Naruto la reencarnación de Cronos

Capítulo 4

Naruto la reencarnación de Cronnos.

"Seyia, adelántate. Yo y los otros Caballeros de Bronce estaremos deteniendo a los Caballeros del Dios Escamandro," dijo Shiriu, el Caballero de Bronce del Dragón, a su amigo Seyia, quien vestía su clásica Armadura de Pegaso.

La determinación brillaba en los ojos de Shiriu mientras pronunciaba esas palabras, listo para enfrentarse a la amenaza que se avecinaba. Seyia asintió con gratitud y resolución antes de avanzar hacia su destino, confiando en que sus compañeros Caballeros de Bronce protegerían el Santuario mientras él cumplía su misión.

Seyia, con su clásica Armadura de Pegaso, asintió con gratitud y resolución ante las palabras de su amigo. La confianza entre ellos era sólida como el acero de sus armaduras. El inframundo estaba lleno de peligros, y Seyia comprendía la importancia de su misión. Avanzó con pasos firmes, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

Shiriu, el Caballero del Dragón, se giró hacia sus compañeros Caballeros de Bronce, cada uno de ellos listo para enfrentar a los Caballeros del Dios Escamandro. Sus armaduras también brillaban con esplendor, y sus miradas estaban llenas de determinación. Los Caballeros de Bronce sabían que estaban dispuestos a darlo todo para proteger el Santuario y apoyar a Seyia en su camino.

El Santuario resonaba con la energía de la camaradería y la valentía mientras Seyia se adentraba en lo desconocido que ahora era los templos del santuario de atenea, sabiendo que detrás de él, sus amigos harían todo lo posible para detener la amenaza que se cernía sobre ellos. Era un momento de unión, un momento en el que el espíritu de los Caballeros de Bronce brillaba más fuerte que nunca.

Seyia avanzaba con resolución, sus pensamientos llenos de preocupación por Saori. "Saori, solo espérame," resonaba en su mente como una plegaria silenciosa. No sabía en qué estado se encontraba su querida diosa, Atenea, y eso lo llenaba de inquietud. El llamado de emergencia del señor Tatsumi había sido claro y urgente, y Seyia entendía que la situación debía ser grave para requerir la intervención de los Caballeros de Bronce.

Cuando el anciano Tatsumi les había contado sobre los Caballeros del Dios Escamandro, Seyia había sentido un escalofrío recorrer su espina dorsal. Aunque eran solo tres caballeros, representaban a las tres bestias destinadas a la destrucción de la humanidad: Sukuna de Leviatán, Yugiro de Behemut y OzZi de Ziz. Cada uno de ellos era un adversario formidable en su propio derecho, y juntos, formaban un trío de poder que amenazaba con sumir al mundo en el caos.

Seyia recordaba las historias que le habían contado en el pasado sobre estos caballeros. Eran antiguos, mucho más antiguos que los dioses del Olimpo y habían dado la espalda a cada uno de los tres grandes dioses creadores desde la era del mito. Sus nombres eran conocidos en los anales de la historia como símbolos de desafío y destrucción.

Mientras avanzaba hacia el lugar de la confrontación, Seyia sabía que el destino del mundo estaba en juego. No solo tenía que proteger a Saori, sino también detener a estos tres caballeros cuyo poder y maldición amenazaban con desencadenar una catástrofe de proporciones épicas. Con cada paso, Seyia se preparaba mentalmente para el enfrentamiento que se avecinaba, con la esperanza de que la unión y la valentía de los Caballeros de Bronce prevalecieran una vez más.Principio del formulario

Los pasos de Seyia resonaban en el suelo, marcando su avance implacable hacia el lugar donde se libraba la batalla que determinaría el destino de la humanidad. Los recuerdos de sus días de entrenamiento en el Santuario y las enseñanzas de su maestro, el Caballero de plata Marin, lo guiaban en su camino. Sabía que debía mantener la cabeza fría y confiar en sus habilidades, pero no podía evitar sentir la presión abrumadora de la responsabilidad que recaía sobre él.