Para mi amado, Theodore

3 2 0
                                    

Para mi amado:

Una nueva guerra comenzaba a nacer y dado a que el gobierno de nuestro país no contaba con suficientes soldados, nos obligó a los jóvenes a ofrecer nuestras vidas por la patria; a mi me parecía algo absurdo, ¿por qué nosotros los jóvenes teníamos que pagar los pecados de los conflictos de unos viejos? No quería ir a la guerra, no quería arriesgar mi vida, sabía que las probabilidades de que saliera vivo eran bajas, sin embargo, no tenía opción.

En ese entonces tenía miedo, miedo de dejar a mi familia, y como cualquier otro humano, miedo de morir.

Yo siempre fui un niño bueno, excelente alumno y con buenos valores, nunca me atrevería a atacar a nadie, eso iba en contra de mi moral. Cuando me vi en la necesidad de matar a alguien, me sentí horrible, no podía creer que había cometido un pecado tan grande; mi familia era religiosa, eso me incluía a mi, ¿cómo podría matar yo a mi prójimo? Todos esos jóvenes a los que mate... estoy seguro de que tenían familia esperándolos, quizá alguna novia... No pude evitar llorar aquella noche, en la que asesine a un ser humano, pero recuerdo que tú me consolaste, estuviste conmigo pese a que no nos conocíamos. En cierto punto aprecio aquella noche, no porque haya matado a alguien, sino porque ahí comenzó todo.

Tú, tan diferente a mi eramos como polos opuestos, tan rebelde, iracundo, al contrario de mi decidiste pelear por voluntad propia; yo por otro lado tan vulnerable, tan llorón, sin capaz de matar ni a una mosca. Nunca creí que todo terminaría así entre nosotros, tan hermoso y doloroso.

Durante nuestra estancia en aquel campo militar, tuvimos que compartir una pequeña y horrible habitación, "me tocó compartir habitación con este loco", pensé, que iluso que era.

Nuestra primera batalla se llevó a cabo durante una fría noche, los soldados enemigos atacaron a nuestra  base, uno me intentó atacar y yo, como no quería morir, le disparé. Un disparo en la cabeza basto para que aquel joven muriera, sentí un inmenso dolor, algunos me felicitaron, pero yo, yo lloraba.

Esa pequeña batalla fue un éxito ninguno de nuestros soldados murió y logramos acabar con la mayoría, como recompensa nos dieron una buena cena. El remordimiento me consumía y me escape de la cena para poder llorar en la habitación que compartíamos. Parecías tan rudo que no me detuve a pensar si tenias sentimientos o si acaso valores, pero deje de juzgar por las apariencias cuando esa noche te saltaste la cena conmigo solo para poder consolarme. Yo lloraba mientras tú me abrazabas, no eramos más que simples extraños y aún así te preocupaste por mi.

Después de calmarme y dejar de llorar, comenzamos a platicar sobre nosotros, de nuestras familias, nuestras metas. Esa noche nos hicimos amigos.

—Será mejor que te acostumbres, no creo que esta sea la última vez que mates a alguien —Me dijiste antes de dormir. Como esa noche hacía demasiado frío y tú no creías que yo podría dormir solo, dormimos abrazados. Parecías tan hostil pero en realidad eras tan lindo. Theo, como extraño  tus  abrazos. Si tan solo pudiera sentir la calidez de tus brazos una vez más.

Tal y como dijiste, esa no fue la última vez que mate a alguien, con el tiempo fui aceptando que este era mi presente.

Conforme el tiempo iba avanzando, tú y yo nos hacíamos cada vez más cercanos, te volviste mi familia, te volviste mi todo. Eras al único chico al que le hablaba en el campo militar, no necesitaba a nadie más.

Entre más nos conocíamos, más nos queríamos y hubo un punto en el que mi aprecio hacia ti se convirtió en amor. Me sentía fatal, me estaba enamorando de un chico, definitivamente me iría al infierno, sin contar que nunca podríamos ser felices como pareja puesto que el mundo vivía en odio y nunca aceptaría a una pareja con integrantes del mismo género, todo esto inundaba mi mente, pero al estar contigo me olvidaba de todo, no existía un futuro, solo el presente en el que nos encontrábamos.

Una noche te bese por impulso, ni siquiera yo sabía que estaba haciendo en esos momentos, pero te seré sincero, no me arrepentiré nunca. Sorprendido, me preguntaste por qué lo hice y no tuve más remedio que confesar mis sentimientos; tenía miedo de que me odiaras y nunca me volvieras a hablar así que sin querer comencé a llorar, sin embargo, tú me volviste a besar y secando mis lágrimas me diste a conocer que mis sentimientos eran correspondidos.

—El mundo está mal y es más probable que acepten el odio de una guerra a que acepten el amor de dos personas del mismo género, Ben, no me importa si los dos somos hombres, yo quiero ser feliz y solo seré feliz si estoy contigo. No me gusta pensar en esto pero puede que no nos volvamos a ver, así que tenemos que disfrutar de cada momento ya que podría ser el último. Benjamín, ¿me darías el honor de pasar mi vida a tu lado? —El que hubieras secado mis lágrimas no sirvió de nada puesto que nuevamente estaba llorando, no de miedo, sino de felicidad.

Tenías razón, no sabíamos cuando sería la última vez que nos veríamos, así que sin pensarlo, acepte. Todo lo que habías dicho fue hermoso, además, ¿cómo podría rechazar si el amor era mutuo?

—Theo, no solo será tu vida, también la mía, y estoy seguro de que nos volveremos a encontrar si es que hay una vida después de la muerte. Yo creo que las cosas siempre pasan por algo, y yo creo que nuestro destino fue encontrarnos, como si hubiesemos sido fabricados para completar al otro. —Nuevamente te besé, y aquella habitación a la que llamé horrible, fue testigo del amor de dos jóvenes que nunca pudo florecer como se debía.

Continuamos con nuestra vida de soldados defendiendo a nuestro país, con la excepción de que ahora estábamos unidos más que antes. Yo seguía odiando la guerra pero tu me diste fuerzas para no rendirme y así pude convertirme en uno de los mejores soldados junto contigo.

Tus besos fueron lo que me salvaron de la guerra, tus abrazos me dieron paz, quién diría que todo terminaría así.

Puesto qué ambos demostramos ser los mejores, a cada uno se nos puso a cargo de un grupo de jóvenes diferente, nos tuvimos que separar, nos veíamos cada una ó dos semanas. A veces no me sentía capaz, no creía poder ser un buen líder pero tu imagen aparecía en mi cabeza y podía seguir adelante.

Todo esto lo hacía por ti, no sabía si mi familia seguía viva, tú fuiste más que mi novio, mi amigo, mi consejero, mi familia. ¿Recuerdas todas las promesas que nos hicimos? Ahora esas promesas duelen, porque sé que nunca se podrán cumplir. Prometiste que cuando la guerra termine me presentarias a tu gato, Figaro; también prometiste llevarme a la playa, yo nunca había visitado una así que esto me emocionaba mucho; prometiste que seríamos felices, que estarías conmigo durante toda una vida sin importar las circunstancias.

Tantas metas, tantas promesas, tantos sueños, eramos muy jóvenes para todo esto.

Una noche, te sacrificaste para salvar a un chico de tu equipo. Cuando todos los grupos se juntaron yo esperaba por ti, pero nunca llegaste; me dijeron que habías muerto, en ese momento odié que fueras tan amable, ¿por qué no pudiste ser más egoísta y quedarte conmigo?

Lloré hasta que me dolió la cabeza, lloré esperando a que todo esto fuera una broma y llegaras para secar mis lágrimas, pero eso nunca pasó.

No hubo día en el que no te extré, no hubo noche en la que no llorara. Tú eras el que me mantenía cuerdo, ¿quién lo haría ahora si no eras tú?

Me había acostumbrado tanto a ti, que ahora no podía vivir sin ti.

Ha pasado un mes desde tu muerte y sin ti a mi lado he perdido mis fuerzas, sé que nunca te gustó que no comiera bien, pero simplemente ya no puedo más.

No te preocupes por mi, cariño, pronto estaré contigo.

16/nov/????

Cartas De Amor En La Guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora