_Emergentes
Habían pasado tres años desde que Kyojuro y Tengen se habían conocido, años en los que habían asistido pocas veces a sus reinos ya fuese por festividades o cumpleaños que como futuros esposos no se podían ignorar sin embargo no habían tenido mucho contacto ya que a Tengen no se le permitía estar cerca de Omegas jóvenes hasta que pudiera controlar sus instintos pero en esos momentos era aún muy joven para lograrlo y Kyojuro no debía estar cerca de ningún alfa hasta que su prometido fuera capaz de impregnar le con sus feromonas, era algo más bien como una tradición del propio Reino del príncipe mayor y como todas las tradiciones tenía que ser seguida tanto por regentes como por plebeyos.
Cuando Tengen estuvo cerca de su doceavo cumpleaños se tuvo que haber mandado al príncipe de las llamas hacía su reino, pero eso se postergó por qué la madre de este había estado muy enferma para acompañarlo y dado que era necesaria la presencia de la Emperatriz con su hijo no se llevó a cabo esa vez, Tengen había escuchado que ella quiso acompañarlo en diversas ocasiones pero no fue posible ya que a mitad de cada viaje en que lo intento caía muy gravemente enferma y el viaje llevaba a lo mucho cuatro días, al parecer la Emperatriz no pudo ni pasar la tarde del segundo.
Ahora era el turno de Tengen de visitar las tierras de su prometido y aunque estuvo nervioso al principio, lo tomo como una experiencia más en tierras desconocidas. Pronto Uzui cumpliría los trece años y aunque faltaría menos tiempo para que pudiera impregnar con sus feromonas al Omega, se vería obligado a tomar sus obligaciones más en serio y tal vez eso no le daría el suficiente tiempo libre, por lo mientras tenía que conformarse con estar en el mismo palacio que él, aunque tampoco es que le emocionara el tema de las feromonas pues con esto estarían a poco de casarse.
Pronto la experiencia de viajar se convirtió en un deseo vago pues había estado el solo en el gran palacio desde que inició la primera semana y llevaba ahí cuatro días de estadía en soledad, ni siquiera había visto a la Emperatriz o a alguno de sus hijos solo se presentó ante el Emperador quien lucía tan lamentablemente lúgubre, ese hombre no era como aquel fuerte y respingado Emperador que estaba grabado en su niñez, no como el alfa veterano y poderoso que asusto al pobre e inexperimentado alfa de Uzui.
Tengen se sintió bastante fuera de lugar, había ocasiones en las que incluso salía del palacio imperial sin ser escoltado o notado por algún sirviente, todos tenían su atención hacia otro lado, como si un fantasma los estuviera atormentando y redirigiendo su atención a algún lugar desconocido para el príncipe extranjero. Los alimentos los tomaba el mismo en su cuarto ya que las sirvientas le habían dicho que la familia Imperial no podría acompañarlo en la mesa por lo que se evitaba la pena de estar ahí solo, no es como si en su palacio comiera junto a su familia.
Hasta que en el quinto día pudo por fin ver a Kyojuro, lucía realmente hermoso, sus facciones eran iguales a las del Emperador, pero como lo recordaba hace tres años seguían siendo suavizadas por la dulzura de la Emperatriz, aunque su cabello era tan comparable a las ardientes llamaradas encendidas y era vestido por ropas tan coloridas como llamativas, extrañamente el niño sonriente que Uzui conoció ahora era una sombra de lo que fue y la dulce sonrisa solo un recuerdo, era una clara copia del lúgubre Emperador.
A Tengen le dolió verlo así, apagado y con la tristeza siempre latente. Uzui noto también la presencia del niño más pequeño en los brazos de su hermano mayor aunque el príncipe era lo suficientemente joven como para desconocer algún sentimiento negativo no se veía en absoluto como un cachorro feliz y la grasa de bebé en sus mejillas solo hacía que la vista fuera más dolorosa, sintió pena por ambos Rengoku, no eran los mismos infantes que una vez la Emperatriz les presentó y aun siendo demasiado jóvenes sus ojos ya presentaban una melancolía que solo podía ser traída por la pérdida de un ser querido, Tengen se acercó con delicadeza a ambos príncipes que estaban rodeados por unas cuantas sirvientas y otros dos niños de la edad de Kyojuro, este último levantó su cabeza y miro directamente a los ojos de Uzui.