8 | 🌇🍝.

2.6K 185 307
                                    

Juan abre la puerta de la clase y absorto en pensamientos, sin prestarle atención absolutamente a ninguno de los cuchicheos y miradas, se dirigió a su apuesto y se sentó, para luego plantar su vista sobre el libro de historia frente a él.

—Bien, ya que Juan regresó, prepárense todos, voy a dictar las palabras de paz que motivaron la firma del tratado que antes les expliqué—, Habla Reborn, logrando llamar la atención de la clase entera y la del castaño, quién desubicado un poco en su entorno, tomó su libreta y buscó con su mirada su bolígrafo, enseguida chistó los dientes, al no verlo.

—Pero dónde mierda está...—, susurró molesto, asegurando que en definitiva no estaba sobre su pupitre, así que sé asomó por un momento por debajo del asiento y alrededores del suelo, buscándolo.

"Quizás se me cayó cuando fui al baño", fue su pensamiento, para que luego de un segundo se rindiera al no encontrarle, por lo que, respiró hondo y se volteó rápido hacia su mochila con la intención de sacar su estuche y, de el, otro bolígrafo, pero claro, ese se supone que era su plan, hasta que alguien más abrió la puerta de la clase, llamando la atención de todos, incluso la de él, a pesar de que ya podía hacerse una idea de quién se trataba.

—A buena hora vienes a aparecer—, Comentá Reborn cuando reconoce a su estudiante retardado, Spreen, quién, cerró la puerta tras de sí, para luego suspirar y acercarse a él. —¿Por qué has llegado tarde?

Aquella pregunta hace que toda la clase pare de cuchicheos en susurros para escuchar la respuesta del de ojos púrpuras y, de hecho, quién prestó mucho más su atención fue el castaño de lentes, causando que incluso olvidará por completo buscar un nuevo bolígrafo. No obstante, para la decepción de los chismosos de la clase y la preocupación de Juan, Spreen se acercó al profesor y, al ser tan alto cómo para ser de la misma altura que este, pudo acercarse sin problema a la oreja de Reborn y susurrar mientras tapaba con su mano su boca, logrando que nadie más se enterará de la razón de su retardo a excepción del profesor, claro está.

—¡No se vale, Spreen!—, soltó de la nada uno de los estudiantes, representando literalmente los pensamientos de toda la clase, a lo que el de ojos púrpuras enseguida le volteó a ver con el ojo fruncido. —Bueno, no te enojes, es curiosidad —, Spreen rodó los ojos ante lo dicho por Pelicanger y volvió su atención al mayor, quién ignoró el suave alboroto que se creó en la clase por las risas ante lo dicho por el entrometido estudiante.

—Por el momento está bien, al final de la clase cambiaré tu inasistencia, ve a sentarte y preparate que voy a dictar—, ante aquella última orden, sin dudarlo, Spreen se dirigió a su asiento, ya pasando a segundo plano por todos los estudiantes, excepto por Juan, que aún no le quitaba la vista de encima de manera disimulada.

Cuándo Spreen llegó a su asiento, se descolgó la mochila pero antes de sentarse, colocó sobre el pupitre de Jel de lentes, el bolígrafo que había buscado molesto segundos atrás.

El castaño abrió los ojos con sorpresa y con la misma expresión miró el bolígrafo para luego al mismo Spreen, que mientras se sentaba con una sonrisa mirándole, le dijo:

—Ni con esos lentes vez que se te quedan cosas en el baño, hay que ser bien recontrarepolotudo.

Juan lamentó el haberse preocupado tanto en él.

—Puto imbécil.

[...]

Ya han pasado alrededor de quince minutos, pero aún él no se siente con el valor de abrir la puerta, pero tal parece que por fin, ya viendo que los tonos anaranjados y violetas comenzaban a bañar la fachada de la casa de su infancia, decide entrar.

★ Sex Education ★│Rubegetta & SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora