Ella es mi Diosa

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Un suspiro inundó el silencio de esa noche. El ruido había sido ínfimo, pero había bastado para recoger la curiosidad de la joven que lo miró un instante sin mencionar palabra alguna.

Ella estaba molesta y él por supuesto, lo sabía.

Aquel suspiro había sido para llamar su atención. Le inquietaba sobremanera cuando ella molesta dejaba de hablarle con esa soberana libertad que lo volvía preso de su encanto, porque sí, él definitivamente era un hombre enamorado y hacía mucho tiempo ya que no le costaba nada reconocerlo; no solo a ella, también al mundo entero.

No le costaba decirle lo hermosa que la encontraba ni lo mucho que disfrutaba sentarse con ella a hablar de cosas triviales o de profundos pensamientos; solamente necesitaba dedicarse ese breve momento para disfrutarla. De su compañía, de su calidez y de esos ojos castaños que lo transportaban a su hogar sin importar el lugar.

Pero del mismo modo, había cosas que le eran imposible evitar. Es que algunas de sus acciones encendían sus mejillas, tentaban su piel blanca con esos tintes colorados que la hacían ver adorable; no sabía en qué punto de su relación había empezado a deleitarse con esos pequeños gestos infantiles que ella solo mostraba cuando estaban a solas. Y luego estaba molestarla, como así lo denominaba ella misma; aunque él decía no mentir en nada. Y así era, no mentía cuando la llamaba diosa.

Para él, quien era el hombre más poderoso de todo Underworld, ella era su diosa. La imagen de la deidad de ese mundo no era distinta de esa hermosa mujer que tenía a su lado, que compartía su vida y amaba cada noche.

Por eso cuando los habitantes la reverenciaban con fervor, o algunos caballeros de la integridad incluso la denominaban la reencarnación de la diosa Stacia, él no dudaba en seguir aquel juego.

Ella se había molestado por uno de esos momentos. Delante de una multitud que se aglomeraba a su alrededor, unos niños se habían acercado con ojos soñadores a los recién nombrados reyes. El más pequeño de ellos la llamo la "Diosa reina"; Asuna se sonrojó, y Kirito había sonreído tan abiertamente que ella con algo de pena había acariciado el cabello del pequeño, pero lo que en realidad le había molestado, fue el llamado solemne que Kirito había proclamado poco después en el consejo.

"Ella es mi diosa reina" se había puesto sobre una de sus rodillas y le dijo con seriedad y galantería:
"Me rindo ante su altar, mi diosa."

Risas nerviosas y sonrojadas de todas las mujeres presentes y aplausos por parte de los caballeros que no podían estar más de acuerdo con lo dicho por el joven rey.

Asuna no entendía qué pasaba por su cabeza al hacer algo así. Sus mejillas en rojo furioso centellaban como lo hacían sus ojos avellana. Toda la parafernalia acabó, pero ella no quiso dirigirle la palabra en lo que quedaba del día.

—Asuna, no me hagas esto.

—Eres un tonto.

—Un tonto enamorado de ti.

—Te he dicho que no soy ninguna diosa y soy reina solo porque te proclamaron rey.

Cuando dijo aquello, guardó silencio al ver sus ojos azules como el acero. Había tanto en ellos que no sabía por dónde empezar. Es que su mirada la estremecía sin importar cuántas veces ya la hubiera visto.

Amor, pasión, su energía masculina envolviéndola con solo mirarla.

—No sería rey sin ti. ¿Crees que hubiera podido sin ti a mi lado?

Había un ligero toque de nostalgia en el tono aterciopelado que había ocupado para mencionar cada palabra. Sabía con total seguridad que se había pasado, pero estaba tan seguro también que no había mentido ni exagerado, tal vez solamente no debió hacerlo público.

Asuna soltó un suspiro tal como él lo hizo para comenzar esa conversación. No podía con él y realmente no estaba molesta, solo avergonzada.

Se acercó a su rey, sus pómulos estaban enrojecidos y sus ojos castaños un poco más cerrados. Tomó la barbilla de Kirito y acarició con sus pulgares sus mejillas. Esos magnéticos ojos oscuros no tenían nada que ocultarle.

—Lo hubieras hecho. Todos esperamos tanto de ti y tú siempre das eso y más, Kirito kun.

Amaba eso de ella, esa fuerza que tenía para moverlo hasta su mejor versión. Era maravillosa y podía perderse horas solo mirándola a sus ojos, con sus delicadas manos sosteniendo sus mejillas y su cuerpo irradiando ese calor que lo mantenía firme en cualquier lugar.

—Lo siento.

Kirito lo dijo sonriendo como un niño. Asuna nada podía hacer contra esa sonrisa abierta y transparente.

—También lo siento, exageré un poco... pero solo un poco. Así que no lo hagas más... — Asuna hizo una pausa y sonrió con timidez. —Al menos, no delante de las personas.

Él amplió su sonrisa; ya no era la de un niño, era la de un hombre sediento de ella.

Un beso que solo fue el comienzo. Vivir la inmensidad de lo que sentían en una sola caricia de los labios, era lo único que necesitaban para continuar. Un beso tras otro, manos inquietas tentando los límites que para ellos eran fronteras abiertas.

Y Kirito se postraría ante su altar, de rodillas para llegar a ella con pasos húmedos y titubeantes, donde el aroma y el sabor lo guiarían a ojos cerrados hasta el centro de ella, donde la adoraría. Un ritual con movimientos repetidos en aguas que ella volvería mareas indomables.

Ella era su universo, su credo. Entregándose a sus manos. Entre suspiros callados un solo pensamiento racional quedó en su mente: Era su reina, era su diosa y nadie podría negarlo... ni siquiera ella misma.


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N/A: Cortito como casi todo últimamente TvT. Pero con el mismo amor a ellos!!!

Si bien no estoy abiertamente participando en la week (Que amo esta semana por traer más fics kiriasu que poco a poquito voy leyendo!) Amo que se dé entre sus cumpleaños, así que aprovecharé este envión de energía bonita que da que hayan más y más historias y no dejar de escribir! 

Gracias a quien pase y nos leemos pronto :D

Ella es mi DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora