― 5 veces que lisandro le prepara un café y una que recibe un caramelo ❜

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〔  9800 palabras

❛ Donde Lisandro es un barista que ve a diario historias de amor en su trabajo, o donde a Alejandro le encantan las cosas dulces, casi tanto la sonrisa del chico detrás del mostrador ❜

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Lisandro ató con un moñito el delantal gris con detalles marrones a su espalda. Una nueva mañana de trabajo y eso solo podía significar dos cosas: olor a granos de café y clientes entrando por la puerta. Camino hasta el mostrador y saludo a Lautaro.

—Mira —le susurró el azabache, señalando con la cabeza las mesitas al fondo del local— Parece que el turro ese por fin se animó a hablarle al chico tímido.

Lisandro observó disimuladamente —no deseaba repetir lo que había ocurrido la semana pasada, cuando Lautaro le había dicho "no te des vuelta, pero atrás tuyo Cuti le está pasando su número al coreano parece" y él inmediatamente se había volteado, siendo, muy probablemente, demasiado obvio, y ganándose un zape acompañado de "te dije que no te des vuelta, tarado"—, dándose cuenta de que, efectivamente, una nueva historia de amor estaba surgiendo en la cafetería.

—Ya era hora de que esos dos se hablen, ¿no? —preguntó en un murmuro, y Lautaro asintió.

—A ver cuando enganchas algo vos, eh —bromeó.

Claro, para Lautaro era fácil decirlo. El chico llevaba tanto tiempo con Joaquín que parecía que ninguno de los dos recordaba cómo era la vida antes de conocerse. En cambio, él... bueno, Lisandro no corría con la misma suerte. Día tras día era testigo de las historias de amor que se gestaban entre las cuatro paredes de aquel local, y la mayoría de sus amigos estaban en pareja. Él parecía ser el único al que no le iba bien en ese aspecto, y aunque siempre decía que no le importaba y que disfrutaba de su soltería, cierta parte de él quería estar con alguien de forma romántica. Extrañaba esa sensación que se apoderaba de su cuerpo cada vez que veía a la persona que amaba sonreír. Le encantaba cuidar de sus parejas, hacerle regalos, salir juntos. Sin embargo, ya habían pasado tres años desde su última relación. Tres años desde la última vez que sintió esa alegría en su corazón de querer y ser querido de la misma forma.

—Lo decís por envidioso —se defendió, tratando de deshacerse de esos pensamientos—. Como vos no apareces como empleado del mes.

Lautaro rodó los ojos.

—Bue, se agrando Chacarita —se mofó.

—Sí, sí. Vení a hablarme cuando la foto de tu cara este enmarcada con la leyenda de "mejor barista" durante un año seguido.

Lautaro abrió la boca para responder, pero la puerta del local se abrió, obligándolos a ambos a dejar aquella discusión para más tarde.

—Buenos días —saludó el chico, con un acento un tanto extraño. Su cabello color chocolate estaba prolijamente peinado, y Lisandro sintió envidia por un momento de no poder tener esa capacidad para controlar su cabello. Tal vez, debía dejar de decolorarse para hacerse los reflejos.

—Hola —respondió Lautaro, apoyando una mano en el hombro del entrerriano— Acá mi compañero, alías "soy el mejor barista del mes hace más de veinte meses consecutivos" te va a atender.

El gualeyo le dirigió una mirada de "te voy a matar" antes de volver su atención al nuevo cliente, que estaba del otro lado del mostrador.

—No le des bola, este es así siempre —dijo, tratando de restarle importancia al asunto— ¿Qué se te ofrece?

✦ ;; El United es celeste y blanco ― GarnalichaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora