Una cara nueva (Prólogo)

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Tu infancia fue tan cliché como parece, como si hubiera salido de una novela.

Creciste en los suburbios en una casa de dos pisos, con un garaje adjunto para dos autos.

El césped siempre se cortaba con regularidad y la valla blanca también se repintaba con frecuencia.

Tus padres permanecieron casados durante toda tu infancia, a diferencia de muchas familias.

Pero lograron mantener intacto su amor. Te hicieron responsable y te dieron amor cuando lo necesitabas.

No se puede pedir mucho más, para ser honesto.

Jugaste al fútbol para el equipo de tu escuela secundaria, que era conocido por ser bastante malo en los deportes, pero tenías grandes sueños.

Además de los deportes, te fue bien académicamente y disfrutabas siendo amigo de casi todos.

Todo fue... perfecto, al menos desde el punto de vista exterior.

Ahora bien, para ser transparentes, nada de esto fue incorrecto o percibido erróneamente por el ojo externo.

Simplemente sucedió que sentiste que faltaba algo en la vida, como si te faltara algo.

Sabías la causa de ese agujero en tu pecho, qué era lo que te faltaba.

Amar.

Tuviste tus experiencias con enamoramientos, sentiste atracción demasiadas veces.

Pero nunca nada avanza más que el coqueteo, nunca lo dejas.

Siempre fuiste el problema, siempre fuiste la causa de cualquier conflicto.

Nunca sentiste ese sentimiento de satisfacción.

Nunca sentiste que ninguna chica pudiera curar tu deseo de más...

Nadie podría saciar tus necesidades.

No fue desde un lugar de narcisismo, no fue desde un lugar de superioridad personal.

Todo se redujo a ese sentimiento, ese que no podías describir, pero sabías que estaba presente cuando estaba ahí.

Ya sabes cuál.

Y todas las chicas con las que habías estado no tenían ese efecto.

Una noche de otoño, te sentaste en tu cama y leíste mientras el sol comenzaba a ponerse.

Faltaba menos de un mes para ir a la escuela, así que te encontrabas simplemente ocupando el tiempo.

A mitad de la novela, escuchas pasar un vehículo que se acerca.

Sin pensar en ello, continuaste escaneando la página y sus palabras.

Pero su interés alcanzó su punto máximo cuando aparentemente se detuvo justo al otro lado de la calle.

Esto fue aún más intrigante considerando el hecho de que los vecinos del otro lado de la calle se habían mudado hace meses, por lo que nadie debería detenerse allí.

Dejando que gane su curiosidad, marca su página y se levanta para poder mirar por la ventana.

Su habitación estaba situada en el segundo piso, su ventana daba a la calle y a las casas que acompañaban el lado opuesto de la calle.

Afuera, fue testigo de cómo un camión negro se detenía justo en la acera, cajas y muebles llenaban la plataforma del camión.

Un hombre, de gran estatura, salió y abrió la puerta trasera para que todo entrara.

La chica del otro lado de la calle (Jenna Ortega x lector masculino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora