─Monkey D Luffy siempre ha sido alguien particular, así que, no es una gran sorpresa que el reencarne en un espíritu, ¿es eso tan siquiera posible?
Bueno, el nuevo rey siempre encuentra un modo para sorprender a quienes le rodean, ¡acompáñalo en est...
Nota. Las personas suelen sobrellevar la perdida de distintas maneras, algunos recurren a cosas que pueden dañarles lentamente. No hay nada explícito, pero si entrecierras los ojos podrás notarlo.
Un pequeño aviso, sin intenciones de dar spoilers de este capítulo. 🫂
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—Shared secrets.
El carro rojizo se movía con tranquilidad por el lugar, al ser ya pasado el mediodía el movimiento se hacía presente por las calles de la zona de Yokohama. El conductor de piel morena y ligeras manchas claras mantenía un pequeño ceño fruncido ante el lento fluir de los demás carros, por el otro lado, el joven pecoso observaba en silencio el paisaje que se le brindaba.
Su destino era claro, el taller 'Supernova'. Si hay algo que ambos poseen en común es la recolección de información, ya sea por las buenas o las malas.
—La siguiente calle a la izquierda —menciona por lo bajo el azabache, dando una mirada de reojo a la pantalla de su celular.
Mirando por el retrovisor, el mayor utiliza una mano con el volante y toma la indicación dada, sus ojos grises no tardaron en posarse en aquel cartel llamativo. Estacionándose a una distancia adecuada del establecimiento, abandonan el carro.
—Según lo dicho por Sabo, ese sujeto trabaja aquí —dice Ace, sus manos guardadas en el bolso de su sudadera negra.
—Pues esperemos no se haya equivocado —murmulla el más alto, comenzando a caminar hacía el taller siendo seguido por el otro.
Parándose en la entrada del lugar, los ojos grises del más joven recorren todo el sitio y analiza a cada trabajador presente, más no encuentra ninguna cabellera pelirroja. Frunciendo los labios le da una mirada al mayor, quien ha llegado a la misma conclusión.
—Mencionó a Killer, era su primer oficial —comenta Law, buscando ahora al mencionado.
—¿Y ese cómo luce? —cuestiona, sus ojos entrecerrados buscando al dichoso primer oficial.
—Justo como ese sujeto.
La mirada del menor se posa en un muchacho corpulento de cabellera rubia salvaje que parece cubrir un poco los ojos ajenos, más aparte lleva puesta una mascarilla y un mono marino ligeramente sucio.
—Oh, eso es bastante específico —El silencio envuelve a ambos muchachos, los ojos grises del mayor se tornan serenos mientras que observa sin parpadear al menor. Lentamente las delgadas cejas se comienzan a fruncir, al caer ya en cuenta—. Ya entendí, chistosito.
Un puñetazo es dado contra el hombro derecho del mayor, quien no puede evitar reír por lo bajo. Con grandes zancadas el de piel pecosa se acerca a la zona en la que anda trabajando aquel rubio, mismo que permanece atento a su deber y no ha caído en cuenta de la presencia de esos dos desconocidos. Deteniéndose a un costado, el más joven observa con interés y curiosidad el trabajo del contrario.