Querido lector. Querido lectora:Queda interminablemente prohibido leer la siguiente historia, sin antes estar en total conexión con lo que difiere al sexo, la intimidad propia o algún concepto de la sexualidad.
"El mundo debe explorarse y el hombre aún debe aprender a conocerse"
(Daniel Ferb)
Mientras escribo esta historia, me pregunto constantemente:¿Hasta qué limite podemos esperar aquello que deseamos...Hasta el límite del amor?
¿En qué punto descubres que no eres, quién realmente deseas ser, si no lo que otros quieren que seas?Un ser libre, en sentido general: es aquel vive, goza y disfruta plenamente de todo lo que le rodea.
Pero ¿en que momento somos libres?
¿En el espacio de la confianza? ¿Cuando estamos solos en nuestra habitación?
La sexualidad jamás ha sido un tema abierto a la sociedad y esto, claramente, no me compete, incluso, no intento llegar a un acuerdo sobre lo que debemos o deberíamos hacer.
Muchos de las personas que habitamos en el planeta Tierra (incluyendo mi persona) no llegamos a ser felices en su totalidad, por no saber o no querer explorar aquello que deseamos.
En el sexo también se halla esa felicidad eterna que entrega el amor, siempre y cuando esté a gusto como lo deseamos: Elegante. Sutil. Salvaje. Romántico. Pasivo. Furioso. Sin complicaciones. Abierto a cualquier nueva experiencia. Dispuesto a cualquier nuevo conocimiento. Explorando con las diferentes posiciones y todas sus formas. Llenándose de lo que se tiene y lo que se espera. Sin olvidar, claro, las caricias, las risas, los besos. Sin saltarse el pre - coito.Admiremos el sexo, el amor, demos a conocernos a través de él. Seamos libres, no oprimamos nuestras ganas por miedos o fracasos.
"El amor es una poesía abierta. El sexo, incluso, está presente en sus versos"
Palabras del autor.
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Amada Amante De Aquel Domingo (Parte II)
Non-Fiction¿Hasta qué punto podría esperar Oliver por Linda? ¿Hasta el límite de su locura sexual o hasta que pueda al fin, tener su sexo dentro de ella? Aunque...¿Se ha preguntado Oliver si ella también espera por él? ¡Qué triste inocencia entonces!