Despegue en 3, 2, 1...... Eso es todo señores, el MC2 está en órbita.
Así de emocionante era la vida de Luzu, detrás de un monitor de mando y viendo a otros alcanzar las estrellas qué él solo podría ver a través de una pantalla. Pero su vida "emocio...
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"Acostumbrado al dolor, Curé mi miedo al terror"
—Atención a todos los trabajadores, se les recuerda que el inicio de la operación "MC2" comenzará en 20 minutos —Fue lo primero que se escuchó dentro de las instalaciones de mando una vez los tripulantes estaban dentro de la nave y preparados para el despegue
—Muy bien todos, preparaos para el despegue! —Anunció en alto el jefe al mando de la operación, Vegetta, conocido por ser uno de los mejores en su campo al llevar con éxito varias misiones de la compañía— Estais todos ya en sus puestos?!
La sala de mandos era un completo desorden, con personas corriendo de aquí allá, tratando de afinar los últimos detalles de la misión o recalculando trayectorias qué la tripulación habría de seguir una vez estuvieran en órbita. Todos los presentes estaban preparados y listos para lo que venía, comenzando a tomar sus puestos correspondientes para poder comenzar la operación "MC2"
—Señor, el ingeniero Luzuriaga no ha llegado —Informó uno de los trabajadores del área operativa
—Cómo que no ha llegado?! Si es él quien dirigirá los primeros movimientos de la nave!
Bueno, todos menos uno.
(...)
Entre empujones, jaloneos y disculpas, el ingeniero Luzuriaga, o más conocido como Luzu, hiba corriendo a toda velocidad rumbo a su trabajo.
Vamos, que no era su culpa que su despertador no sonara, ni que se desvelara por estar bebiendo y llorando toda la noche por su ex, mucho menos que despertara con una resaca de los cojones. Por supuesto que no era su culpa, qué sus manos le temblaran como maracas de tan solo pensar la tanda de sermones qué le daría Vegetta una vez llegara, ni era su culpa que estuviera tan nervioso por ser la primera vez que dirigiría la trayectoria de una nave, no, claro que no.
Esa culpa se la atribuía única y totalmente a Raúl.
No se dió cuenta en que momento llegó al edificio, ni cuando tomó el ascensor para ir a la sala de mandos o cuando fue que entró en esta. De lo único que fue consciente fue que de un momento a otro estaba ya listo en su puesto con Vegetta encima de él regañándolo a gritos que solo hacían qué su cabeza retumbara más en un fuerte dolor constante, taladrandole el cerebro y recuerdos que ni siquiera sabía que tenía.
—Me estás escuchando? Que no puedes llegar así de tarde a tu primera misión oficial, joder!
—Qué ya sé! Qué ya sé! No me lo tienes que repetir dos veces, por el amor a Dios —Luzu se sobó la cabeza tratando de menguar el dolor de esta.
