-No quiero que te vayas Val.-sollozo Teo abrazándome.
-Adiós hermano.- se despidió Alex de Aaron, con un choque de manos.
-Vamos chicos, el último abrazo grupal.
Estábamos en el aeropuerto con algunos de nuestros amigos, era el momento de la despedida, la dolorosa despedida, pero me hacía ilusión el empezar una nueva vida en Estados Unidos.
Antes de ayer fuimos con Aaron a comer a nuestro restaurante favorito para hacer una despedida. Nos dieron regalos para que los recordáramos. Mateo me regalo una pulsera con una bandera chilena y una "V" y a Aaron una polera de la selección Chilena con el apellido "Blakeman" en la espalda, Alejandra me regalo un collar que tenía colgando un corazón y a Aaron una foto enmarcada de ellos dos poniendo caras raras, Alex me regalo una carcasa para mi IPhone con una "A" encerrada en corazón y a Aaron...condones, y Belén nos regaló a cada uno un cuadro de fotografías gigante con todas las fotos que nos sacamos en estos dos años.
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No era la primera vez que yo viajaba en avión. Pero si era la primera para Aaron y estaba demasiado nervioso. Me estaba apretando la mano tan fuerte que solté un quejido, pero no lo culpaba, porque la primera vez que yo viaje estaba tan nerviosa que tuvieron que ponerme un sedante para que durmiera durante el vuelo.
-VAAAAAAAAL!!!!!!.-grito Aaron cuando el avión estaba despegando, yo solo reí.
-Tranquilo Aaron, no pasara nada. Shh todo estará bien, tranquilo.- dije con una mirada dulce para tranquilizarlo, al parecer funciono, porque solo se recostó en su asiento respirando agitadamente.
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Por fin habíamos llegado a Nueva York y mi tía Karen estaba con mis primos esperándonos con carteles y esas cosas.
El vuelo fue tedioso, no solo por el hecho de que Aaron me estuviera insistiendo todo el viaje que no podía dormir porque el ruido de la turbina le molestaba y que jugara con él en la pantalla que traen los aviones para cada pasajero, sino porque al lado mío estaba papá roncando y atrás un niño gordo que pateaba mi asiento. Así que no pude dormir en todo el viaje y para rematar en el viaje en auto a Connecticut que son más o menos dos horas tampoco pude dormir porque el sexto hijo de mi tía lloro todo el rato.
Llegamos a la casa que mi padre compro, la verdad es que casi me voy de espalda al verla. Era mucho más grande que la casa en la que vivíamos en chile pero creo que aquí no es mucha novedad. La casa era blanca por fuera con garaje y un balcón que daba hacia la calle, y estaba a dos casas de la de mi tía. Entramos y lo primero que vi fue la escalera, no tenía nada en particular pero por alguna razón me gusto, a la izquierda estaba la sala que era de color café, tenía un sillón familiar negro, un sillon imdividual, dos sillas blancas, una mesita de centro negra con vidrio, un televisor gigante una chimenea y un poco más al fondo un baño con jakuzzi, a la derecha estaba el comedor que era una mesa negra y 8 sillas alrededor, un poco más atrás estaba la cocina equipada con todo menos comida, tenía una mesa anclada al piso. En la segunda planta había 3 habitaciones con un baño cada una y 1 sin baño más pequeña que el resto y un baño aparte con ducha. El patio era bastante grande ¡CON PISCINA! Dios mío cada vez amo más este lugar. El sótano de abajo era grande, estaba claro que ahí estaría la lavadora, la secadora y que con Aaron pondríamos nuestros instrumentos, un par de parlantes y el micrófono para grabar canciones con nuestras voces.
Escogí la habitación con vista a la calle que al parecer era la segunda más grande. Pero me daba igual, yo solo quería el balcón. Era de color cafe claro, con una pared de piedra donde estaba mi estufa, el suelo era de alfombra blanca, tenia un televisor un poco más pequeño que el de la sala, un ventilador en el techo, un ventanal grande que daba hacia el balcon, una cama matrimonial con cobertor blanco con muchos cojines, y una manta Magenta encima, un tocador y un armario que parecia tienda. DIOS!! no tengo tanta ropa.
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Entra en mi Vida
Teen FictionLa vida cambia. Gente entra y gente sale. Pero no todos se quedan.