capitulo 2

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Capítulo 2

Esto era lo más irreal que me podía estar sucediendo y es que de todas las malditas casualidades del mundo no es posible que yo tenga que encontrarme con un oso que le dé ganas de jugar al piloto en mi helicóptero; No tenía tiempo para ponerme a pensar en mis acciones ni cuál era la forma correcta de cómo tratar una situación así, aun estando varios metros lejos grite con toda las energías que pude llegando a raspar mi garganta, una y otra vez sin tener nada claro en mi cabeza, realmente no sabía si había surgido efecto pero el enorme animal salió de adentro y olfateando al aire dirigió su mirada hacia a mí, cuando el oso movió una de sus patas hacia adelante yo retrocedí corriendo hasta donde estaba mi cliente quien seguía de pie, paralizado.
- ¡Eso viene hacia acá! – grito sin moverse mientras yo llegaba a su lado.
- ¡Entonces corre! O ¿Quieres ser su cena? – le respondí tomando su brazo y comencé a correr con él.
- ¡Claro que no quiero ser su cena! – me grito acomodando la urna en su otra mano mientras lo seguía arrastrando.
- ¡dame eso! – le grite soltándole su brazo para estirar mis manos hacia el inútil objeto que aun sostenía.
- ¿Qué cosa? – pregunto mientras se miraba así mismo.
- ¡La maldita urna! – le respondí moviendo con insistencia mis manos.
- ¿Para qué? – pregunto cubriendo el objeto con su brazo.
- ¡Para tomar el té! – Respondí sarcásticamente mientras tomaba una bocanada de aire - ¡Maldición para lanzárselo! – le grité.
-Pero – musitó dudoso mirándolo con dolor.
- ¿Quieres vivir o no? – le pregunte, ya harto de hablar mientras corría.
- Sí, claro que quiero – me respondió con un hilo de voz, estaba llegando a su límite.
-Entonces dámelo, eso ya está vacío, las cenizas de él ya no están en eso – le conteste volviendo a estirar mis manos hacia él.
Sus manos arrojaron la urna hacia a mí, tras atraparla me gire sobre mis tobillos dándome cuenta lo cerca que el oso estaba de nosotros, tomándolo con fuerza lo lance hacia el animal acertándole justo en la cabeza; El estruendoso sonido de la cerámica rompiéndose nos hizo detener nuestros pasos al igual que el oso se paraba para sacudir su cabeza y olfatear los restos de la urna en el suelo.

-Es nuestra oportunidad, ven – le dije tomando su mano y corriendo hacia uno de los árboles.
- ¿Espera, que pretendes? – pregunto corriendo obedientemente al lado mío.
- Pretendo no ser su cena, vamos debemos subir a uno de los arboles – le respondí soltando su mano y empujándolo para que empezara a escalar.
- ¡Espera! – exclamo girando su cabeza.
- ¿Qué quieres esperar? Esa cosa no nos va a esperar – conteste mirando de reojo al oso que aún seguía oliendo los trozos rotos.
-Me es difícil subir si me empujas bruscamente, ayudame de alguna forma que no sea empotrame contra el tronco – reclamo manteniendo su mirada en mí.
-Bien, entonces coloca tu mano derecha sobre la rama de ahí y la otra de la que está al medio – le indique bajando mis manos de sus costillas para colocarlas en su cintura - ¿listo?
-Sí, supongo – respondió mientras se impulsaba torpemente, sus brazos hicieron un correcto trabajo, pero sus zapatos estorbaron logrando que resbalara, con mis manos sobre su trasero logre que se estabilizara y terminara de subir.
-Bien, acomódate en la rama que está más arriba para que yo pueda subir - le indique retrocediendo un paso para tomar impulso.
- ¿Aquí está bien? – pregunto sentado sobre una rama mientras sus manos apretaban otra.
- Si perfecto, ahora voy yo – le conteste agarrando las ramas para subirme, una vez ahí me acomode en una rama opuesta a la que él estaba, el espacio no era muy amplio para ambos logrando que nuestras rodillas se tocaran torpemente.
- Puedo preguntar ¿Por qué decidiste que subiéramos a un árbol? – pregunto removiéndose incomodo, supuse que lo esponjoso de su trasero no era suficiente para evitar el dolor de la dureza de la rama.
- No es como si tuviera muchas opciones – le conteste observando su cabello en forma coco que le quedaba perfecto, ese color castaño simplemente me provocaba curiosidad sobre el color de sus ojos ocultos por esa enorme gafa – no creo que correr en círculos funcionara – inquirí sarcásticamente.
- Pero los Osos saben escalar, supongo que sabes eso ¿cierto? – comento irónicamente.
- Si, pero no creo que quieras correr por el vasto bosque hasta perder a esa bestia además claro de perder de vista el helicóptero, solo esperemos que este Oso no sepa escalar y que se vaya rápido, necesito revisarlo – comente mirando mi hermoso transporte aun a lo lejos podía observar algunas marcas en el ventanal.
- No sabía que había osos por acá – comento mirando hacia al animal que rascaba con ímpetu los trozos.
- Que creías que venía a hacer tu marido aquí, es obvio que venía a cazar – le respondí viendo como el oso miraba hacia nosotros y comenzaba a caminar hacia el árbol – tal vez quiere vengarse por la muerte de su madre o algo así.
- Muy gracioso, Siwon no venía a cazar, él era una persona que amaba a todos los seres vivos – aclaro defendiéndolo.
- Aun así, te apuesto que comían filete todos los días – le comenté observando como el oso olfatear alrededor del árbol.
- No lo voy a negar – susurro jugando con sus dedos sobre la rama, se quedó quieto y trago saliva, observe su garganta moverse sintiéndome extrañamente excitado, deslice mi lengua por mis labios – Soy yo o está comenzando a llover – consulto.
- ¿Eh? Tiene que ser una broma – murmure mirando alrededor y como si hubiera una absurda conexión entre el animal y yo, el elevo su hocico hacia el cielo grisáceo sacudió sus orejas cuando las gotas se convirtió en un chaparrón fuerte y ruidoso.
Las hojas que nos cubrían evitaban que la lluvia nos azotara con la fuerza natural aun así no era suficiente para que nuestra ropa permaneciera seca, el animal permaneció sentado a los pies del árbol escapando de la lluvia, pero tal como estaba predicho, el mal tiempo no iba a apaciguar el viento se unió logrando que las gotas se movieran de forma casi vertical, mojándonos hasta el rostro.
Mi acompañante no lo estaba pasando muy bien, la tela delgada del traje comenzaba a ajustarse a su cuerpo como papel de diario húmedo mientras que a sus lentes las gotas seguían posándose sobre ellos y él no encontraba nada mejor que limpiarlos con la manga de su traje, una y otra vez; No sabía cuál era el gusto de permanecer con las gafas cuando claramente no servían.
-Deberías sacártelas – le comenté a la vez que la lluvia pareció aumentar por mi tono de voz.
- ¿Qué cosa? – pregunto.
- Tus gafas, es inútil que la limpies si se van a seguir mojado cada dos por tres – le conteste, no sabía porque de repente sentía tanto interés en el color de sus ojos, podía dar por seguro que eran de un color café oscuro como el de un chocolate amargo, dudaba que fueran de un color excéntrico, seria decepcionaste.
- Yo realmente me siento cómodo con ellas, aunque tenga que limpiarlas a cada rato – me respondió claramente reacio a liberarse de sus gafas.
- Enserio solo deshacerte de ellas de una vez – le conteste con la paciencia al límite.
-No quiero – reprocho.
-Está bien, como quieras – dije dejando un salir un suspiro.

No parecía querer apaciguar la lluvia y el animal permanecía cómodamente echado a los pies del árbol, la situación no era buena por ningún lado, si el oso decidía irse nos dejaría la opción de ir al helicóptero, pero con el frente de mal tiempo presente y la nula visibilidad era poco probable iniciar un viaje al menos hasta que la tormenta se tome un maldito descanso.
Las posibilidades de volver hoy día eran difíciles, probamente tendríamos que pasar la noche en este lugar, al menos el helicóptero sería un lugar seguro y las luces alejarían a los animales con un poco de suerte mañana podríamos emprender el viaje de vuelta a casa, aunque yo no tuviera a una donde regresar.

-Tienes razón – pronuncio de repente haciéndome estremecer por lo repentino de su voz.
- ¿Sobre qué? – le pregunte mirándolo mientras sentía una gota caer de mi cabello.
-Sobre las gafas – respondió colocando sus dedos sobre el marco de estas y deslizándolas fuera de su rostro – por más que las limpie siguen humedeciéndose – dijo agarrándola con una de sus manos.
-créeme, no te van a servir por varias horas – le conteste mirando sus ojos de un color avellana, tal como lo había supuesto era una real belleza, cabello castaño, sus ojos color café y sus mejillas abultadas le daban una perfecta imagen dulce e infantil.
-Me pregunto si se las lanzo ¿se ira? – declaro mirando a nuestro acompañante peludo.
- Tal vez, ¿Por qué no lo intentas? Dudo que le vayas a hacer daño – comente sintiendo como mi cuerpo empezaba a enfriarse.
-Bien, solo espero que no se enoje y quiera subir hasta acá – dijo dudoso, tomando con la punta de sus dedos las gafas y posicionándola en el aire sobre el oso.
-Tranquilo, si el sube, nosotros bajamos – consolé sin tener nada claro, excepto por el frio que me estaba embargando lo cual no era buena señal, miré las gafas caer sobre el lomo del animal.
El oso se levantó lentamente y rebuscó el objeto que había caído sobre su lomo, tras encontrar las gafas jugo con ellas rascándola sobre el suelo embarrándolas de la tierra húmeda, dirigió su mirada hacia nosotros una vez más, como si estuviera considerando sus opciones tras unos minutos rasco su nariz con su peluda pata para luego girar y encaminarse hacia unos árboles lejos de nosotros.

- ¿Se fue? – pregunto mirando alrededor mientras su cabello se apegaba a su frente.
-Eso creo, aún hay posibilidades de que regresé, pero no nos quedaremos a esperarlo – le respondí elevándome de mi incomodo asiento y comencé a bajar. - cuando yo este abajo tú intentaras bajar.
-Está bien, aunque dudo bajar correctamente como tú lo estás haciendo – pronuncio secándose con la manga de su traje su rostro, no supe si interpretarlo como elogio o un simple comentario.
-Bien, tienes que girarte y sujetar las mismas ramas que usaste para subir, no es necesario que te diga que tengas cuidados con tus pies porque realmente tus zapatos son de lo peor – comente limpiándome las palmas de las manos con el dorso de mi pantalón. - pero no importa, yo te sujetare para que no tengas mayor inconveniente.
-Muy bien – respondió dándome la espalda y sujetando las ramas comenzó a bajar, tal como hay previsto sus pies resbalaron, alce mis manos hacia su cintura justo a tiempo – gracias – murmuro y termino de bajar.
-Debemos ir al helicóptero – le comenté sacando rápidamente mis manos de su cintura y es que se había sentido tan grato el tacto del cuerpo ajeno, que por un segundo olvidé completamente la situación en que estábamos sin incluir que era un cliente y sobre todo estaba fuera de mi liga.
-claro – respondió acomodando su traje húmedo que solo se apegaba más a su voluptuoso cuerpo.
Suspire y comencé a caminar hacia el helicóptero tratando de recordar el frio que me inundaba, ese chico era peligroso para mí; eran pocas las personas que habían provocado que mi garganta se sintiera seca y mi cuerpo deseoso anhelando el mínimo contacto de ellos pero Jongho sin tener un cuerpo espectacular tenía un belleza increíble y un trasero esponjoso digno de acariciar sin descansar sin incluir sus esplendidos muslos, necesitaba salir pronto de aquí, buscaría a otra persona para liberar mis frustraciones apenas aterrizara en la ciudad.
Mire hacia atrás viendo como él caminaba abrazándose así mismo, el frio debía estarle calando los huesos, apresure mis pasos llegando hasta mi aeronave por fuera parecía perfecta excepto por los rasguños en el ventanal y que estaba mojada por la lluvia que seguía sin detenerse.

- ¡Mierda! – grite sin poder contenerme y golpe la puerta, quería que aquello fuera una maldita pesadilla.
- ¿Qué sucede? – consulto asustado cuando llego a mi lado.
-Míralo por ti mismo – le respondí alejándome para luego revolver mi cabello, esto no podía estar pasado.
- ¿El destrozo todo? – pregunto dudoso sin entender claramente de lo que maldecía.
-No todo – le respondí lo más tranquilo que pude – ese puto oso destrozo solo lo más importante para nosotros, la palanca, el pedal y el cable, etc. Sin eso no podemos volar, no puedo hacer que se encienda, aunque las hélices estén intactas – le comente mirando el cielo grisáceo.
- ¿Qué quieres decir exactamente? – pregunto abrazándose nuevamente mientras sus dientes comenzaban a chocar entre sí por el frio.
-Estamos varados en medio de la nada, por ahora entremos al helicóptero al menos nos va a servir para aplacar la lluvia y el frio, aun necesito pensar que haremos – le comenté señalando la puerta del copiloto mientras yo abría la puerta de los asientos de atrás.
Jongho se acomodó en el asiento luego de arrojar suavemente los pequeños pedazos del panel en el suelo, su espalda se apoyó en el respaldo y acaricio su nuca cuando una gota cayó desde su cabello introduciéndose traviesamente en su espalda, por un momento ese sencillo acto ocurrido por aquella molécula de agua me había hecho olvidar en la situación en que estábamos y que exactamente buscaba en el espacio de los asientos traseros.
Apoyando una de mis rodillas sobre el acolchonado asiento impulse la mitad de mi cuerpo para empezar a buscar lo que se suponía seria mi salvación la caja de emergencia, pero en mi manoseo a ciega toque algo que ni en mis mejores sueños podía haber creído que estaba allí, agarrándola con fuerza deslice aquella bolsa sobre el respaldo hasta acomodarla en el asiento.
- ¡Bendito seas, Wooyoung! – declare mientras deslizaba mi mano dentro de aquel bulto de plástico negro y es que en cualquier otro momento hubiera reprochado la absurda idea de Wooyoung de haberme guardado la ropa de lavandería en el helicóptero, pero ahora aquella acción era una dicha. - ¡Hey toma esto y revisa lo que hay dentro – le dije alcanzándole la bolsa con cuidado, su rostro estaba tornándose pálido y sus ojos somnolientos.
- ¿Qué es esto? – pregunto con lentitud y sin ánimos, tomando entre sus brazos la bolsa para luego apoyarla sobre sus piernas.
-Míralo por ti mismo – le conteste mientras volvía a mi posición anterior para seguir buscando en la oscuridad de la parte trasera del asiento la caja de emergencia.
- ¿Es, es ropa seca? – pregunto más para sí mismo que para mí, por lo que seguí en mi tanteo hasta sentir el característico material de la caja.
Luego de un par de intentos fallidos logre por fin sacar la caja y colocarla sobre el asiento, tras abrirla registre cada objeto que había en ella, contabilizando cada bocadillo de emergencia que no eran más que galletas y un par de barras de cereal altos en calorías; encontré un mapa que tenía fecha de emisión el año pasado, ubicando en la zona que estábamos la carretera más cercana estaba a unos 575 km, era el momento de decidir.
Si iba yo sólo, tardaría aproximadamente 3 días a lo más 4 pero eso implicaría dejarlo a él aquí en el helicóptero, no era una mala posibilidad ya que le dejaría los suministros y estaría protegido aquí dentro pero también estaba el punto en que si un transporte venía a buscarnos era probable que yo aún no alcanzara a llegar y tuviera que esperar a volvieran por mí, eso claro si lo fueran a encontrar a él ya que con el mal tiempo tendría que encender una bengala para señalar su posición exacta y dudaba que Jongho hubiera utilizado alguna en su vida.
La opción era clara, debía ir hacia la carretera con él, dejarlo no era una buena alternativa, además era posible que él mismo protestara si lo dejara, teniendo eso en mente calculaba que tardaríamos entre 4 o más días, racionar la comida era esencial y tratar de abarcar la mayoría de los km que pudiéramos mientras estuviera iluminado eso claro si la lluvia nos permitía avanzar, el terreno que se presentaba al frente era claramente desigual y sin un camino señalado.
Mire hasta ahora mi cliente, pero por estas circunstancias lo consideraría temporalmente mi compañero de sobrevivencia, él estaba cómodamente refregando su mejilla con un suéter, carraspeé mi garganta para llamar su atención y comenzar a hablar, su mirada sorpresiva y el color rojizo que inundaron sus mejillas era una clara demostración de que se había avergonzado.
- ¿Qué cosas hay en la bolsa? – le pregunte, ya que en el momento en que había ingresado mi mano en ella solo había tocado tela, pero no sabía específicamente que había hay.
-Ropa seca y limpia, lo deduzco por el olor característico de las planchas y el aromatizante que suelen aplicarles en las lavanderías – respondió bajando su mirada, sus orejas seguía de un color rosado, era tierno - ¿Es tuya, cierto?
-Sí, pero lo que yo preguntaba era que tipo de ropa hay aparte del suéter del que te adueñaste – señale cerrando con una mano la caja de emergencia y enderezándome en el asiento para poder verlo de frente.
-Pues según lo que saque:
*2 vaqueros
* 4 pares de calcetines
* Un par de zapatos
* 2 camisetas
* 2 suéteres 
- Y un bóxer – termino de contestar con un tono suave.
-Bien, es suficiente para te cambies de ropa, no puedes seguir con ese traje mojado luego de que te hayas cambiado te diré lo que haremos – su mirada permaneció en el suéter como si estuviera meditando mis palabras.
- ¿En qué lugar me – me cambio? – pregunto acariciando su cabello hacia atrás dejando ver su frente para luego arreglar su peinado.
- supongo que ahí mismo, acaso ¿hay algún problema? – le pregunte mientras él miro hacia el ventanal.
- ¿puedo hacerlo en el asiento de atrás? – consulto abultado sus labios en una forma de puchero.
-Claro como gustes – le respondí abriendo la puerta para salir, tuve que colocar mi pie para evitar que la puerta se cierre de golpe por la oscilación del viento.
Me arrastre fuera sintiendo las gotas de lluvia golpear mi rostro directamente, mire hacia al frente en donde Jongho a sujetaba sobre su pecho la ropa, pasamos al lado del uno del otro casi rozando nuestros brazos en algún punto de mi mente ya no era “él” sino que se había transformado en “Jongho” aunque pronunciar su nombre fuera de mi mente no se sentía seguro, supongo que era el límite que podía sostener por ahora.
Se suponía que debía entrar al asiento de copiloto, pero no pude encontrar las ganas de hacerlo aun con la lluvia atacando mi rostro y mi cabello, ver el panel destrozado además claro de todo lo demás simplemente hacia mi ira acrecentar cada segundo, sostuve fuertemente la manija de la caja de emergencia y la coloqué con toda la delicadeza que pude sobre el asiento.
No sabría decir cuantos minutos estuve con la mente desconectada del mundo, solo centrado en mi ira, pero volví a tener atención de mi alrededor cuando él pronuncio mi nombre reiteradas veces asomando su mano.

- ¿Sucede algo? – consulte caminando hacia la puerta donde estaba él.
-Verás, el pantalón y los zapatos me quedan un poco grande – respondió apretando el borde del suéter que había elegido antes y ahora lo traía puesto.
-déjame ver – pronuncie deslizando mi mano en mi nuca alejando las gotas que acaban ahí desde mi cabello.
- ¿Cómo? – pregunto sosteniendo su mirada de duda sobre mí.
-Dame los zapatos – él obedeció inclinándose hacia atrás para buscarlos, desabroche las agujetas de estos, deje el zapato derecho sobre el suelo del helicóptero – dame tu pie – le ordene.
- ¿Para qué? - pregunto encogiéndose de hombros en una actitud totalmente avergonzada, como si nadie lo hubiera tocado alguna vez, lo cual era ilógico por el hecho de que ya había estado casado.
-Necesito ver cuán grande te queda el zapato, quieres dejar de cuestionarme cada cosa que te digo, por favor – le respondí esperando que accediera a mis peticiones que más que nada eran soluciones a sus problemas momentáneos.
Estiro su pie cubierto en un calcetín gris sin siquiera mirarme a los ojos, tome delicadamente el talón y deslice con suavidad el zapato, una vez que el pie estuvo completamente dentro del zapato amarre las agujetas; comencé a tocar la punta del zapato y presionar hacia abajo para lograr calcular cuán grande era el espacio que quedaba entre sus dedos y la punta.
-Esos son mis dedos – pronuncio cuando presione a la tercera vez.
-Bien – le respondí deshaciendo el nudo de las agujetas y sacándole el zapato – pasame los calcetines – esta vez no cuestiono y me los entrego sin decir nada, comencé a enrollar el calcetín de forma que solo la punta quedara fácil de colocar mientras lo acercaba a sus dedos, sus manos se posaron sobre mis muñecas a sujetándome.
-Puedo colocármelos solo ¿sabes? – señalo arrebatándome el calcetín de las manos.
-Como quieras, Asegúrate que no quede espacio entre la punta de tus dedos con respecto al otro calcetín – le conteste alejándome un poco, no podía decir que tenía pies pequeños ya que estábamos hablando de un hombre, pero si había una diferencia de una o dos tallas entre él y yo.
-Listo – pronuncio mereciendo sus pies por fuera del borde del asiento.
-Colócate los zapatos de nuevo y abróchatelos fuerte – le señale mientras alejaba el sentimiento de ternura que me había producido su acto, como alguien de su tamaño podía lucir tan tierno de repente - ¿listo? – le pregunte mirando como él volvía a colocar sus pies hacia adelante, tome uno de sus pies tanteando nuevamente la diferencia de espacio quedara entre la punta de sus dedos y la punta del zapato - ¿Cómo lo sientes ahora?
-Bien supongo, no lo siento tan grande como la vez pasada – respondió mirándome.
-Ponte de pie y trata de caminar un poco, necesito asegurarme de que puedas caminar bien con ellos o si tendremos que agregar otro par de calcetines – le dije.
- ¿Ahora?  - consulto volviendo a apretar el borde del suéter.
-Sí, solo necesito que avances unos pasos ¿hay algún problema? – le conteste sintiendo que la lluvia comenzaba a volverse más sutil.
-Es que como te dije el pantalón igual me queda un poco grande y no solo de cadera, sino que también de largo – respondió con un tono dulce y avergonzado.
-Bien, alcánzame tu camisa- le solicite, él obedeció y coloco su camisa sobre su regazo sin intención de entregármela - ¿sucede algo?  - consulte con curiosidad al observar su rechazo al cederme la dichosa tela.
-Prométeme que no revisaras la talla de la etiqueta – respondió con seriedad.
- ¿Enserio? – Inquirí con un tono sarcástico, en la situación que estábamos y él preocupado de la superficialidad de su peso. - sí, si no revisare la maldita etiqueta.
- ¡Promételo! – exclamo sin cambiar su postura y actitud, supuse que hablaba enserio.
-Está bien, lo prometo – le dije levantando mi mano en señal de promesa – Ahora me la puedes pasar, para solucionar tus problemas con el dichoso pantalón. – le expuse tomando el borde de la camisa.
-Bien, lamento esta actuación, pero de verdad es importante para mí – comento con un tono suave y sincero – aquí tienes – alzo su camisa hacia a mí.
-Ok, entiendo – le respondí tratando de olvidar la incomodidad del momento, rasgué la parte de abajo de la camisa logrando formar una tira de tela, la cual sino me equivocaba era de seda. – Supongo que podía romperla ¿cierto?
-Sí, no hay problema – respondió mirando el trozo de tela en mi mano - ¿Qué pretendes hacer con eso? – pregunto con interés.
-Pues magia, ven ponte de pie, no te estoy pidiendo que camines solo que te separes un poco del asiento – le respondí, cuando él se colocó en el lugar que le había dicho, me coloque en cuclillas frente a sus piernas.
- ¿Tú que haces? – pregunto apretando nuevamente el borde del suéter y evitando que nuestros ojos hicieran contacto visual directo.
-Tranquilo, solo voy a enrollar lo largo del pantalón – respondí fijando mi mirada en el borde del pantalón buscando hacer correctamente mi trabajo, es que su actitud avergonzada y casi de una forma virginal hacía que mi mente divagar a caminos oscuros y nada inocente, ¿acaso nadie había estado entre sus piernas tocándolas, lamiéndolas y succionando aquello que se ocultaba en medio de esas extremidades?
Suspire y aleje rápidamente aquellos pensamientos que me invadían, solo tenía que asumir para sí mismo que era falta de sexo; me coloque de pie y le dedique una sutil sonrisa mientras avanzaba un paso más cerca de él, pero sus manos me detuvieron abruptamente cuando se posaron sobre mis brazos.
-Tú estás muy cerca – Pronuncio con un tono cortante, pero con una mirada titubeante, sus dedos no se alejaron de mis brazos presionándolos sutilmente.
-Si lo sé, pero créeme que es necesario para esto – Murmure rodeando su cintura con mis manos sin llegar a tocarlo del todo - ¿Puedes por favor levantar un poco el borde del suéter? ya que al parecer te incomoda que te toque – replique olfateando el perfume que se esparcía por su cabello mezclado con el aroma de la ropa de lavandería.
- ¿Para qué? – pregunto en un susurro sujetando con un poco más de fuerza mis brazos, a pesar de que mis manos no lo estaban tocando, él temblaba.
-Necesito ver el ojal del pantalón – respondí en un tono suave, que sonó más a un susurro.
-Está bien – comento alejando sus manos de mis brazos, tomo nuevamente el borde del suéter y lo levanto hasta que la pretina del pantalón fue visible.
-Okey, quédate quieto – le dije mientras terminaba de acortarla distancia entre él y yo, sin poder evitarlo apoye mi barbilla sobre su hombro, deslice el pedazo de tela por cada ojal hasta que llegue al frente; con una distancia nula mire sus ojos, sus pupilas temblaban y su rostro completamente de un color carmesí era una delicia visual, relamí mis labios y apreté ambos extremos de la tela - ¿No te hice daño? – pregunte alejándome de él, era importante mantener las distancias.
-No, estoy bien – respondió bajando nuevamente el borde del suéter.
-Si aún lo sientes que te queda amplio la cadera, ajusta un poco más el nudo o sino tendremos que cambiar la tela por mi cinturón – le comenté mientras tomaba entre mis manos la parte de su traje, además de vaciar la bolsa de plástico en donde había estado la ropa de lavandería.
-No creo que sea necesario, gracias – pronuncio detrás de mí – La lluvia ha apaciguado un poco – comento buscando fluir la conversación o al menos esa fue la impresión que me dio, camino hacia el asiento de copiloto, pero solo se quedó de pie enfrente de la cabina.
- ¿Puedes alcanzarme el cuchillo que hay en la caja? – le pregunte mientras mis manos seguían ocupadas tratando de armar una bolsa de equipaje, por así decirlo.
- ¡Eh, si claro! – Respondió con un ánimo un poco excesivo al menos para mi gusto – Esto disculpa que lo pregunte, pero ¿Qué vamos a hacer ahora? – nuevamente su tono de voz cambio de un ánimo brillante a uno de incertidumbre.
-Gracias – le señale aceptando el instrumento, tras hacer uso de este, enderece mi cuerpo y lo mire fijamente – No tenemos más opción que avanzar, hay una carretera a unos días de aquí, lamentablemente esta es un área poco habitada ya que principalmente se trabaja con empresas forestal o directamente con el tema de la cacería – le respondí observando su rostro tensarse.
-Entonces ¿nadie nos va a venir a buscar? – pregunto desolado como si nos hubiéramos perdido en una isla sin descubrir, supuse que alguien miraba muchas películas.
-No, no es eso – le aclare rápidamente – Con el frente de mal tiempo ningún helicóptero puede sobrevolar el área, además mi hermano y tu asistente sabe dónde nos encontramos, pero como igualmente aterrizamos en un área lejana a las que habíamos estipulado en las coordenadas del contrato, simplemente tardaran en encontrarnos, pero no es mi deseo y creo que tampoco es el tuyo a esperar que nuestro amigo oso nos venga a hacer una visita de nuevo – le respondí encogiendo los hombros al final.
-Supongo que tengo suerte que este incidente haya pasado contigo – Pronuncio con una dulce sonrisa que hizo que algo dentro mío se removiera, algo que debía permanecer completamente inamovible e impenetrable, gire mi rostro evitando su contacto visual, mantén la maldita distancia Yunho * me susurre a mí mismo.
-Sí, la verdad que sí, dudo que alguien del área de la aviación pueda tener la misma experiencia que yo – comente orgullosamente.
-Te pones engreído rápidamente – Señalo.
-créeme después vas a agradecer mi experiencia y en más de un sentido – le pronuncie –Bien listo para irnos, debemos avanzar mientras haya luz, saca la caja de emergencia –le ordene mientras me amarraba el bolso a mis brazos y tórax que había improvisado con el resto de traje de Jongho.
-Como digas, Yunho.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2023 ⏰

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