Los pensamientos de Yona

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-¿Hasta dónde planeas seguirme a escondidas...- Yona se detuvo en medio de los árboles que bordeaban el río y se volvió en su dirección- ...Hak?.

Él salió de entre los árboles. La verdad es que no se estaba escondiendo, solo intentaba mantener una distancia prudente.

-No volveré a dejarte.

Ella vio el dolor en sus ojos y sintió como una sensación extraña le oprimía el pecho. Sabía lo que estaba pensando, tenía claro que se sentía culpable de la herida que tenía en su espalda cuando protegió a Lily. Su dolor le hacía sentir culpable, por su imprudencia estaba preocupando a los demás y eso no le agradaba nada.

-El que yo resultase herida no ha sido tu culpa Hak. He actuado sin pensar en mi debilidad y mi herida solo es la prueba de que no soy lo suficientemente fuerte para proteger a quienes quiero- le habría gustado poder decir "protegerte" pero la sola idea de que ella pudiera cuidar de Hak como él lo hacía de ella era absurda, no era una guerrera instruida en el combate.

No podía leer el rostro de Hak, pero quería que volviera a sonreír, que volviera a mostrarle su sonrisa aunque fuera esa burlona que le dedicaba en tantas ocasiones.

Antes que ella pudiera pensar en algo, Hak la rodeó con sus brazos y escondió su cabeza en su cuello, aquello la dejó congelada.

-Hak...

La abrazaba con fuerza pero no decía nada.

-¿Hak?

-Solo un momento- dijo con voz grave y ella pudo notar como su cuerpo temblaba- por favor déjame estar así solo un momento.

El cuerpo de Hak no paraba de temblar y Yona le rodeó con sus brazos y se refugió en él.

Hak no podía dejar de revivir en su mente el momento en que vio a Yona con su cuerpo vendado, el corazón casi se le había detenido al pensar en que alguien estuvo a punto de arrebatársela y no podía dejar de sentir terror ante la idea.

-Lo siento- susurró Hak en su oído- yo debía protegerte, y no estuve allí.

Yona le abrazó con más fuerza.

-No es tu culpa. Yo lo siento.

Hak alzó la vista.

-Prometo que no volveré a dejar que nadie te lastime.

Aquellas palabras le provocaron un cosquilleo en el estómago.

-No puedes sentirte culpable. Has hecho demasiado por mí, si no fuera por ti yo no estaría aquí en este momento.

-Soy su guardaespaldas princesa, le hice una promesa al rey Il de protegerte.

Yona supo que no tenía sentido discutir con él.

-¿Se puede saber hacia dónde vas?

Yona se había olvidado por completo de sus planes.

-Iba a darme un baño en el río más allá.

Hak miró en la dirección en que había señalado.

-Vamos.

Yona se quedó congelada.

-¿Qué?

-Iré contigo, no dejaré que andes sola tan cerca de la frontera.

-Pe...pe...pero.

La agarró del brazo y la arrastró hasta el lugar donde se juntaba el agua que caía desde las montañas. Él le dio la espalda.

-No tienes que preocuparte, esperaré aquí. No miraré.

-Gra...gracias. Pero no es necesario que te que...

-¡Solo date prisa!

Yona se acercó al borde del agua y se bajó la túnica que llevaba encima hasta la cadera, solo en ese momento se percató de un pequeño problema.

-Esto... Hak.

-¿Qué ocurre? ¿necesitas que te enjabone?

Ella se ruborizó ante la idea. No sabía por qué últimamente se ponía muy nerviosa a su lado.

-No... no es eso...

-Entonces ¿qué pasa?

Ella se debatía internamente si pedirle ayuda o no, pero no podía hacerlo sola, así que respiró hondo.

-Necesito que me ayudes a quitarme el vendaje.

Hak se volvió de inmediato pero se giró al ver que ella estaba casi desnuda a no ser por el vendaje y la parte de la túnica que aún no se quitaba. Estaba completamente sonrosada.

-¡Prometiste no voltear!

-¡Lo siento!

Ella intentó calmarse.

-¿Puedes ayudarme?

Caminó en su dirección intentando no mirarla para no avergonzarla más de lo que estaba, aunque era difícil para él. Cuando estuvo frente a ella, Yona se volvió dándole la espalda.

Hak cogió el extremo de la venda y comenzó a quitársela. Cuando la herida quedó al descubierto sintió un pinchazo de dolor.

-¿Hak?

-Ya he terminado.

Yona miró en su dirección pero él ya se había volteado y se alejaba de ella.

-Gracias.

-Solo disfruta de tu baño.

-¿Hak?

-Si

-Por favor no te alejes demasiado.

Asintió.

Maldita sea pensó. Se lo ponía cada vez más difícil.






LOS LATIDOS DE LA PRINCESA DE CABELLO ROJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora