ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1

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Jaekyung

Limpie mis manos sudorosas por tercera vez en mis pantalones, levantándome del asiento del hospital.

Dan se había puesto de parto hace unas horas.

Y la ansiedad por entrar a verlo me estaba volviendo loco, completamente loco. Había visto su fuente romperse en el gimnasio y segundos después empezar a quejarse por las contracciones.

Se retorcía peor que un gusano.

Nunca me había sentido tan nervioso, ni siquiera cuando encontré la prueba de embarazo en el tacho de basura del baño de mi habitación o cuando Dan me había dicho que quería abortarlo. Lo único que me acuerdo de hacer en ese momento fue caminar hacia él y cargarlo en brazos para irnos al doctor, mi cuerpo actuaba y no me dejaba ni pensar.

Sabía que luego de esto, tendría muchos reporteros detrás mío preguntando por el joven que cargue corriendo hasta el hospital, ya que mantenía a Dan escondido. No me agradaba la idea de exponer mi vida privada al público, si tanto quieren chisme porque no se van a buscarlo donde sus vecinas o abuelas.

Ahora mismo me encontraba en la habitación básica, dando vueltas a la espera de que me llamen para acompañar a Dan en el parto.

Minutos después entro una enfermera con un conjunto celeste en sus manos.

-Señor Joo...-me cede la ropa cuando me acerco a ella- Se puede cambiar en la habitación o en el sanitario que esta ahí...- señalo segura.

Me moví rápidamente al baño para desvestirme y cambiarme la ropa deportiva por la ropa de hospital. Cuando salí, la enfermera se encontraba recostada en el marco de la puerta esperando a que aparezca, me aproxime a ella cuando empezó a caminar hacia la sala donde iba a nacer el niño.

Al llegar pude ver a Dan recostado en una bañera azul, tenía los brazos apoyados en el borde de aquella tina, arrodillado movía su cadera para aliviar su dolor. Un doctor se encontraba a su lado midiendo la temperatura del agua, el omega no se dio cuenta de mi llegada hasta que roce su oreja con mis labios.

-Lo estás haciendo bien- dije agachándome frente a él acariciando su mejilla.

Elevo su cabeza dejándome mirar sus cansados ojos, la cara la llevaba sudada por el esfuerzo y los labios algo lastimados por morderlos.

-Jae...- jadeo acurrucando su cabeza en mi palma.

No sé en qué momento su cuerpo empezó a soltar feronomas pero cuando me di cuenta yo ya estaba respondiéndole con las mías, el dulce olor a canela y lavanda lleno el cuarto tranquilizándonos a ambos. La necesidad de sentir su aroma me estaba desequilibrando y parece que igualmente él las necesitaba porque su cuerpo se relajó un poco bajando la guardia hasta que otra contracción llego perturbándolo.

-Señor Kim, señor Joo. - nos saludó el ginecólogo entrando por la puerta y colocándose al lado de mi omega.- Buenos días, al parecer el pequeño boxeador o boxeadora decidió adelantarse.

Al llegar Dan al quinto mes de embarazo quiso saber el sexo del mocoso, pero este no se dejó ver en ninguna ecografía, siempre estaba cruzado de piernas.

-Dan, ¿qué te parece si vemos cuanto de dilatación tienes? - pregunto.

El nombrado alejo su cabeza de mi palma sentándose correctamente en la tina y asintió. Cuando el medico comprendió su gesto abrió sus piernas y lo reviso, tensando a Dan en el proceso.

-Creo que ya estas listo para empezar a pujar. -dijo colocándose unos guantes.- Señor Joo desea entrar a la bañera o está mejor ahí?

Mire a él omega castaño que estaba frente a mí y sin responder me saque las zapatillas de deporte adentrándome a la tina, colocando la espalda de Dan en mi pecho.

Un pequeño nudo se formó en mi garganta cuando el hombre que estaba en mis brazos empezó a pujar, al ver como se estremecía sin tener un apoyo, agarre su mano para que pueda hacerlo en mí.

Mala idea, porque cada contracción que llegaba a él hacía que oprimiera mi mano de una manera que parecía querer romperla y no estaba seguro si le falta mucho para ello. Habían pasado unos cuantos minutos cuando Dan comenzó a rendirse.

-No puedo más, estoy cansado...- murmuro en pausas.

Tenía el ceño fruncido y ahora estaba en la posición del principio solo que ahora le daba el culo al médico mientras que su cabeza se apoyaba en mi cuello. Sus brazos estaban enroscados en mi garganta y las manos estrujaban la camiseta del hospital.

-Dan ya no falta casi nada. -el ginecólogo levanto la mirada hacia una enfermera buscando ayuda.- Tengo la mitad del cuerpo del bebe fuera, ¡Vamos!

Las palabras de aliento hicieron efecto rápidamente en el omega, logrando que al segundo pujo acompañado de un fuerte grito que dejo sordos a todos en la sala, nazca el niño.

Dan ansioso en mis brazos, bajo su cadera cayendo en mi cuerpo, saco la cabeza de mi cuello y pude observar unas cuantas lagrimas salir de sus parpados. Estábamos algo confundidos, supuestamente como habíamos escuchado en el documental que salió en la televisión hace unos días, los bebes cuando estaban en perfecto estado lloraban al nacer, si no lo hacían, era sinónimo de preocupación.

Unos cuantos segundos pasaron donde el incomodo silencio reino hasta que un agudo llanto por parte del recién nacido llego a nuestros oídos, haciéndome botar el aire que tenía guardado en mi pecho sin saber en qué momento lo había guardado allí.

El medico paso él bebe a Dan y este que ya se había acomodado mejor lo agarro con sumo cuidado, como si fuera un pequeño objeto que podría romperse en cualquier momento. El llanto en la habitación no había parado hasta que el pequeño tumulto de masa se acurruco en el pecho de su madre reclamándole.

-¡Felicidades! Al parecer es una niña. -exclamo el medico orgulloso.

Mierda.

Mierda, mierda.

Era una niña.

Una pequeña presión golpeo mi pecho, dejándome completamente en blanco, la cabeza me palpitaba y mis manos temblaban. Dan había estado ansiando saber el sexo del mocoso desde su cuarto mes cuando le empezaba a agradar su decisión. A ambos no nos gustaba la idea de que fuera niña ya que según el entrenador decía que eran sumamente delicadas para tenerme como padre y para mí el hecho de que este rodeada de hombres toda su vida no me hacía sentir verdaderamente cómodo.

Pero al parecer los Joo por característica eran sumamente tercos.

ʟᴀᴢᴏs ᴀʟ ᴄɪᴇʟᴏ (ᴊɪɴx ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀsᴇ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora