your lips on my lips.

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En aquel verano tan sofocante Pham Hanni sólo quería algo refrescante, algo cómo los labios de aquella bonita chica de ojos gatunos, Kang Haerin.   

Nadie le había advertido lo terrible que sería el calor en las playas de Hawái pero tampoco era cómo si pudiera quejarse, al fin y al cabo tenia que cumplir con su horario laboral. Y con horario laboral se refería a estar mañana y tarde en un pequeño puesto donde vendía jugos naturales, el pequeño emprendimiento de su familia.

Tenía buenas ganancias, eso sí, pero le abrumaba no poder disfrutar un poco más de las increíbles vistas y la suave brisa en ese verano tan cruel.

— Hanni —Llamó su madre, ya que, Hanni estaba tan perdida en sus pensamientos que no cayó en cuenta a cuánta gente tenía que atender— ¡Hanni Pham! 

Reaccionó y se incorporó brindándole una linda (y algo forzada) sonrisa a los clientes que poco a poco iban alargando la fila. 

Entre tantos consumidores impacientes, algo groseros e irritantes pudo notar la presencia de una castaña de bonitos ojos acercarse al puesto. Afortunadamente, era la última en la fila. Sería una gran mentira decir que Pham no quedó cautivada con su belleza, con la belleza de aquellos rasgos tan finos: labios que lucían tan rosados y esponjosos, esos ojos que podían atraparte por completo y esa sonrisa, por dios, esa sonrisa que la descolocaba apenas la veía. 

— Un jugo de naranja, por favor. —Pidió con aquella sonrisa que derretía a Hanni—.

Hanni asintió y se encargó de hacer un pedido bastante bonito y presentable, jamás se había esforzado tanto. Cuando terminó, le entregó el vaso y la castaña le sonrió.

— ¿Cuánto es? —Preguntó rebuscando entre sus bolsillos.

— Uh, no, no... Está bien. Es cortesía de la casa —Hanni sonrió y se maldijo internamente por haber dicho aquello, probablemente su madre la regañaria por regalarle un vaso de jugo a una chica tan linda—.

La castaña la miró, sonriendo y negando a la vez. Sacó un billete y lo dejó sobre la madera.

— Quédate con el cambio. —Dijo y sin más, se marchó—.

Hanni quedó en un completo estado de shock, ni siquiera podía gesticular palabra alguna, sólo sonreía cómo una completa niñita enamorada. Era extraño, para ella y para cualquiera a quién se lo contara porque a su vez se sentía confundida.

— Necesito saber quién es... —Dijo para sí misma, caminando por el pequeño puesto en el que, cabe mencionar, sólo cabían tres personas cómo mucho—.

Hanni suspiró y sacudió su cabeza intentando dispersar esos pensamientos hasta que una conocida voz hizo presencia.

— ¿Un día cansado, Pham? —Preguntó la australiana—.

Aquella voz le pertenecía a Danielle Marsh, su mejor amiga y compañera de vida, sí podría decirse así y sin malinterpretar. Ambas se conocieron en Melbourne, principalmente porque Danielle visitó la ciudad en uno de sus tantos viajes vacacionales y ahí conoció a Hanni.

— Para nada —Contestó— Es que, vino una chica muy linda y te juro que... —Hanni podía sentir esa característica mirada con picardía por parte de Marsh— ¡Hey, no me mires así! —Marsh rió haciéndole una seña para que siguiera con su relato— Y no lo sé... Realmente era muy linda pero no me sé su nombre —Suspiró, rendida ante sus ilusiones—.

— Hey, no te pongas así. —Animó Danielle— Las islas aquí son muy grandes, sí, pero en cualquier momento te la toparás nuevamente y ahí puede que todo ocurra... ¿Entiendes?

lip gloss ✴ kittyz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora