Abducción

4 0 0
                                    

Desde pequeña me fascinaron los aviones. Recuerdo la primera vez que viajé en uno. Cómo vibré de la emoción en consonancia con el sonsonete típico del despegue. Mi padre era piloto del Ejército del Aire. Se formó en la escuela de caza y ataque. Mi madre y yo nos pasábamos meses en vilo cuando participaba en misiones de combate. Una vez resultó herido en un brazo en Afganistán pero se recuperó en seguida. Mi madre le imploró que participase en misiones de paz y no en acciones bélicas, pero mi padre tenía sus objetivos muy claros.

Cuando yo contaba 15 años de edad los talibanes le apresaron como rehén. No volvimos a saber de él. Nuestro gobierno declaró su muerte oficial a los dos años de su desaparición. Mi madre quedó destrozada. Mi padre murió con honores, pues le condecoraron con la insignia por el mérito a título póstumo.

Pero a mamá le costaba mucho asumir su muerte cuando ni siquiera se había encontrado su cadáver. Por más que el Teniente Capitán de la brigada a la que pertenecía papá confirmara su fallecimiento mamá no se daba por vencido y mantenía la esperanza de encontrarle con vida. Se le explicó que los talibanes utilizan métodos de tortura que resultan incompatibles con la vida, pero ni aun así lo asimilaba.

Hasta aquel momento mamá no había trabajado fuera del hogar pero reconocía que la casa se le venía encima. Así que habló con el departamento de recursos humanos del Ejército del Aire y comenzó a trabajar como administrativa en la sección de Inteligencia del Mando Aéreo de Combate. Fue en ese momento cuando empezó a mejorar su estado anímico y a afrontar el duelo.

Por mi parte, cuando cumplí 18 años tuve muy clara mi vocación. Quería ser piloto comercial. A mamá no le hizo ninguna gracia y me planteó mil objeciones.

─Hija, ¿por qué quieres seguir los pasos de tu padre?

─No, mamá, no lo pretendo. Yo solo quiero pilotar, no combatir.

─Tu propuesta es un escándalo, Úrsula. ¿Sabes cuántas mujeres salen de cada promoción de pilotos?


─Sí, mamá, hace 50 años tan solo eran unas cinco mujeres pero hoy en día se licencian unas 100 por promoción.

─Luchamos por equiparar los derechos de hombres y mujeres en una sociedad desequilibrada. ¿Por qué no voy a poder aprender a pilotar un avión si es mi sueño dorado desde que tenía uso de razón?

Al final, mi madre respetó mi deseo aunque sin mucha convicción. Ingresé en la academia de aviación tras superar el reconocimiento médico. Obtuve la licencia de habilitación de multimotor, que me capacitaba para pilotar aviones de dos o más motores. Superé los exámenes teóricos y las pruebas de pericia, el curso de adaptación al medio en simuladores y conseguí, toda orgullosa de mí, la acreditación correspondiente.

La verdad es que una de mis motivaciones para pilotar aviones era mi interés por el fenómeno Ovni. Desde que dispuse de información del caso Roswell, por el que se produjo una colisión de una presunta nave extraterrestre en Roswell (Nuevo México, EE.UU) el 10 de julio de 1947, me interesé por el tema. Este acontecimiento supuso el nacimiento de la ufología moderna. Aunque la mitad de mis compañeros se mantienen escépticos al respecto, yo conservaba la esperanza de realizar algún avistamiento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 29, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AbducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora