Desperté en el sillón, toda doblada, con un fuerte dolor en la cabeza. Fui hasta el baño y me lave la cara, al mirarme al espejo vi un gran moretón en la frente, recuerdos vinieron a mí como un golpe. Mi infancia. Mi padre, golpes, llanto, sangre. Trate de alejar esos recuerdos, y otros vinieron a mí. Recordé lo que pasó, el animal, que me quería matar, yo con sombra en la mano y cortándole el cuerpo. Salí corriendo de allí, cuando entre a la cocina el piso estaba lleno de sangre. El cuerpo seguía ahí, mi espada junto a él.
La tomé y le limpie la hoja con un trapo, luego la envaine y me la ate a la cintura. Fui hasta la sala de estar, agarre el revólver que había dejado tirado y lo volví a guardar, no es que fuera de mucha ayuda. Arregle un poco el desorden y limpie el piso. También corrí el cuerpo, bueno lo deje a fuera, en el patio. Todo estaba silencioso, no había madres llevando a sus hijos al colegio y empresarios corriendo para llegar temprano, así que dudaba mucho que a alguien le molestase.
Al entrar me dirigí directamente a la heladera, moría de hambre. Me serví un gran cuenco de cereales y lo devoré en minutos. Me fije mi celular. Era 14 de septiembre. Catorce! ¿Cuánto había dormido? ¿Porque mi madre todavía no había llegado? ¿Qué es lo que ocurría?
Mire la hora y me fui a dar una ducha, luego de eso saldría de casa para ver cómo estaba el exterior. Pero por el momento deje que el agua acariciara mi piel, y borrara la horrible sensación que tenía hace tres días. Y rompí a llorar, llore por mi familia, que no sabía si estaba bien o incluso donde, llore por haber matado, aunque esa...cosa me quisiera matar, yo fui la que acabe con su vida, llore por ese nene, la imagen de su cuerpecito inmóvil aparecía cada vez que cerraba los ojos.
Sabía que bañarme y tener electricidad todavía, era un recurso escaso, solo funcionaria por algunos días mas, no estaba segura, solo hasta que las maquinas dejen de funcionar. Dudaba que haya alguien fijándose que funcionara todo. Ya no sabía lo que ocurría en el mundo, me sentía en una fortaleza, en una isla, alejada de todos. Lástima que el mal puede nadar y llegar hasta aquí.
Me cambie y equipe. En una pequeña mochila guarde una linterna, un mapa, agua y algo de comida –no sabía cuánto tiempo iba a estar a fuera-, un botiquín, granadas y munición, bombas de humo, binoculares y un buzo. Me sentía en una película, iba de expedición, preparada para encontrarme algún enemigo. Coloqué una daga en mi muslo, el revólver y envaine los sables. Atravesé la puerta, no sabía exactamente qué era lo que esperaba, quizá gente, pero no había ni una sola persona, viva. Comencé a caminar para el lado de mi antiguo instituto, no tenía auto, así que tendría que ir a pie.
Camine por las calles desoladas de vida, había cuerpos tirados, sin vida. Alguno de ellos eran bebes. La sangre corría por las calles mientras más iba avanzando. Llegue al centro, donde estaban todos los locales. Ninguno estaba abierto, parecía como si sus dueños se hubieran ido, dejando todo atrás.
Imagine la vida de las personas que estaban muertas en la calle. Como habían muerto, que había ocurrido. Un día se despertaron, desayunaron y fueron a trabajar, encontrándose con algo que los quería matar, algunos seguramente estaban dormidos, despreocupados.Entre a un local abierto, con la mano en la empuñadura por si acaso, era una farmacia. El lugar estaba destruido, los productos esparcidos por el piso, los estantes rotos y estaba todo a oscuras, encendí la linterna. Lentamente y haciendo el menor ruido posible metía cosas que creía que podía llegar a utilizar, cuando escuché gruñidos. Sin pensarlo me agaché, algo o alguien se acercaba, arrastrando los pies y produciendo ruidos extraños.
Trate de alejarme del sonido, yendo para el fondo del local, había una salida trasera. Al tratar de dar vuelta para irme se cayó un frasco con pastillas, en ese momento los vi. Eran dos personas o...lo que quedaba de ellas. Tenían los ojos rojos inyectados de sangre, ellos eran responsables de los gruñidos. Trate de hablarles, les dije que les iba a pagar. No les importó. No creo que me entendieran. Ni siquiera sabía si eran realmente humanos. Lo que sabía, era que tenía que correr. Rápido.
Corrí hasta la puerta de atrás, ellos me siguieron, cada vez más rápido. Me choqué con un estante y tropecé, ellos me alcanzaron y se lanzaron sobre mí. Trate de mantenerme en pie y alejarlos de mi, grité pidiendo ayuda, nadie vino.
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Destinada a Sobrevivir
Random¿Que pensarías si un día te despertaras solo, en el mundo? Tus vecinos, muertos. Tu familia desaparecida, y los únicos que te hacen compañía en el desolado mundo son monstruos. Una chica de diecisiete años. Sola, tratando de averiguar que ocurrió c...