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Hola mi solemne amor, esta es posiblemente la última carta que te escribo, te pido que no te molestes por ello pero, después de tantos años creó que es hora de terminar con esto. Sé que por las circunstancias de los años y la vida tan dura que éramos obligados a vivir todo habría terminado hace mucho tiempo.

Sé que esto lo he escrito muchas veces antes, pero éste día lo hago sin lágrimas en los ojos ni sentimientos de culpa y con la verdad de las cosas quemando mi piel y mi más profundo ser. Siempre recordaré la trágica manera en que nos conocimos, ése día los que se decían mis amigos me habían inculpado de robar muchos dulces en una tienda, y el dueño estaba dispuesto a golpearme con la fusta de su caballo, recuerdo que saliste de entre el pequeño tumulto de gente y discutiste con el hombre "Dígame ¿qué pruebas tiene en su contra? Si sabe bien que los injustos son su sobrino y sus amigos quienes han robado los dulces, y sus alientos tanto sus manos pegajosas les delatan", él trató de defender al desgraciado de Rodolff y al resto de los ladrones, y al verse sin salida decidió golpearme con su fusta, tú sin saber quién era te echaste sobre mi y tú espalda término lleva de cortes, moretones y sangre y yo sí apenas un par de moretones en los brazos.

Recuerdo que tú padre apareció con Rodolff mientras el hombre trataba de golpearme a través de ti, lo arrojó sobre tu espalda y le terminó reventando un cachete del golpe que no era para él, tu padre nos defendió con inteligencia y evidencia para evitar cargos mayores, nuestra vida era una condena por ser extranjeros o hijos de extranjeros, éramos cómo lo peor que había. Después de ese embrollo mi madre busco a tu padre para agradecerle con dos bolsas llenas de la apenas poca comida que teníamos, y él cómo todo un cabello trató de rechazarlas, pero tu madre nos entro a tu casa y ese día nuestras madres se volvieron amigas, y tú y yo nos volvimos cercanos, Jackson Wang, hijo de la primer americana que le abría los brazos a una asiática que si apenas lograba pronunciar bien el idioma, y para mi sorpresa tu madre amaba profundamente a tu padre, un hombre chino inmigrante que hablaba tres idiomas, y tú eras fruto de su amor. Mi vida ellos jamás dejaron de amarte, hasta su último aliento se que te mantuvieron vivo en su memoria.

En ese año de 1931 cumpliste los 15 años el 28 de marzo, y yo tenía los 12. Jamás pensé que un día del calendario cómo tú cumpleaños, año tras año pudiera dejarme un pinchazo en el corazón y un vacío que no se puede llenar; pensé que seríamos amigos, pero conforme los meses pasaban y tus heridas desaparecían lo que llamamos amistad también lo hacía y se convirtió en algo que una vez le dimos nombré se nos fue arrebatado de las manos. Recuerdo que nos volvimos casi inseparables y siempre jugábamos juntos, aún me divierte el hecho de que nuestro idioma secreto fuera el coreano, tan común para ti y para mí, tan extraño y denigrante en esos años para los demás, siempre jugando en la laguna de nuestro pueblo en ropa interior, siempre corriendo tras un balón, siempre escondiendonos después de que me obligabas a hacer una travesura y terminábamos en el campo cerca de la casa del señor Hanks tras o sobre los árboles, siempre mirándonos en silencio cerca del otro con la infantil excusa de escondernos. Mi amado Jackson, ahora se que no nos escondíamos del castigo de nuestras travesuras si no de una sentencia de muerte segura, pues los chicos flor y mariposa cómo nosotros jamás serían aceptados, o eso pensamos.

Cuando cumpliste los 17 años tu padre se sentía desesperado de que su hijo, tan guapo y varonil, aún no tuviera una novia pese a vivir en un barrio lleno de chicas asiáticas, se vió más desesperado al pensar que era por falta de interés en las mujeres, mi madre también se vio afectada pero mi enfoque en el estudio le daba un alivió de pensar que su hijo solo era un hombre centrado a diferencia de ti, así que comenzaste a hablar de chicas siempre que un prospecto de chica guapa o deseable aparecía, indiferente de su edad, etnia o color, tenías que tenerlas a todas en la mira de tu padre, mientras tu en secreto cuando hacíamos pijamadas para estudiar, me mirabas fijamente y acariciabas mi mejilla y buscabas el pretexto más absurdo para con tus dedos rozar mis labios cuando solo éramos tu y yo. Wang cariño, siempre eras tan dulce conmigo siendo aún solo niños temerosos de las reglas del mundo.

mi solemne amor (One Shot JackSeok) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora