5. Provocación Peligrosa

140 13 5
                                    







No quito mi atención de su mandíbula apretada, su semblante se nota tosco, no se mueve, no me dice nada, pero sus ojos, joder sus ojos cafes se notan tan ambiciosos, llenos de un brillo con atisbo de apetito latente. Cómo si estuviera hambriento y mi provocación le ardiera.

Me mira de una forma tan imponente que hace que mi ego crezca más y más. La manera en la que sus ojos me taladran me envuelve, ¿quería jugar? Pues juguemos, pero a mi manera.

El poder que tengo sobre los hombres es indiscutible, yo sé cómo provocar, sé envolver y jodidamente también sé tener. Si quiero a un hombre, lo tengo.

Y éste jodido tipo me estaba calentando las hormonas.

Decido ser yo el que rompa nuestro candente contacto visual. Desciendo mi atención hacía el suelo sujetando la franela que había tirado accidentalmente segundos antes, después me levanto sin ningún problema, pero antes de que pudiera darme la vuelta sentí cómo me arrebataba la franela de mis manos.

Me atreví a sonreírle - Le dije que no debía mojar la franela, sólo hace falta humedecerla - observo cómo la sacude en un sólo movimiento, la tela provoca un ruido tosco - ¿Tan difícil es obedecer, López?

- Mmmmm - frunzo mis labios formando un puchero adorable - Bueno, ya que la franela no es una muy buena opción cómo limpiador creo que puedo conseguir otro trapo mejor – adoro que tan fácil es hacerlo caer, el ceño fruncido que aparece en su rostro cuándo escucha mis palabras me transmite una satisfacción increíble. Cuándo llega el momento en el que observo cómo arquea una de sus cejas mirándome de forma liada me impulsa a seguir, así que me aproximo a iniciar con mi pequeña travesura. Me quito mi playera.

Cómo lo esperé, mi querido Director Córcega dió un paso hacía atrás, su mirada cayó en mi pecho por tan sólo unos segundos rápidos, pero esos segundos rápidos me bastaron lo suficiente para captar su interés en mí.

La mirada que le regalé me hizo sentir cómo si pudiera hacer todo lo que quisiera. Cómo si pudiera tener al hombre que quisiera.

No es la primera vez que lo hago, el Director Córcega no sería la excepción.

Los hombres son cómo los tazos, si los volteas te los quedas.

Y si se gastan, los cambias por nuevos.

Decidí proseguir con lo mío, volví a posicionarme en el suelo para seguir sacudiendo aquellos libros que me faltaban. Adoraba que en éste momento tuviera puesto unos jeans apretados.

Estante por estante, libro por libro. Mis acciones eran rápidas, no era un estúpido para la limpieza. Podía con ésto y con cualquier cosa más que el hombre caliente que está a tan sólo unos pasos de distancia me pusiera.

El Director Córcega permaneció el resto del tiempo transcurrido en su silla, se suponía que miraba unos "papeles importantes", pero yo no sabía que esos papeles importantes estaban pegados a mi culo, pues podía sentir su mirada clavada en esa parte de mi cuerpo.

Después de terminar con aquel estante de libros me dirigí a otros cajones con papeles que sólo acomodé. Después me tocó limpiar el escritorio y por supuesto que seguí con mi linda cizaña.

Dejando mi pecho presionado contra la dura madera del escritorio seguí con mi acción de limpiar, retiré todas las cosas que pudieran estropearse, con mi playera limpié algunas cosas cómo su laptop. Pasé las yemas de mis dedos acariciando las teclas, tomé un pequeño bote con lapiceros que acaricié con mis manos de una forma un poco extraña. Sacudí algunas carpetas y después las hice a un lado hasta que quedó sólo un portarretrato. Lo tomé para limpiarlo, en él se veía al Director y a una mujer.

Tentación Inocente // Adaptación AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora