mañana por la tarde pasarán a recoger a su madre. Recuerde que estamos a su disposición. Saludos cordiales. Llamó a su asistente y le dio el sobre para que rellenara toda la documentación. Una vez que terminó la entrevista en la sala de reuniones, volvió a su despacho. Tenía los papeles preparados en su mesa así que los firmó, metió la llave en el sobre e hizo la transferencia. Después, imprimió el comprobante y lo guardó junto con todo lo demás. Le entregó el sobre a su asistente para que se lo diera al mensajero y se centró en la siguiente reunión.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2023 ⏰

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