Prólogo

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Marian lo pensó con cuidado: si, él era la víctima perfecta para poner en práctica sus nuevos conocimientos, tan recientemente adquiridos. A simple vista era un chico atractivo, pero tenía algo más, una extraña aura que la llamaba y que le decía que podían entenderse muy bien. 

Si lo quería o no para una relación sana y duradera lo decidiría más tarde, por el momento se encontraba encantada con su apariencia física y lo poco que había visto de su personalidad. ¿Quién no se sentiría atrído por un valiente caballero dispuesto a enfrentar al propio príncipe Juan? No le interesaba si era por defender a los aldeanos o si robaba para si mismo, el simple hecho de demostrar sus agallas la hacía considerarlo. 

Dedicó un largo tiempo a pensarlo, pero en realidad decidió que si se arriesgaría en el momento en que lo miró.

Estaban teniendo un paseo tranquilo por el bosque, habían ladrones por ahí, era cierto, pero ninguno se atrevería a robar con la guardia real completa protegiendo a los príncipes de Inglaterra, al menos no nadie que no fuera especial. 

La emboscada los obligó a detenerse de forma abrupta y a los ocupantes no se les dió tiempo de reaccionar y salir huyendo, pronto se escucharon golpes y peleas con espadas afuera, pero ninguno de ellos se aventuró a mirar por la ventana, en cambio se miraron entre si, aturdidos por lo que escuchaban e imaginando lo peor. Pronto todo quedó en silencio, sin embargo no los tranquilizó en lo más mínimo. 

Un paso. Dos. La puerta se abrió con un sonido que indicaba que nadie le había cambiado el aceite a las bisagras en un tiempo y un rayo de sol entró en el carruaje, antes cubierto totalmente. Un rostro sonriente apareció de pronto. 

- Voy a tomar esto, con su permiso - dijo estirando la mano hasta el asiento del príncipe, en donde se encontraba una pequeña bolsa de monedas de oro. - Que pasen una  buena tarde. 

A Marian le fascinó. No podía concebir una manera más atrevida de robar, ¿atreverse a quitarle al príncipe el oro de sus propias manos y parar su carruaje solo para exigir algo que creía le correspondía? Le costó un gran trabajo reprimir la sonrisa que tenía. Hace tiempo que no se sentía tan atraída por nadie y según recordaba nadie logró encantarla así en un primer encuentro. 

- Maldito Robin Hood - murmuró el príncipe y este simple comentario logró sacarla de sus pensamientos. 

- ¿Quién es ese Robin Hood del que hablas, primo? - preguntó Marian, ahora si con una sonrisa. 

- Ese maldito ladrón que nos atacó hace horas - ¿Habían pasado horas desde aquel encuentro? - No es la primera vez que nos roba y el Sheriff no ha podido encontrarlo, tiene una guarida en medio del espeso bosque de Sherwood y no hay manera de lograr desmantelarlo. 

- De modo que es más inteligente que la guardia real - el príncipe, su primo, le lanzó una mirada de desaprobación y ella de inmediato corrigió, con fingida culpa - Es más tramposo, quiero decir. 

- Si, así es, le gusta jugar sucio y es cobarde, jamás se atrevería a atacarnos cuando el rey está presente. 

Marian pronto descubriría que no todo era así. 

- Robin Hood - murmuró para si y abrió la ventana, observando el paisaje del bosque. Le pareció ver un hombre, tal vez un joven con un arco que se escondía detrás de un árbol pero dejaba a la vista su arma y su carcaj en un descuido imprudente. - ¿Cómo dices que ataca?

- Tiene una banda de criminales con él, está armado, he visto que lastima mujeres y niños. 

- Tiene una vena criminal y sádica entonces - dijo Marian, no necesariamente con disgusto. 

- Si, debes tener cuidado, no permitiré que pasees sola por estos lugares. 

Marian no refutó, pero por dentro estaba molesta con el comentario, ¿quién se creía para prohibirle cosas? 

El príncipe Juan estaba interesado en casarse con su prima, tanto porque esta era rica como porque era de gran belleza, querida y respetada por sus súbditos, una hábil pieza en el ajedrez de la política. 

Marian volvió a centrarse en cosas más alegres. Lo había decidido: lo seduciría.

711 palabras. 

El arte de la seducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora