Parte única

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Érase una vez, en una tierra olvidada, existía una joven llamada Elara, conocida por su belleza. Poseía un corazón oscuro y malévolo. Toda su vida la dedicó a buscar venganza contra una criatura poderosa y temida: La Bestia, que residía en lo profundo del bosque encantado.

Las leyendas susurraban historias sobre su aterradora apariencia y su transformadora maldición. Se decía que únicamente un beso de amor verdadero podría romper dicha maldición, pero Elara buscó una solución diferente.

Incluso antes de Elara nacer, ya su destino estaba sellado y todo camino que eligiera la llevaría a la Bestia. Su unión fue orquestada como parte de una historia mucho más amplia y enrevesada.

Generaciones atrás, el Dios del bien y el mal anunció una nueva profecía. Dónde declaró que una joven de sangre noble sería la única que podría romper la maldición de la Bestia, que azotaba con su ira la tranquilidad de los pueblerinos del reino de Bramdor, lugar de donde provenían los sucesos más misterios y mágicos que fustigaba a la humanidad.

Elara, no era de sangre noble, aparentemente. Pero su pasado guardaba muchos secretos que la joven descubrió más adelante.

El padre de Elara no era exactamente el mercader que robó una rosa a la bestia. El rey de las Islas Felices era el padre biológico de Elara, quien creía muertas a la joven y a su madre.

La madre de Elara había sido pastora, pero en las Islas Felices el rey era libre de casarse con quien quisiera. Se casó con la joven y la había elevado a reina.
Entonces un hada malvada reveló a todos que la madre de Elara era un hada. 

En el reino de las hadas no era permitido casarse libremente. Y una vez que se descubrió que la madre de Elara se había casado con un mortal, el hada malvada se aseguró de que fuera encerrada por el crimen que había cometido.

Cuando la madre de Elara desapareció del castillo sin dejar ningún rastro, todos asumieron lo peor y la declararon muerta. El hada malvada decidió entonces que quería casarse con el rey, así que cambió su forma por la de una reina vecina y trato de conseguir que la aseptara como esposa.
Aun con el corazón roto por la perdida de su amada, el rey la rechazó, usando a la joven Elara como excusa. Entonces el hada malvada, convenció a la niñera para que llevara a la pequeña al bosque y la matara. Pero un hada buena, hermana de la madre de Elara, rescató a su sobrina, y dejó un rastro de ropa ensangrentada para que el rey y el hada malvada creyeran que la pequeña había sido mascarada por los animales salvajes.

En su huida, el hada buena pasó frente a la casa del mercader, vio que su hija acababa de morir y sustituyó a los bebés para que Elara fuera criada con seguridad hasta que llegara el momento de conocer a la Bestia.
Pero nadie imaginó, que Elara se convertiría en una gran hechicera y descubriría lo que había acontecido en su retorcido pasado. Y consumida por el dolor de la muerte de su padre adoptivo en garras de la Bestia. Decidió vengarse de todos los que habían causado daño a su familia. La reina, el hada, incluso la niñera que se había dejado convencer de matarla cuando era una bebé, pagaron por ello. Y la bestia, que se había convertido en una misión obsesiva.

La mente de Elara estaba consumida por el odio. Estudió hechizos antiguos, aprendió magia prohibida aumentando sus poderes. Después de años de preparación, se consideró lista para conjurar un plan que derrotaría a la Bestia.

Elara envuelta en belleza, se transformó en una dama cautivadora. Sus profundos ojos azules brillaban con malicia, mientras que sus labios exudaban un encanto seductor que ocultaba sus malvadas intenciones.

Se aventuró a través del espeluznante bosque hasta llegar a los dominios de la Bestia. Y en su primer encuentro, el encantamiento de Elara surtió efecto. El comportamiento salvaje de la Bestia se suavizó y vio ante él una oportunidad de tener compañía. Sin que lo supiera, este fue el comienzo de la intrincada trama de Elara.

Los días se convirtieron en semanas y Elara manipuló hábilmente las emociones de la Bestia. Aunque la Bestia sentía un cariño cada vez mayor por la hechicera, Ella solamente albergaba malicia en su corazón.

Poco a poco la vulnerabilidad de la Bestia incrementó y en una fatídica noche. Mientras la Bestia dormía, Elara deambulando por el castillo, descubrió una rosa mágica bajo una cúpula de cristal. Ninguna leyenda, ningún murmullo había revelado nada sobre la rosa. Pero Elara conocía la magia oscura y sabía que allí se encontraba el corazón de la maldición de la Bestia. Finalmente encontró la manera más fácil de derrocar a la Bestia y no necesitaría  su magia.

Así que, tomó la rosa entre sus manos y arrancó cada pétalo. Cuando cayó el último, escuchó un grito ensordecedor procedente de la habitación de la Bestia. Impulsada por su sed de venganza, corrió hasta allí, esperanzada de que había tenido éxito. Encontró a un ser monstruoso; había crecido en tamaño y la poca humanidad que quedaba en él, se había desvanecido. Solo era un animal salvaje y sin alma.

Elara utilizo sus hechizos más poderosos, pero no pudo influir en la Bestia. La última esperanza de lograrlo, era acudiendo a la espada envenenada que había forjado con magia.

Cansada y herida encontró suficiente poder para invocar la espada y hundirla en el corazón de la Bestia, quien segundos antes de morir volvió a su forma humana y murmuró sus últimas palabras:

“Gracias por salvarme la vida”

Así acabó todo para la Bestia. Mientras Elara atrapada en su propia red de oscuridad, se apoderó del castillo. Donde solo entraban los que ella permitía y quien desobedeciera las reglas, conocería el poder de la espada envenenada.

Había muerto una Bestia, pero emergió otra aún peor. La primera al menos era un animal.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2023 ⏰

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