─Monkey D Luffy siempre ha sido alguien particular, así que, no es una gran sorpresa que el reencarne en un espíritu, ¿es eso tan siquiera posible?
Bueno, el nuevo rey siempre encuentra un modo para sorprender a quienes le rodean, ¡acompáñalo en est...
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—That event.
Un semana había pasado, una semana en la cual pensó distintos planes, una semana en completa soledad. Es verdad que Ace estaba ahí, pero no podía verle y mucho menos escucharle, así que el joven rey sentía una gran soledad en su pecho; más trataba que aquel sentimiento no afectase en lo absoluto sus planes.
Cuando la noche llegaba y con ello la hora de dormir, Luffy se mantenía en el ático, en las noches que había estado en aquel sitio encontró varias cosas, entre ellas antiguos juguetes de Ace, fotos de su hermano y sus padres; y cada que aquella soledad le atacaba, abría aquel álbum y sonreía al ver la gran felicidad que emanaba su hermano. Finalmente su hermano estaba recibiendo el amor y felicidad que merecía, su sonrisa se borró para dar paso a un rostro de indignación, Ace había tenido un cachorro.
Un cachorro al cual había llamado Luffy. ¡¿Acaso su hermano le miraba como un animal?!
Cerro el álbum con indignación y decidió explorar otras cajas. Un baúl llamo su atención, con rapidez ingreso su cabeza y sus ojos se abrieron en total sorpresa. Estaba aquí.
. . .
El joven pecoso exploraba su armario, aun se sorprendía por el hecho de que apenas llevaba una semana en esta nueva casa y su armario ya era toda una jungla, podía apostar a que incluso Narnia estaba ahí.
Suspiro agotado y tomo asiento en el piso, piso el cual estaba lleno de distintas camisas y sudaderas. Cerro sus ojos un momento y tarareo suavemente la canción que reproducía su pequeña bocina. Un golpe suave en su puerta le hizo reaccionar, con rapidez dirigió su mirada a la puerta, no había sombra alguna, probablemente había sido su imaginación; desvió su mirada de la puerta y la dirigió a su cama, su sorpresa fue grande al ver aquel sombrero de paja.
Recuerdos vinieron a su mente, aquellas caminatas en la playa en compañía de sus padres, algunas veces aquel sombrero adornaba la bella cabellera de su madre y otras veces su padre le permitía usarlo, rio ante aquellos recuerdos. Gateo con rapidez hacia la cama y con cuidado tomo el sombrero en manos, a pesar de haber estado encerrado por un buen tiempo en aquel baúl el sombrero lucia limpio y bien cuidado.
Pisadas se hicieron oir y una presencia se hizo presente en aquella habitación, el adulto frunció el ceño al ver aquel desastre de ropa.
—Serás, no has limpiado nada mocoso.
El moreno rio al verse atrapado por su padre, estaba por dar una excusa tonta, cuando la mirada de su padre dio con el sombrero, una gran sonrisa apareció en el rostro del hombre.
—¿Lo has sacado de aquel sucio baúl? —cuestiono con cierta diversión en su voz.