Asleep

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El murmullo de las conversaciones y las risas amortiguadas en el piso de abajo me despertaron de mi siesta, miro por la ventana y el cielo está en un color morado-azul lo que significa que dormí por varias horas.

Me siento en la orilla de la cama notando lo pesado que mi cuerpo se siente. No me sentía así cuando me fui a dormir, pienso. Masajeo mi cuello, intentando reducir la tensión que hay cuando escucho que alguien sube las escaleras, todavía no se quien está en casa.

Cierro la puerta de mi cuarto en seguida, un sentimiento de intranquilidad invade mi pecho y siento mi estómago apretarse. Quien sea que sube sigue derecho. Doy un largo suspiro.

Cambio mi ropa y bajo las escaleras. Mi madre, mi hermano, mi cuñada y sobrino están sentados frente al TV viendo algún programa sobre comidas exóticas en el mundo.

— Silvita — me llamo Sylvie pero mi familia me dice Silvita desde niña —por fin te levantas, dormiste mucho— dice mi madre, que tiene a mi sobrino Thomas en sus piernas — Te perdiste la cena pero te guardé en el horno.

Cierto, no he comido.

Me siento en un sofá, al lado de mi cuñada. Hay un equipaje en un rincón.

— ¿De quién es el equipaje? — pregunto con el ceño fruncido. Intento recordar si algunos de nuestros parientes lejanos vienen de visita

—Pues de tu padre — dice mi madre con rostro de felicidad.

­ — ¿Papá? — digo aun manteniendo mi ceño

Muestra sorpresa y emoción a la vez

—Sí, tu padre vino a casa, recuérdalo— dice con inquietud

De pronto siento una punzada en cada lado de cabeza, muy dolorosa, aprieto los ojos debido al dolor y a la vez intentado recordar, pero solo veo mi cama y un cielo morado-azulado por la ventana y los colores se van desvaneciendo.

Algo no anda bien.

— ¡Oh! — digo como si ya recordara golpeando mi frente con la palma de mi mano, siento que es lo que debo hacer para no preocuparla, pero algo no anda bien — Cierto mamá, tienes razón, ja, qué tonta.

Miro la puerta del baño — Ya vengo­ —Entro y cierro la puerta con seguro, me siento en el váter respirando pesadamente, el dolor en mi cabeza incrementa, cada vez que cierro los ojos, veo destellos, como una pared de colores hacerse añicos, y de nuevo, la tenue imagen de mi cama frente a la ventana con el cielo morado azulado. Abro el grifo y me echo agua en la cara, esta fría. Mojo una, dos, tres veces hasta que decido meter la cabeza bajo el grifo. El dolor cede un poco. Busco en el neceser lleno de medicamentos por un analgésico. Lo tomo. Mientras me seco el cabello con una toalla, escucho la risa de papá y mi corazón se detiene. Hace tanto que no lo veo. Mucho tiempo, la verdad.

Papá tiene un trabajo bastante ocupado, viaja siempre. Desde que tengo 17 años ha trabajado con la misma compañía y siempre, siempre está de viaje. Sus visitas son cortas. Demasiado. Parecen un abrir y cerrar de ojos, parecen sueños, a decir verdad, no recuerdo la última vez que nos visitó.

— Vuelve — un murmullo en algún rincón de mi mente

Salgo del baño apresurada y lo veo parado al lado de mi hermano.

— No me digas, ¡¿de dónde sacas esas cosas?! — suelta mi hermano mayor, Carlos — ¡Silivita, ven acá! — lanza una carcajada

Me apresuro y lo abrazo por la espalda. Se sienten siglos desde su ultimo abrazo. Cierro los ojos y respiro profundo el olor de su chaqueta.

Huele al perfume que le regale cuando tenía 17...

Siento su risa profunda, me agarra las manos para darse la vuelta. Frunce el ceño cuando me ve

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2023 ⏰

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