ENAMORADA DEL GURU

ENCONTRANDO LA PUERTA

Me remontó al día que lo conocí y que me cambio para siempre la vida con bellos momentos que me hicieron enamorarme de el y los malos como ayer cuando fue secuestrado.

Yo estaba desesperada, mi vida era un conflicto, aunque aparentemente no me faltaba nada, sentía que mi existencia no tenía sentido, que me faltaba algo, pero no era dinero, pues lo que ganaba me alcanzaba para todo lo que yo razonablemente quería. Me desesperaba vivir por vivir, morir sin haber hecho algo de verdad; tampoco era tener hijos o marido, cosa que no había evitado, pero tampoco me desvivía. Intente llenar ese vacío inútilmente con alcohol, religión u hombres. Hasta que una noche iba rumbo a la casa, al terminar la jornada laboral, me puse a deambular, tal vez sufriendo ataques esporádicos de ansiedad cuando de pronto lo vi a él predicando, un hombre normal, vestido con ropa cómoda, limpia aunque no de marca, buena peluqueada, zapatos lustrados, se veía muy bien pero sin lujos, ni reloj traía. No en una iglesia, sino en una estación del metro, dando su discurso como una persona que habla con unos amigos, quienes están muy emocionados de escucharle como si lo quisieran muchísimo y llevaban tiempo sin verle. Él me lleno el vacío y no solo de mi existencia, también el de mi corazón, fue una serie de aventuras las que empezaron ese día al encontrarme casualmente, él con sus palabras hipnotizada a su público, según me acuerdo decía más o menos esto:

—El hombre desde el comienzo de uso de razón sintió la necesidad de conectarse con el infinito y abrir sus sentidos a experiencias extracorpóreas, además de que su trasegar en el terrestre significará algo que también que fuera premiado con la gracia suprema en el más allá.

Yo también durante mucho tiempo lo busqué, me movía principalmente el miedo a la muerte, me emociona muchísimo los viajes en el tiempo, me encantaría poder viajar al pasado para cambiar mis errores, en ese camino estuve en varias religiones, leí muchos libros y hablé con mucha gente.

Al final lo encontré, todas las respuestas están dentro de uno mismo, si bien es verdad que somos hijos de Dios, entonces el hijo Es como el padre y Él es omnisciente, por lo tanto, nosotros también lo que pasa es que estamos tan ocupados buscando las respuestas de otros cuando no nos escuchamos a nosotros mismos.

Trataré de enseñarles lo más simple posible, quitándole todo fanatismo, para que alguien del mundo real no tenga que parecer un loco por querer alcanzar el nirvana. Que no se tenga que internar en una caverna para autoanalizarse, que siga su vida, pero con más entusiasmo. Que se divierta más, que ame más, que le guste pasarla muy bien, que rece con alegría, que no se victimice ni se autoflagele, sino que sea verdaderamente lo que Dios quiere, que seamos un dios pequeño, que se divierta con toda su maravillosa creación y que estamos encaminados a servirle a El de la manera que lo disponga.

. . .

El término de hablar, yo me agarré la cabeza con ambas manos, sentí que el corazón se me salía del pecho, así que me abrase duro, no como en los ataques de ansiedad, más bien como de un júbilo, sus palabras me cautivaron. Sentí necesidad de saber más de él, de buscarlo, su mensaje me llegaba al alma. Muchas veces había pensado que tal vez lo que necesitaría era un guía espiritual que me enseñará que hay algo más en la vida que levantarnos para trabajar o estudiar, estar mirando el reloj para las entradas y salidas, ganar dinero para gastar. También sentí miedo de que esto no fuera real, que fuera un sueño, de no volver a verlo, quería preguntarle muchas cosas, pero cuando se despidió de mí casi ni mes salió un adiós, creí escuchar que estaría allí en 3 días, no podía faltar ese hombre me podría ayudar por eso decidí seguirlo.

...

Entonces lo busqué allí donde dijo que estaría, pero llegué dos horas antes. Tuve varios ataques de ansiedad, hasta que mágicamente empezó a llegar gente, y como cuando sale el sol después de una tormenta, llegó saludando con una gran sonrisa, vestido impecablemente no muy formal, suspirando, comenzó un hermoso sermón titulado: