Elena

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De pronto las luces parpadearon, ella comenzó a sudar en frío, las secas lágrimas desesperadas se escapaban a través de la venda que cubría sus ojos, estas rodaban por su mal trecho rostro, hasta impregnar sus labios con su intenso sabor salado.
Un ensordecedor rechinido de la gran puerta de metal se hace notar, los pasos se escuchan ya.
Su corazón comienza a latir cada vez más lento...
Tum tum
Tum tum
Los pasos se acercan cada vez más a ella.
Elena comienza a balbucear y en un ataque de impotencia y de ansiedad en su silla comienza a temblar.
-Tranquila preciosa.
Unas ásperas manos acarician su rostro.
Comienza a llorar y a tratar de gritar.
Pero su teatro es aplacado con un sofocante golpe en el estómago, Elena se encorva y trata de recuperar el aliento, sus dientes rechinan por el temor que siente.
Su cabeza es tirada de sus cabellos hacia atrás y de pronto siente sobre ella lo cálido de una respiración cercana, sus labios son rosados por otros labios.
Ella grita que no y se sacude en su silla.
De nuevo es tirada de los cabellos hacia atrás, otra vez aquellos desconocidos labios se vuelven a acercar a ella, suavemente la intentan besar, pero está en defensa propia lo muerde fuertemente.
Él enfurece y de una patada la avienta hacia atrás, cayendo fuertemente al suelo, está no se puede mover ni levantar, pues amordazada se encontraba en aquella silla.
Los pasos ahora se alejan, nuevamente se escucha el rechinar de la puerta, su alma vuelve a su cuerpo y comienza a sentir un poco de paz.
El tiempo corría, pero Elena era fuerte, por más que trataban ella no se doblegaba, su alma nomas no se quebraba.

Por su mente vagaban sus recuerdos, por momentos reía y en otros momentos lloraba, no podía creer lo que a ella le pasaba.
Era una constante batalla contra su mente, pues ella sabía que de seguir así pronto su vida terminaría.
Después de darle vueltas y vueltas en su cabeza, ella a veces se dormía, el cansancio mental que la situación le generaba era brutal.
Su suerte pronto cambió, pues el jefe a ella la visitó, sabía que ella no hablaría, así que la levantó del suelo mientras ella gritaba.
-Tranquila, no quiero hacerte daño.
Con cuidado descubrió sus ojos.
A ella la luz la encandiló y en pánico ella entró.
-respira y mantén la calma.
-Yo no te quiero hacer daño.
A Elena su rostro le parecía familiar, sin embargo no sabía quién era.
Él le sonrió.
-Pronto estarás de nuevo en casa, ok.
Te voy a desatar, ocupo que te vayas a bañar y estés presentable, no queremos que tu familia te vea en estas condiciones.
Con una voz temblorosa Elena respondió.
-Mm mi familia?
-A casa?
La chica estaba bastante confundida.
-Vamos, has lo que te digo.
Con miedo ella obedeció.

Al estar presentable fue llevada a un salón muy elegante donde Gerard la estaba esperando.
-Ven siéntate, hazme compañía.
Elena temerosa no sabía qué hacer, pero a punta de pistola fue encaminada hasta la mesa.
Gerard en ese momento le preguntó.
-Dime, cuál es tu comida favorita?
Elena se asusto, pensó que la iban a matar y esta sería su última comida.
Ella solo callo.
Gerard sonrió y pacíficamente nuevamente preguntó.
-Dime, cuál es tu comida favorita?
Elena estaba confundida.
Gerard suspiró y apretando su mandíbula de nuevo a Elena se dirigió.
Atemorizada ella respondió.
-Lasagna, lasagna señor.
-Bien. Gerard replicó.
Mientras le dio la orden a su chef de preparar la mejor lasagna que Elena haya podido comer.
Nerviosamente Elena sonrió.
El silencio invadió la habitación.
Gerard bebió de su Whisky.
-Mira, yo sé que tienes miedo, pero no hay que temer.
-Está noche estarás de nuevo en casa, pero por el momento eres aquí mi invitada de honor y me gustaría que me complacieras con tu compañía.
Elena nerviosa asintió con su cabeza.
-Valoro mucho a las personas como tú, cualquiera se quiebra en esta situación, admiro tu valentía.
Ella en silencio se mantenía.
-Dime, qué es lo que tú haces para vivir? A que tú te dedicas?
Ella no sabía si debía responder, pero él la miro fijamente y aún sabiendo que él era malo, su mirada le daba a ella un poco de confianza.
-Tengo una gran red comercial en Norte America. Ella contestó.
-Y qué hace aquí en esta ciudad tan importante empresaria?
-Con que motivos viniste aquí?
-Vi...viv... Vine a inspeccionar el producto de un nuevo futuro proveedor.
-Jumm.
-Y tú sabes de dónde y cómo obtiene tu proveedor ese producto?
-A ciencia cierta, no, no lo sé.
-Simón es la persona más hipócrita y mentirosa que conozco, créeme en mi mundo encuentras personas así por doquier, pero Simón los supera por mucho.
-Yyy-yo no conozco mucho a Simón, pero hasta ahora me parece un empresario honrado.
-Honrado dices tú, jaja.
-Ese maldito infeliz explota a mi gente, a él no le importa si enferman, pasan hambre o mueren, a él solo le importa lucrar.
-Sabes cuántas personas mueren al día en los campos de algodón?
-Sabes las torturas y maltratos que mi gente vive día con día para que tú y los norteamericanos tengan con que vestir?
-Sabes que somos personas libres, pero que a través de opresores se nos obliga a trabajar de Sol a Sol con una mierda de salario que no alcanza para vivir, mientras Simón y gente como tú cada vez son más ricas a costa de nuestro esfuerzo y trabajo.
-Perdón, no lo sabía. Ella lloró implorando perdón y por su vida, pues notaba el coraje que Gerard tenía hacia la gente como ella.
-Jum no lo sabías, jajaja.
Gerard bebió de su whisky.
-Entonces dime, cómo crees tú que todas estás cosas se producen?
-A caso lo habías pensado?
Elena agachó su cabeza.

La comida está lista. Dijo el chef.

-Perfecto, es hora de comer.
Los platillos se sirvieron y en silencio todos comieron de la mas deliciosa lasagna que hayan probado, brindaron con botellas de buen vino.
Elena seguía sin entender, quería desconfiar pero no podía, parecía que estos tipos realmente no eran tan malos.

El festín terminó y Gerard levantándose de su silla comenzó a caminar dentro del salón e hizo que Elena lo acompañara.
Los dos platicaban, Gerard la cuestionaba hasta darse cuenta de que realmente ella no estaba involucrada.
Así que sonrío y recargado en una silla de una mesa de poker, a ella la invito a jugar una partida.
Nerviosa y sin entender ella aceptó.
Uno de sus hombres las cartas barajó y la partida comenzó.
-Creí que tu eras la socia de Simón que transportaría a mi gente como viles animales para ser vendidos como esclavos en norte america, pero puedo ver que además de tu avaricia por poseer más riqueza, no tienes ningunas otras malas intensiones.
-Yo no podría hacer eso, yo transporto y vendo mercancía, pero personas, no, yo no podría.
-Todo encajaba contigo de acuerdo a mis informantes, tú embarcación es muy grande, ideal para transportar a cientos de mi gente.
-Sí, mi embarcación es grande, pero es porque transportó diversos tipos de mercancía y necesito espacio para que cada viaje me sea muy redituable.
-Yo solo vine a ver la calidad del algodón de Simón, yo solo busco transportar lo mejor y por eso me va tan bien, porque yo ofrezco calidad y no les puedo quedar a mis clientes mal.
-Eres una astuta mercader, pero no apoyó las prácticas que utilizan para producir, nosotros no somos sus esclavos.
-No es justo que mi gente pase por todo esto para que tú y los tuyos se enriquezcan a nuestras expensas.
-Yo nunca he producido nada, desde pequeña se me dio bien el vender, lamento mucho que esto pase, las personas que intentas proteger no lo merecen.
-Sé que Simón no es el único que utilice esas prácticas, pero te puedo asegurar que desde mi posición puedo hacer justicia y negarme a comprar productos y materia prima producida de esta manera.
-Créeme que cancelaré mi trato con Simón, le dolerá perder tanto dinero, pero quizá esto lo haga pensar.
-Te lo agradezco de verdad, desde pequeño me he visto envuelto en todo este sufrimiento.
-Ví a mis padres morir a punta de latigazos para que siguieran trabajando aún cuando no podían más, viví en carne propia los abusos de jefes despiadados, lo único que quiero es que mi gente viva una mejor vida.
-Sí puedo ayudarte en algo créeme que lo haré.
-Te lo agradezco, pero con que no le compren a este bastardo es más que suficiente, además seguiré buscando hasta dar con esa mal nacida persona que quiere comprar a mi gente como esclavos.
-Te pido perdón por los malos tratos que has recibido, solo quería que hablaras si es que sabías algo.
-Lamento no ser esa persona que buscabas, no fue muy agradable mi estancia, pero puedo comprender el porqué lo haces.

La partida terminaba y Elena ganaba, Gerard solo río, se levantó y con unas palmadas en la espalda a Elena felicitó.

Elena se levantó y Gerard la acompañó hasta a casa, asegurándose de que ella llegara con bien.

Elena vio de la pocilga de la que salió y al partir Gerard ella a la policía llamó.
Dio informes sobre cada seña y detalle que recordaba del lugar y las personas que la tuvieron capturada, indignada Elena hasta la muerte les deseaba.

La policía acudió al lugar y en una gran batalla detuvieron a Gerard y a su gente.
No les dieron sus derechos y como animales a ellos los trataron, golpeándolos y torturándolos para  después apresarlos.
Finalmente habían detenido a la rebeldía que tanto problema a los ricos les causaría.
Gerard fue sentenciado a la orca junto a algunos de sus hombres.
Gerard lloraba y se culpaba por haber sido tan ingenuo y dejarse engatusar porque aquella falsa dama, no sabía como, pero la haría pagar ya fuera en esta vida o en la siguiente.
Se alegraba a porque finalmente está trágica historia llegaría a su final y fiel a sus ideales sin importar que la vida le costarían.

Pero para su sorpresa Simón apareció cuando estaba a punto de ser colgado, hablando con la gente inquisidora logró liberarlo y a punta de latigazos hasta a un gran barco fue llevado.
Cara a cara se encontró con Elena, quien cínicamente le sonrió y sus mejillas acarició.
Bienvenido a bordo ella dijo.
Mientras los ojos de Gerard ardían de coraje.
-Te hubiera matado cuando podía.
-Me tuviste, pero no lo hiciste, pobre de ti muchacho.
Lo empujo y a una cloaca llena de su gente a él lo aventó.
Gerard lloro y en voz alta a Elena maldijo.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2023 ⏰

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