Todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido solos, apartados o exiliados como se quiera llamar.
Aunque hay veces en las que uno se acostumbra a la soledad la mayoría de veces se desea todo lo contrario, hablar con personas, tener amigos y tener a alguien que esté para ti.
Muchas veces te acostumbras tanto a la soledad que no sabes salir de ahí por mucho que lo intentes y eso se vuelve un bucle de desesperación. No siempre está todo perdido, cuando intentas algo por mucho tiempo lo puedes acabar consiguiendo aunque no sea de la forma que esperas, en otras ocasiones es otra persona la que te saca de ese bucle.
En cualquiera de las dos situaciones la felicidad que se siente es innombrable, la experiencia de que te hablen, de que te incluyan el los trabajos, planes o que quieran simplemente estar contigo causa una felicidad que te hace ver el mundo de otra manera.

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