IV

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El egoísmo de ser dueño de tu vida.

Ese mismo egoísmo fue el que nos llevó a estar asi, tan juntos, tan el uno para el otro.

Despues del beso Beomgyu era una bolita de nerviosismos y yo la verdad, no sabia muy bien que decir o hacer, me sentia culpable de que el se sienta culpable porque lo lleve a engañar a su esposo, una persona que obviamente le habrá ofrecido su fidelidad, pero Younghoon se podía ir al carajo porque no lo merecía y no lo amaba tanto como el.

Las ganas de tener a Beomgyu se fueron incrementando, no cesaban, al contrario, cada día lo deseaba más, y deseaba más de el.

—Te amo. — Si, le dije eso, en mi defensa, estaba hipnotizado.

—Yeonjun yo estoy casado, es más, fuiste a mi boda, y lo sabes muy bien, y yo...

—Beomgyu, tu sabes que me gustas, y sabes que entre nosotros dos hay más que solo amigos.— Revolví mis propios cabellos producto de la ansiedad, finalmente estaba pasando, me estaba confesando a Beomgyu sin planeación ni nada, hablaba desde el corazón y de lo que este me guiaba.

El pelinegro se quedó quieto.

Por supuesto que sabe, pensó Yeonjun.

—A mi también me gustas.

Juro que si mi corazón tuviera piernas estaría saltando de la felicidad.

—Pero no es lo correcto porque Younghoon y yo estamos hace años juntos y, dios Jun, dame tiempo de pensar. Tuve mi matrimonio hace 4 días, no puedo.

—Si puedes Gyu, no sabes lo que muero por pasar una vida contigo, se que no estas bien con él y que se pelean todas las mañanas, se que el no te aprecia como debería y eso me frustra porque yo si podría Beomgyu, eso y mucho mas. — Intenté explicarle con mis palabras atropelladas y mis manos inquietas.

Beomgyu por su parte, ya en su asiento se acariciaba su propio brazo rozando su mano con mi saco, que aún llevaba puesto muy por encima del suyo, tenía la mirada fija al suelo.

—Solo... ¿piensalo si? no te quiero estresar, siempre voy a estar para tí, y sea cual sea la respuesta. — Suspiré no queriendo imaginarme otra respuesta que no fuese la que deseaba con tantas ganas.— Espero seguir compartiendo mis días contigo, no quiero que esto genere una grieta entre nosotros.

( . . . )

El pelinegro bajo del coche despues de que le insistiera que conservara mi saco y se diriguió a su departamento, yo, en cambio, me quedé unos minutos procesando dentro del auto hasta que las luces de un lujoso carro azul oscuro iluminaron mi espejo retrovisor, el dueño al volante abrió la puerta, extendió su paraguas y bajo de este.

Era Younghoon quien me observaba con el ceño fruncido, por mi parte arranqué el auto y me fui, pues a lo mejor y le traía problemas a Beomgyu, más de los que ya le había dado.

Al día siguiente no tenía trabajo, era sabado, ya habían acabado sus cinco dias seguidos de trabajo y ahora se suponía que debía de gozar de un tranquilo fin de semana, descansar, ver peliculas, tomarse largas duchas y escuchar música tranquilamente en tanto se preparaba algo de merendar.

Y es un se suponía porque Yeonjun hizo lo posible para gozar de su fin de semana pero lo carcomía las ansias de ver a Beomgyu, pero, asimismo le carcomía el hecho de que al llegar al lunes tendría que ver de nuevo a Beomgyu y hacer frente a todo aquello que había hecho en un acto de pura confianza y demencia, muy al contrario de esta tarde la cual quería detener el tiempo para que este no lo atormente porque la confianza se le habia desvanecido.

De todos los recuerdos vagos de Yeonjun en su secundaria siempre fue consciente de que nunca se había enamorado, muy al contrario veía a todos tener su amor adolescente y el en cambio no lo anhelaba, no anhelaba un amor que no fuera eterno y verdadero, su padre siempre le decia que el amor no era un cuento de hadas, que a diferencia de las peliculas de disney el amor se desarrollaba en la conveniencia y con quien mejor uno se sepa adaptar.

El amor era lo más raro que había podido aparecer en su vida, era cruel, hermoso, bondadoso, injusto y para colmo, estaba adornado con una bella sonrisa, una comisura marcada y unas pupilas que eran brillosas como la noche.

Absorto en sus pensamientos su celular sonó en un mensaje.

Era él, Beomgyu, quien lo invitaba a tomar un café con un "me gustaria hablar contigo", retuvo su aliento y no se negó, se obligó, tenía que hacerse cargo de sus actos.

( . . . )

Una vez en la cafetería vió al pelinegro sentado en una mesa de roble comiendose las uñas y ante el tintineo de la puerta anunciando su entrada lo observó.

El clima estaba fresco, tenia un sueter de lana, el cabello algo esponjado y las mejillas con un rosado suave.

Lo saludó, se sentó y le alagó su sueter para romper el hielo.

El camarero se acercó con dos cafes, Beomgyu ya se habia encargado de pedirles a ambos una bebida, sonrió al ver su café favorito y le agradeció.

—Jun, antes que nada. — sacó de su bolso el abrigo que le habia entregado el viernes a la noche, estaba limpio y perfumado.— Gracias por prestarmelo.

Agarré el saco—De nada Beom, huele muy bien. — Siguió—Lo siento por lo del viernes, no fue lo correcto, como tú has dicho, y no es justo que me meta en tu relación, pero actúe por pura inercia, realmente no pensé en lo que estaba hacien-

—Younghoon y yo cortamos.

—do y entiendo si no me quieres hablar mas pero, no, no lo entiendo, no lo aceptaría. — me retracté.

—Yeonjun, Younghoon y yo cortamos.

—¿Qué? — Dejé el café a mitad de camino y me quemé un poco por el movimiento repentino, lo coloqué bruscamente sobre la mesa provocando un fuerte ruido y me pase por la mano la servilleta que Beomgyu me había extendido.

—Lo siento. —Lo miré con ojos chicos, asimilando lo que me habia dicho. — ¿Cortaste con tu marido?

—Sí, mi ex-marido. —Me corriguió y traté pero no puede contener mi sonrisa.

—No te pongas tan feliz. — me dijo bromista.—Tu fuiste el que hizo que cortaramos, dios Jun, fue el matrimonio mas cortó de toda la historia.

—¿Yo? —No sabia si celebrar o qué hacer, Beomgyu inclusive hacía bromas al respecto, él estaba ¿feliz?

— Si, ¡tu! — me pinchó el hombro con su dedo índice— Despues de bajar de tu auto. — alejó su mirada de mis ojos, seguramente por recordar la escena y volverse tímido — Despues de eso fui al departamento y tardé tanto en procesar todo que Younghoon entró a casa, algo enojado por verte fuera.

Jugó con sus manos, sus manos libres, sin ningun molesto anillo.

—El ya te tenía bronca de antes, no es ciego. —negó y sonrió levemente— vió el saco, me interrogó, no pude contenerme y le conté, aparte de eso mordiste mi labio y tenía una marca ahi...

Me puse rojo con lo ultimo.

—Me contó todo lo que le dijiste en la boda.

Tocí tratando de evitar su rostro inquisitivo buscando respuesta, hasta incluso haber actuado así me dió algo de pena, pena al pensar que Beomgyu había escuchando todo lo que dije esa tarde.

—Soltaba vapor por las orejas de tan enojado que estaba.

—No te hizo nada ¿no?

—No, no para nada, el podía ser muchas cosas pero nunca me levantó una mano.

Nunca creí escuchar a Beomgyu decir algo así de aquel tipo. ¡lo sabia! ¡siempre tuve la razón! y ahora estaba tan feliz de haber alejado al pequeño pelinegro de las garras de Kim.

—Solo... Te agradezco mucho Jun, estuve sujeto muchos años a Younghoon por una promesa desde niños, pero con el paso del tiempo el fue cambiando más y más y... realmente no me quería.

—Yo si te quiero. —Atiné a decir.

Él solo se rió y me respondió un —Yo tambien Jun.

Te deseo lo mejor

Y el mejor soy yo

𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞𝙤 | 𝙮𝙚𝙤𝙣𝙜𝙮𝙪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora