CAPÍTULO 0

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¿Madrid?

Lily siempre había sido un chica común en varios sentidos. 

Le gustaba la música pop en inglés, Taylor Swift, el invierno, los cardigans, el té, leer y pasar tiempo a solas. Le gustaba bailar en su habitación mientras cantaba con un cepillo fingiendo que es su micrófono, sumerjirse en las historias de los libros deseando que le pasase algo meramente parecido. Le gustaba ser ella misma.

Jamás había sido de tener muchas amigas, de hecho, no consideraba a nadie su mejor amiga, tampoco creía que alguien la considerase a ella una mejor amiga, sin embargo, estaba bien con eso. Siempre lo había estado.

Todo en su vida era como siempre había sido, calmado y tranquilo. No novedades, no dramas, no nada... Todo lo que vivía lo vivía a través de paginas y estaba demasiado cómoda con eso. Le encantaba, de hecho.

Así que cuando se despertó en la mañana de su último primer día de instituto jamás se hubiera esperado escuchar una discusión en la cocina entre su madre y su hermano.

— ¡¿No se lo has dicho? — preguntó su mamá, histérica.

— Creí que lo harías tú! — se defendió Alejandro.

La señora, completamente enojada, pareció estar apunto de refutar algo pero se calló cuando Lily apareció en la entrada de la cocina.

— ¿Mamá? — preguntó la chica, curiosa — ¿Qué sucede?

Alejandro se calló de inmediato y, de repente, una mancha en la encimera se volvió sumamente importante para él.

— ¿Mamá? — volvió a preguntar la castaña

— Eloise... Hija... verás...

— Solo díselo, ma... — presionó el chico.

Obviamente, se ganó miradas de reproche de parte de ambas mujeres.

— Este año van a haber ciertos cambios, cariño... Sé lo importante que son tus amigos y tu actual instituto y lo siento demasiado pero voy a tener que viajar a Suiza a ver a tu padre en su trabajo... Hay un puesto de trabajo para mí y no puedo desaprovechar la oportunidad.

Aunque la mujer solo miraba a su hija y esta a ella, Alejandro no pudo evitar tirarle una mirada a su madre.

— ¿Qué... qué quiere decir eso, mamá? ¿Qué hay de mi?

— Vendrás a vivir con tu querido hermanito, Ellie. — interfirió Alejandro con una sonrisita.

Eloise frunció el ceño ligeramente y miró a su madre. — ¿Mamá?

— Es cierto, cariño...

La castaña abrió los ojos como platos. — ¿Qué? Pero... ¡mamá! ¡Alejandro vive en Madrid!

— No hay otra opción, cariño

— Pero, ¿Y mis amigos? ¿Mis clases?

— Estudiarás allá, ya está todo arreglado. Te quedarás en el apartamento de tu hermano, con él.

— Y con Ashton. — añadió el nombrado.

Eloise os miró con el ceño fruncido. — ¿Quién es Ashton?

— Oh, no me digas que ya te olvidaste de mi único amigo que era amable contigo. — sonrió Alejandro.

Eloise recordó quien era el dichoso Ashton. En realidad, sí que había sido el único amigo de su hermano que era remotamente amable con ella cuando la mancha de chicos llegaban a su casa a jugar videojuegos.

Dejó de verlo hace un par de años, cuando Alejando se mudó a Madrid a estudiar una carrera universitaria. Como el alquiler era algo caro y su amigo decidió ir a estudiar cocina en el mismo lugar, ambos decidieron alquilar un apartamento entre los dos.

— ¿Son novios o qué? — se burló Eloise.

— Joder, claro que no — Alejandro hizo una mueca de disgusto graciosa — Yo solo tengo ojos para mi dulce Clara — sonrió

— ¿Quién eres y qué haz hecho con mi hermano? — se rió Eloise, olvidándose por completo de la situación.

— Ja-ja, muy graciosa. — El muchacho rodó los ojos con una sonrisa. — Anda a empacar, pequeña saltamontes — hizo un gesto a la escalera con una sonrisa rencomfortante.

Eloise suspiró, su sonrisa se había desvanecido un poco. Sabía que no había nada por hacer, que lo único que podría reconfortarla es saber que al menos no estaría sola. Estaría con Alejandro.

La relación de ambos hermanos siempre había sido muy buena y Eloise no podía negar que había extrañado su compañía en casa cuando se había mudado a Madrid. Aunque tampoco el hacía mucha ilusión tener que extrañar a su madre ahora.

Oh y tener que lidiar con Ashton... Tan solo deseaba que el año transcurriera tranquilo y calmado, como siempre.

Les mostró una pequeña sonrisa. — ¿Cuándo es el vuelo?

Una receta del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora