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-¿Quackity?

Negué con la cabeza, todavía aturdido. Jamás me acostumbraría a esto.

-¿El Quackity?-Corrigió Maximus. Asentí esta vez.-Los cambios son cada vez más frecuentes, Quacks. Él acaba de irse.

-¿Hizo algo malo?-Susurré, enseguida observé mis manos. Esta vez no estaban manchadas de sangre.

-Además de amenazarme de muerte a mí y a todo ser viviente, creo que no-Sonrió sarcásticamente.-¿Cómo te sientes?

-De la verga. Es horrible no recordar nada de lo que pasa en mí vida por largas horas-Acomodé el gorrito sobre mí cabeza.-Siento que algo realmente malo está por pasar Maxo, ¿Tú no sabes algo?

-No.

-Bueno, vamos con los demás, seguro el evento ya está por empezar. Se ha retrasado mucho por alguna razón.

-Si, quién sabe porqué -Murmuro.

Caminamos a la mesa, dónde todos se encontraban hablando con gesto serio. Al llegar a la mesa me senté en donde estuve antes, a lado de Roier. Este no me dirigió la mirada, pero yo necesitaba hablar con el. Advertirle.

-Roier-Susurré.

-¿Qué quieres, Quackity?-Casi gruño.

¿Por qué estaba enojado conmigo ahora?

-No soy él -Le dije. El me volteó a mirar, sus ojos color miel observando con detalle los míos oscuros. Mis mejillas empezaron a sentirse calientes, así que desvíe la mirada, sin poder soportar su mirada sobre mí más tiempo.

-No, no lo eres.

-¿Puedo hablar contigo? Es privado-Baje la voz con lo último. Lo último que quería era pelear con Cellbit y todo su clan brasilero.

-Ok, vamos. - Se levantó bruscamente de la silla, llamando la atención de todos. -Ahora volveremos-Me jaló del brazo, obligándome a ponerme de pie.

-¿Guapito?

-Está bien, Gatinho. Solo tengo que hablar unas cosas con Alex.-Contesto, acto seguido me arrastró hasta los baños. Nos adentramos en el último cubículo. -Habla.

-Antes que nada... ¿Te lastimó?... -Pregunté observándolo por completo para asegurarme que no tuviera alguna herida. Suspiré de alivió al no encontrar ninguna.

-No. No físicamente. -Dijo entonces.

-¿Te dijo algo? Si es así dímelo, tal vez pueda evitar que pase algo, Roier. Siento que algo malo está pasando, necesito saber que es lo que ha planeado, por favor. Dímelo.

Entonces paso lo más inesperado, sus brazos rodearon mi cuerpo, y tembló mientras me apretada cada vez más.

-¿Cómo es posible amar y odiar tanto a una persona?-Susurro.

-¿Roier?

El se alejó lo suficiente para mirarme a los ojos. Tenía lágrimas corriendo por sus mejillas. -Quackity- Murmuró mi nombre antes de estampar sus labios con los míos. Sus manos tomándome de las mejillas, las mías fueron a parar a su cintura después de salir del transe.

Me di cuenta que el era un poco más alto que yo, y tuve que ponerme sobre mis puntillas para alcanzarlo. El se dió cuenta de ello, y pude notar la sonrisa formándose sobre sus labios.

Estaba total e irremediablemente enamorado de Roier. Y no había nada en el mundo que podría cambiarlo.

O eso creí, hasta que descubrí que su cara de ángel era una farsa para esconder su diabólica alma. Si es que tenía una.



La Federación [Quackitoier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora