Única Parte

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Jimin era un joven que vivía en una aldea junto al mar. Su madre era una mujer hermosa y bondadosa, pero también muy triste. Ella le había contado a Jimin que su padre era un hombre lobo, que solo podía verla en las noches de luna llena, y que un día la abandonó sin dejar rastro. Jimin creció con el anhelo de conocer a su padre y de entender por qué los había dejado.

Una noche, cuando Jimin tenía dieciséis años, sintió una extraña sensación en su cuerpo. Sus ojos se volvieron dorados, sus uñas se alargaron y su piel se cubrió de pelo. Era la primera vez que se transformaba en un hombre lobo. Jimin sintió miedo y confusión, pero también una poderosa atracción hacia la luna. Siguió su instinto y corrió hacia el bosque, donde se encontró con otros de su especie. Entre ellos, reconoció a un hombre que se parecía mucho a él. Era su padre.

Jimin se acercó a él con cautela, esperando una respuesta. Su padre lo miró con sorpresa y alegría, y lo abrazó con fuerza. Le dijo que lo había estado buscando durante años, que nunca había dejado de amar a su madre y que había tenido que huir por culpa de unos cazadores que querían exterminar a los hombres lobo. Le pidió perdón por haberlo abandonado y le propuso que se uniera a su manada. Jimin sintió una mezcla de emociones: felicidad, alivio, curiosidad, pero también duda y resentimiento. No sabía si podía confiar en su padre, ni si quería dejar a su madre.

Jimin decidió quedarse con su padre por un tiempo, para conocerlo mejor y aprender sobre su naturaleza. Durante el día, era un humano normal, que iba al colegio y salía con sus amigos. Durante la noche, era un hombre lobo, que cazaba y jugaba con su manada. Jimin disfrutaba de ambas vidas, pero también se sentía dividido entre ellas. No sabía a qué mundo pertenecía realmente.

Un día, Jimin recibió una llamada de su madre. Le dijo que estaba muy enferma y que necesitaba verlo. Jimin sintió un nudo en el estómago y corrió a su casa. Allí encontró a su madre postrada en la cama, con el rostro pálido y los ojos tristes. Ella le sonrió débilmente y le dijo que lo amaba mucho, que estaba orgullosa de él y que quería que fuera feliz. Jimin se echó a llorar y le pidió perdón por haberla descuidado. Su madre le acarició el cabello y le dijo que no tenía nada que perdonarle, que entendía su situación y que solo le pedía un favor: que le cantara la canción que ella le cantantara cuando era pequeño, la canción que hablaba de un amor imposible entre una mujer y un hombre lobo, la canción que se llamaba hijo de la luna. Su madre lo escuchó con los ojos cerrados, recordando los momentos felices que había vivido con su amado. Jimin sintió que su voz se quebraba y que su corazón se partía. No quería perder a su madre, no quería quedarse solo.

Cuando terminó la canción, su madre abrió los ojos y le dio un beso en la frente. Le dijo que siempre estaría con él, en su memoria y en su corazón. Luego, suspiró y cerró los ojos para siempre. Jimin soltó un grito de dolor y abrazó a su madre, llorando desconsoladamente.

Esa noche, Jimin salió de la casa con una mochila y una guitarra. No quería quedarse en el pueblo, donde todo le recordaba a su madre. Tampoco quería ir con su padre, al que culpaba por haberlos abandonado. Quería buscar su propio camino, su propia identidad. Quería ser libre como la luna.

Jimin caminó por la carretera, sin rumbo fijo. La luna llena lo iluminaba con su luz plateada. Jimin sintió que algo cambiaba en él. Ya no era un humano, ni un hombre lobo. Era algo nuevo, algo diferente. Era un hijo de la luna.

Jimin alzó la cabeza y le cantó a la luna, con una voz dulce y melancólica. La luna lo escuchó y le sonrió, reconociendo a su hijo. Le dio la bienvenida y le ofreció su protección. Jimin le agradeció y le prometió que siempre le sería fiel.

Jimin siguió caminando por el mundo, cantando sus historias y sus sueños. La gente lo admiraba y lo quería, pero nadie lo entendía del todo. Solo la luna lo conocía y lo amaba, como solo una madre puede hacerlo. Jimin era feliz, a su manera.

Era el hijo de la luna.

FIN

Hijo de la luna  Os - Jimin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora