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— Taehyung —tengo que luchar para poder pronunciar las palabras a través del grueso nudo que se ha creado en mi garganta—. Por lo que más quieras, dime que no es cierto... —él baja su mirada y comienza a retorcer sus dedos nerviosamente sobre su regazo. Hyunjin apoya los codos en sus rodillas y deja caer la cabeza entre sus manos.

— Joder... —lo escucho susurrar. Me levanto de un salto y camino en largas zancadas a través de la sala.

Tengo problemas para respirar, mi cuerpo se siente rígido y tenso, gotas de sudor comienzan a deslizarse por mi frente y mi pulso palpita rápidamente en mi cuello. Me quito el chaleco del traje, la corbata y los tiro en alguna parte, demasiado sumergido en mis turbulentos pensamientos para preocuparme.

Suelto tres botones de mi camisa y trato de hacer que el aire llene mis pulmones.

— Lee, detente —la voz de mi primo causa apenas un eco de sonido distante en mi cabeza. No puedo ver nada, no puedo escuchar nada. Solo siento ira.

Roja, espesa, tóxica y putrefacta ira. Imágenes de Jisung siendo herido, torturado, ultrajado y humillado se burlan de mi cordura con una constancia perturbadora.

Mis garras empiezan a extenderse en los extremos de mis dedos, el vello en mi nuca se alarga al igual que mis colmillos. Mi respiración se agita con increíble rapidez y mi lucidez parece abandonarme con la misma velocidad.

— ¡Ya basta! —Hyunjin coloca las manos en mis hombros y aprieta duro, agitándome un poco. Es ahí cuando me doy cuenta del olor a sangre... Estoy sangrando—. ¡Detente! —mis garras han perforado mis palmas, logrando que gotas rojas caigan sobre el pulcro piso de madera y no sé en qué momento he desgarrado la tela de mi camisa, causando que largos y delgados rasguños hayan traspasado la piel de mi torso.

— Hyunjin, necesito... —las palabras salen prácticamente en gruñidos, mi lobo desgarrándome por dentro, intentando tomar el control—. Necesito... Correr.

Él me mira y me doy cuenta del entendimiento tomando claridad en sus facciones. Asiente lentamente y su agarre se afloja, aunque todavía no me suelta.

— Está bien. Solo asegúrate de no pasar la noche afuera —se inclina cerca de mí para susurrar—: Recuerda que Jisung aún te necesita.

Asiento, incapaz de formular las palabras, parpadeando rápidamente para ahuyentar las lágrimas persistentes que amenazan con salir. Hyunjin me sostiene por un brazo y me guía hacia la salida. No sé si Taehyung nos está siguiendo y honestamente poco me interesa en este momento. Lo que necesito ahora es darle algo de alivio al peso que acaba de instalarse en mis hombros.

Para cuando salimos, el sol ya está ocultándose en el horizonte y los sonidos de cigarras y pájaros volando alrededor de la propiedad se hacen presentes. Inhalo profundamente, intentando retener el cambio un poco más.

— Cuando veníamos pude darme cuenta de un pequeño arroyo hacia allá —señala la dirección que debo tomar—. Puedes deambular por allí tranquilamente, pero no cometas locuras, Lee. ¿Me entiendes? —asiento otra vez, mordiendo tan fuerte mis labios que el sabor metálico invade mis papilas gustativas—. Dale un poco de alivio a tu lobo y para cuando regreses me aseguraré de tener nueva ropa y comida para ti y Jisung.

Me da unas palmadas en la espalda y comienzo a caminar, en dirección a una pila de árboles a un costado de la casa, adentrándome en el bosque que rodea la propiedad. Cuando me aseguro de estar fuera de vista, me despojo de las prendas restantes de mi ropa, de mis zapatos y me libero.

El cambio somete mi parte humana, dejándole el dominio a mi lado animal. De repente ya no tengo pies ni manos, sino patas. Mis orejas ahora son largas y puntiagudas, mi hocico prolongado con un sentido de olfato agudo y una cola gruesa y peluda.

mafia² ꗃ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora