OJOS CARMESI

CAPITULO I

Tenia 5 años cuando fui por primera vez al palacio imperial, ese día estaba tan emocionada que me había vestido apenas el sol saliera, le había estado suplicando a mi padre desde hacia  meses poder visitar la biblioteca imperial, solo ahí podía estar la segunda parte del libro que había estado buscando en los últimos meses, las doncellas no habían conseguido en ninguna de las librerías del país.

-Compórtate- fue lo ultimo que me dijo mi padre antes de retirarse.

Mis ojos no podían dar crédito a lo que veía, era el paraíso antes mis ojos, todo era maravilloso, desde el olor a paginas de libro que había en la biblioteca mas grande que había estado en mi corta vida, me habían explicado que los libros estaban por orden alfabético así que estaba dando un largo recorrido para poder llegar a la p.

y en ese mismo lugar lo conocí por primera vez, no había sentido la presencia de nadie mas en la habitación hasta que sentí el peso de una mirada en la espalda, a girarme pude ver a un niño de ojos tan rojos que me hacia difícil dejar de verlos, nos miramos fijamente por mas de 10 segundos hasta que reaccione y hice una reverencia.

-Saludos al sol del imperio, Valery Mildetton del ducado Mildetton a su servicio- hubo un largo silencio hasta que lo rompió. 

-La princesa Valery eh, Que hace la única hija del duque en un lugar como este - me miraba con una mirada llena de curiosidad aunque se veía un niño ,la mirada que tenia no era parecida a ninguno de mis amigos, parecía sombrío no tenia  ningún toque aniñado como la mayoría de los niños.

-Estoy buscando la segunda parte del principio de Edén su majestad- pude ver una sonrisa de burla en sus labios.

-Un libro tan complicado, para alguien de tu pequeño tamaño, entonces es verdad lo que dicen de la pequeña hija del duque, una prodigio- ese era el apodo favorito de mis maestros, siempre me había sentido orgullosa al escuchar que era una prodigio pero el tono que usaba solo me hacia sentir vergüenza, pude ver que desapareció por un momento, para luego acercarse de nuevo con algo entre sus manos.

-léelo para mi- estiro su mano con el libro que había estado buscando desde hacia tanto, solo pude quedarme estática en mi lugar - es una orden- con mis pequeñas manos temblorosas tome el libro.

-claro su majestad- tenia tantos nervios que me hacia querer llorar.

Me había hecho leer por lo menos dos horas y en cada pequeño error que tenia en la lectura se reía como si no hubiera mañana, mis ganas de llorar se convirtieron en ganas de romperle un diente a este niño malo, estaba esforzándome para no tener ningún error, hasta que me equivoque con una palabra en latín.

-JAJAJA eres tan tonta, que le espera a este reino si a ti te consideran una prodigio- y esa fue la gato que colmo el vaso.

-Ya déjame en paz niño idiota, eres insoportable ya veo porque nadie te quiere- y le avente el  libro por el pecho, el libro cayo al suelo con las paginas abiertas y la habitación se quedo en silencio, mi respiración se había vuelto agitada y solo cuando lo mire a los ojos, pude pensar claramente lo que había hecho, solo pude empezar a correr y podía sentir sus pasos atrás de los míos,  sentí sus manos en mi cabello, y sentí como lo jalo haciendo que caiga al suelo se puso encima mío y puso ambas manos en mi cuello.

-escúchame bien niñita, no hay perdón por lo que hiciste- dijo haciendo un poco de presión en mi cuello- tu me obedecerás, harás todo lo que yo te diga, serás mi esclava o le diré a mi padre lo que has dicho y hecho, si no quieres que tu familia termine en la ruina.

-esta bien príncipe, se lo prometo, pero no me mate por favor- dije llorando desconsoladamente, y así es como había firmado mi sentencia a el.

Los primeros tiempos tenia que hacer los trabajos de una doncella, como servirle te, pasarle agua o cualquier pequeño trabajo molesto, con el tiempo solo me hacia leerle libros, claro que por suerte sin comentarios molestos ni risas maliciosas, todo los días iba al palacio por pedido del príncipe, por el poco horario libre del príncipe dábamos algunas clases juntos, claro que esto solo fue por un pedido al rey por parte del príncipe,  toda las personas pensaban que me convertiría en la próxima princesa heredera, pero no había nada dicho por nuestra familia     

A mis 12 años me había dado cuenta que estaba enamorada del príncipe, claro que también sabia que el no me miraba con esos ojos, para el era su mejor amiga y hasta ahí, estando tanto tiempo con el me había dado cuenta que era muy solitario, no confiaba en nadie ni sonreía a menudo, parecía siempre estar en alerta, sabia que el palacio no era necesariamente un jardín de rosas pero no entendía que era lo que le perturbaba tanto.

-Sabes, me gusta cuando sonríes- le dije sin pensar al ver una sonrisa en su rostro, mi rostro se había puesto como un tomate al darme cuenta lo que había dicho, estábamos en un corto receso que nos había dado el maestro, y el estaba señalando todas sus fallas, por eso estaba sonriendo con tanto gusto, le encantaba sentirse superior a cualquiera, mi comentario solo hizo que su sonrisa se hiciera mas grande.

-Se que te gustan muchas cosas de mi, pero que mas te gusta- el siempre podía arruinar las cosas con su actitud.

-Cuando no eres así de arrogante- le dije, lo que hizo que soltara una risa melodiosa para mis oídos.

-Y a mi me gusta cuando eres así- me dijo mirándome fijamente aun con una sonrisa en sus labios, sentí mis mejillas calentarse, su comentario me había tomado por sorpresa ya que nunca me decía cosas así, no me decía cosas malas ni nada de ese estilo, pero tampoco cosas lindas, mas porque todo lo que hacíamos era competir entre los dos y si uno decía cosas lindas del otro seria como reconocer que es mejor, así que no hacíamos ese tipo de comentarios a mi solo se me había escapado.

-lo se, a quien no - fue todo lo que respondí, yo también podía ser un poco arrogante.

-Ese es el problema- fue lo que respondió llevando un mechón de cabello detrás de mi oreja, cuando le iba a preguntar que quería decir el profesor había entrado y habíamos retomado las lecciones domde las dejamos