PROLOGO
Como futuro regente también tenía responsabilidades aun siendo un niño de 10 años y una de ellas (podría ser que también la más importante para el desarrollo de su reino) era el estar comprometido con el príncipe de la flama; Kyojuro Rengoku el cual había presentado ya su género secundario dejando saber que el pequeño rubio era un omega, lo cual fue una noticia esplendida para su padre ya que el príncipe peliblanco era un alfa y Kyojuro sería un excelente consorte para su hijo además de la clara ventaja de unir un imperio con un reino que buscaba más poderío.
A Tengen no le emocionaba la idea de conocer al otro príncipe heredero puesto que pensaba que solo era alguien sin mucha importancia comparado con el mismo y aunque también heredaría su propia corona, simplemente era un desafortunado niño omega que necesitaba más de Uzui, al pequeño de ojos color fucsia le habían dejado bien en claro que un omega no podría quedarse con el trono a menos de que se casara con un alfa, desde el punto de vista dado por su padre, el príncipe del otro reino estaba en notoria desventaja y si bien podría haber otros más reinos o incluso imperios, ninguno compartía tan buena relación diplomática como el Imperio de la flama y el Reino del sonido lo hacían.
Pero si quería sacar provecho tendría que hacer todo lo que le dijeran incluso algo como comprometerse con alguien a quien no conoce y aun siendo un niño era consciente más que nadie que ambos príncipes estaban obligados a eso con tal de velar por el ¨bien¨ de sus reinos.
Tal vez para Kyojuro tampoco era grato saber que apenas y se enteraron que era un omega lo ofrecieron en matrimonio para un alfa y ese alfa había sido Tengen, ellos ni siquiera se conocían, nunca se habían mirado y aun así sus padres les arreglaron un matrimonio que traería beneficio a todos pero sin tomar en cuenta a los jóvenes príncipes y que aun eran niños.
El día que habían acordado para que los pequeños futuros regentes se conocieran había llegado al fin cosa que ponía de nervios al pequeño peliblanco ya que le habían mencionado que si algo salía mal o si desagradaba a la familia Rengoku y ya no querían llevar a cabo el matrimonio seria culpa suya y es que esa alianza era importante para ambos reinos, el Reino del sonido se llevaba un beneficio militar y territorial además de que el imperio de la Flama era rico en recursos y piedras preciosas mientras en el caso de la nación de las llamas el beneficiado seria el pequeño Rengoku puesto que con un esposo alfa y además otro príncipe los nobles no le negarían su puesto.
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El príncipe mayor volvió a pasar sus manos por su ropa ya que estaba sudando de una forma descomunal pues la advertencia de que podría incluso perder su lugar como el heredero le altero de cierta forma algo que no era usual en él, apretó sus palmas y encorvo su pequeño cuerpo al ver como la delegación del Emperador se acercaba al igual que un carruaje puesto que la Emperatriz de la flama estaba agotada y se decidió que toda la familia imperial viajaría en carruaje ya que tampoco querían exponer a los príncipes.
El primero en bajar fue el Emperador quien se miraba intimidante a ojos de Uzui, obviamente porque el pequeño alfa era nada ante la intimidante forma musculosa y grandiosa de Shinjuro Rengoku. su cabello era rubio con las puntas de color rojo sus cejas espesas de un color negro y sus ojos eran anaranjados enrojeciéndose más cerca de la pupila estos se miraban como una flama furiosa y ardiente que calcinaban hasta los huesos de una mirada; llevaba una vestimenta digna de un guerrero echo de fuego y portaba una espada cerca de su cadera, este hombre tan intimidante que hizo callar a todos con su presencia tendía una mano en dirección al carruaje, una mano grande y áspera que pronto fue tomada por una palma mucho más pequeña y suave, perfectamente hacían un contraste encajando una con la otra como si el toque hubiese sido tallado exclusivamente para ambos miembros.
La poseedora de esta cálida y blanca palma salió rápidamente del carruaje dejando ver a una hermosa mujer con un hermoso vestido que resaltaba su pequeña figura y su tez blanca como la porcelana traída desde lo más lejano, unos ojos de color rojo pero inusualmente tranquilos sin llegar a ser llamaradas ardientes, no, este era un fuego amable como el que te reconforta en un día inusualmente frio, su boca pintada con un leve color rosado que iba a la par con las sombras cálidas y suaves en los ojos de la mujer era demasiado pequeña tanto que Tengen se preguntó si la Emperatriz extranjera podría hablar, su cabello era semi largo recogido junto a un broche pequeño pero reluciente junto a múltiples decorados bien colocados sobre la cabeza de seda negra de la fémina.
Ella traía a un niño de escasos dos o tres años cargado entre sus brazos, el príncipe peliblanco lo miro solo por curiosidad...un momento... ¿ACASO ESE ERA SU PROMETIDO? ¿No era Kyojuro muy, MUY PEQUEÑO para él?
Tanta fue su sorpresa e intriga del porque lo habían comprometido con un niño que aun necesitaba ser cargado por su madre que no noto el descenso de una cuarta figura del carruaje.
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