Talk 10

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—DaHyun Unnie, tienes una visita —murmuró —Chuwi vino a verte.

La japonesa le hizo una seña a la más alta para que se acercara, esta mordía su labio con fuerza, jugó con sus dedos por los nervios.

Sana tomó su mano y la acomodó sobre la de la mayor, haciendo que diera un respingo cuando sintió lo fría que estaba, aunque la otra no dejó que apartara su tacto.

—Ella sabe que estás aquí, sabes que le gusta tomar las manos de alguien —acomodó las manos de ambas para que sus dedos quedarán entrelazados—Por favor, no le tengas miedo, sólo está durmiendo.

Tzuyu sorbió su nariz, un pequeño sollozo escapó de sus labios.

—-Oh, Chuwi, no llores —la mayor la abrazó —Si lloras, Hyun se va a dar cuenta y va a llorar también.

La taiwanesa tenía una bruma en el pecho que le decía miles de cosas para hacer, entre las que estaban huir, llorar y gritar, o quedarse allí al menos un rato, como respeto, como consuelo.

No sabía qué hacer de todo aquello.

—Sana... No me gusta estar aquí —retiró la mano de la de la mayor, la llevó a su rostro, cubriendo sus ojos para no ver.

—Pero te gusta estar con tu Unnie, ¿no, Chuwi? La quieres, dilo —habló, bastante alto para estar tan cerca de ella—,Tzuyu, dahyun está triste porque nadie viene a visitarla... Piensa que nadie la quiere, demuéstrale que está mal. ¿Puedes quedarte un rato?

Tzuyu la miró con tanta tristeza, tardó unos segundos en asentir.

—Háblale, Chuwi, ella te escucha —dijo—. Ya sé, iré a comprar unos buenos cafés, a ti y a DaHyun le encantan, claro que estando dormida no puede beber café... Pero con unos cómodos cafés podemos hablar mejor, como antes.

Chou hizo silencio unos segundos.

—Quizás cuando despierte... —murmuró, con una pequeña sonrisa—. Cuando despierte beberemos café las tres. Pero quizás este frío para entonces... Cuando despierte yo compraré los cafés.

La pelinaranja sonrió ampliamente, cálida por la actitud de la menor, la movió un poco entre sus brazos con emoción.

—Ya regreso, háblale hasta entonces — habló, liberando el abrazo—. Si la halagas un rato sonríe, inténtalo. O cantale algo, le gusta, y si le gusta lo suficiente también va a sonreír.

Antes de salir de la habitación, se volvió hacia la peliazul, dando un apretón en su mano mientras dejaba un beso en su frente. —Ya regreso, amor.

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