Raices en la tierra.

8 2 0
                                    

Hola de nuevo!
Aquí el segundo capítulo, espero les guste.

Los personajes son de Eichiro Oda, algunos otros son de mi autoría.

Es un alternative universe ubicado en los años 1300, en Mayapan Yucatán, mi interés es simplemente entretener y porque no? Inspirarlos a viajar y conocer este hermoso país llamado México.

Dicho esto al fic!!!






El príncipe Zoro creció bajo las directrices de un gran gobernante, su padre le instruyó en el oficio de guiar a su pueblo, los grandes sacerdotes le enseñaron a leer y escribir, bien podía recitar canciones que hablaban de guerra así como poemas que hablasen de amor.

Su madre le imbuyo el amor hacia el pueblo y la responsabilidad para con este.

El pueblo le quería, ya que era diferente, Zoro no fue apartado del pueblo ni visto como el Dios inalcanzable, desde pequeño el padre de Zoro le hizo ver qué se debía por y para su pueblo. Así que no era raro ver al príncipe jugar con los niños de menor estatus, escuchar a los agricultores sobre sus problemas, hasta comer en las humildes chozas con techo de palma de algún poblador.

Si, Halach Uinic tomo una buena decisión, el pueblo no debía temerle, el pueblo debía respetarle.

Puede más el respeto que el miedo.

Así Zoro fue creciendo, nutriéndose de las enseñanzas, tradiciones y sus costumbres, estableció un lazo con los más pobres sin perder de vista el legado que le esperaba. Sería gobernador, cuando su padre cediera el trono y le encontraran una pareja.

Ah, el designio de la pareja.

El pueblo, al saber del augurio, hicieron hasta lo imposible por que una de sus hijas cumpliera con los requisitos. Muchas mujeres en labor de parto acudían a las cuevas para dar a luz a sus bebés, arriesgándose a qué algún aluxe les encontrará y les hiciera alguna travesura.

Sin embargo ninguna niña cumplía con los requisitos, los dioses saben cuántas mujeres con niñas en brazos se presentaron para ofrecer a sus hijas en matrimonio. Hasta los más altos caciques se vieron en la necesidad de mandar a sus mujeres a parir en cuevas o ríos.

Pero el Alma Kan había descartado a todas y cada una de ellas. Con desazon el Halach Uinic veía como la fuerza vital del gran sacerdote iba mermando, en ocasiones hasta se preguntaba si la vida le alcanzaría para poder señalar a la consorte de su hijo.

Zoro por su lado ni pensaba en eso, si bien había oído el augurio y lo tenía presente, jamás hizo esfuerzo alguno por tratar de encontrar a quien sería su pareja.

-Los dioses saben quién es y sabrán cómo ponerme en su camino. No tengo nada más que hacer más que prepararme para ese día.

Sus padres no pensaban así, ellos si que buscaban a la que sería la futura gobernante con ayuda de los muchos sacerdotes que estaban a su disposición, pero no parecía llegar.

Con esta preocupación el tiempo paso. Zoro se volvió fuerte, reservado, buen cazador, la víspera de su cumpleaños 18 estaba por llegar y como todo año Zoro había sido llevado a la selva, en compañía de sus guerreros más cercanos para cazar.

Era una tradición de la familia, cuando el niño tuviera suficiente edad acudiría a la selva a cazar para demostrar su valor, las primeras veces lo haría acompañado siempre de su padre, conforme fuera avanzando en edad y se volviera diestro le irían dejando solo.

Azul Inframundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora